15.4.2011

Concurso Ex Mercado en Rafaela, Santa Fe, Mención

Las ciudades centenarias han encontrado en los Mercados, aquella impronta materializada en la arquitectura que las proporciona, las dimensiona: social, económica y culturalmente en relación a sus pares. El Mercado no solo se transforma en el punto de referencia comercial, sino que evidentemente trasciende dichas fronteras para devenir en un hito urbano, en el ancla que consolida y cualifica el entorno inmediato que lo circunda; un objeto diseñado, construido y concebido para ser capaz de caracterizar la escala de la ciudad. Lo que ha conseguido llegar hasta hoy, es actual, útil, contemporáneo, y además permite volver hacia atrás en el tiempo para seguir adelante. Repensar su arquitectura sería otro modo de pensar la realidad, el respeto de lo existente entendido como la materialización de un momento que se superpone al actual y viceversa, abriendo lugar a numerosas posibilidades, mixtura y multiplicidad de usos, incluso nuevas intervenciones físicas, nuevos momentos.

Nuestra propuesta se genera a partir de esta lectura respecto del sitio y su tiempo, proyectando al mismo en su rol, como uno de los componentes fundamentales del micro centro de la ciudad, que debiera constituirse a partir de la relación estratégica entre sistemas espaciales y los circuitos conectivos que vinculan los mismos entre sí y el resto de la trama. Pensamos un espacio de jerarquía que comunique a la sociedad su nueva identidad basada en la relevancia de su recuperada riqueza patrimonial urbana y la contemporaneidad, en su asociación con expresiones arquitectónicas resueltas con tecnologías propias de este tiempo. Un espacio múltiple de carácter urbano y público, generoso y abierto, un sitio para el conocimiento, que vincule el arte, el saber, la ciencia y la cultura con el quehacer colectivo de los ciudadanos y los de la región. Que a escala local, motorice el desarrollo cultural sustentable de la ciudad y sus habitantes, pero con proyección hacia lo regional y nacional, y que a su vez represente, como lo hacía en otro momento el Mercado, a una ciudad con su estructura económica propia y con una dinámica de crecimiento constante en el tiempo, plasmada en sus obras.

La intervención se desarrolla a partir de la puesta en valor y refuncionalización del edificio del antiguo Mercado y la consolidación de la manzana que el mismo ocupa, a partir de un nuevo edificio, permeable en su vinculación con el entorno inmediato, que consolida los bordes, generando a la vez un patio central de carácter público, sobre el que se abren todas sus caras. Utilizamos el plano de piso como el elemento conector y vinculante entre lo nuevo y lo viejo, entre el adentro y el afuera, El tratamiento de los solados se generan a partir de la nueva geometría propuesta y los mismos se proyectan sobre los circuitos peatonales que vinculan los distintos hechos arquitectónicos de valor patrimonial, en el sector céntrico de la ciudad. El edificio del Mercado recupera su esplendor original, la idea es concreta: liberar por completo la nave principal, reciclando sus estructuras, el plano de piso y la cubierta, rescatando de esta manera un espacio de grandes dimensiones, único en la ciudad, y con capacidad de alojar en su interior todo tipo de actividades sociales y manifestaciones culturales. Franco en su recorrido, surcado en cruz a partir de sus ingresos principales desde la calles San Martín y Sarmiento, en sentido S-N, y desde los costados O-E, unificando el Pasaje Calle Ciudad de Esperanza hasta el interior de la plaza que proponemos en el corazón del sitio. Hemos generado de esta manera, dos plazas; una cubierta que es el interior del edificio existente y la otra, exterior, entre este último y la parte nueva.

Los bordes del viejo edificio son acondicionados para recibir al área de servicios. Los bares, restaurantes y locales comerciales abren sus vidrieras a sendas calles y particularmente al pasaje Ciudad de Esperanza, que se transforma en un área de circulación peatonal sobre que la que aparece equipamiento urbano especifico, mesas, sillas, sombrillas etc. de dichos espacios gastronómicos y recreativos. Sobre el lateral E del Viejo Mercado y hacia la plaza seca, generamos un volumen nuevo que recompone la proporción geométrica del edificio. Dentro del mismo, en planta baja, se encuentran las áreas de administración general del complejo, la administración del Liceo M. Flores y la Cooperativa de trabajo y diseño. Núcleos de circulación vertical han sido creados en el interior de la nave central, ubicados en dos de los vértices de la misma y a través de ellos se accede a una pasarela metálica que a modo de balcón metálico, circunda el perímetro de dicho espacio, permitiendo el arribo: por un lado, a las oficinas de turismo y a otras salas de usos múltiples para Asociaciones, asentadas contiguas al bloque comercial y gastronómico, y por el otro, a dependencias del Liceo M. Flores, que se asientan en el lateral opuesto, hacia la plaza, sobre las áreas de administraciones y la cooperativa descriptos anteriormente. Esta segunda planta respeta las alturas existentes en el edificio actual, lo que no modifica en absoluto sus proporciones originales. Volúmenes puros, objetos limpios y líneas geométricamente rectas, caracterizan y constituyen la arquitectura nueva propuesta, la que por su sobriedad y contundencia, ofrece el marco ideal que enfatiza la presencia el edificio patrimonial. Generamos una herradura que contiene en su interior la plaza y que densifica su lateral más largo, sobre el muro medianero E, en un cuerpo que arranca en el subsuelo con las cocheras y se eleva planta baja y tres pisos de altura.

El ingreso principal al nuevo edificio se constituye en un gran pórtico; el plano de piso proveniente del interior de la plaza, se derrama hacia la vereda generando un atrio semicubierto a escala urbana cuyo techo es el auditorio con capacidad para albergar 500 personas, que se encuentra a 5,00 metros de altura. De esta manera, el interior se presenta generoso y abierto, invitando a los transeúntes a ingresar a través del patio para llegar a la calle del otro lado del terreno. El hall de acceso al auditorio tiene la responsabilidad de darnos la bienvenida y lo hace con fuerza y contundencia, destacando claramente su presencia a través de un prisma de formas agudas y amplias transparencias, que rompe con la rigurosidad geométrica del conjunto. El patio es un espacio convocante, puro, estructurado por la textura del solado desde el que crecen los árboles que cobijan al visitante y regulan la temperatura del aire y la irradiación solar en verano, surcado por un plano de agua que desborda sobre el mismo e interponiéndose entre la superficie del solado y los grandes paneles vidriados, tras los que se desarrolla el bloque que contiene a los museos. Desde el Hall principal, arribamos al sistema de circulación vertical para público, que en el caso de este edificio se compone de dos ascensores panorámicos y por una rampa que recorre todos los niveles, en tramos de 30,00 metros. Esta última, a medida que se va elevando, permite al usuario ir descubriendo nuevas postales del entorno y el resto del edificio que se van filtrando a través de las grandes ventanas que abren hacia el patio. Transitar por esta rampa se convierte en una experiencia tan urbana como interior, el tiempo de antes se mezcla con el ahora a medida que arribamos a las distintas salas de los museos.

Este edificio se zonifica, en el plano horizontal y por planta, claramente en tres áreas: un extremo es el de los núcleos de circulación y los sanitarios para público, al centro se desarrollan las distintas salas, algunas, en doble altura según sea su importancia; y finalmente, hacia el extremo opuesto se alojan los depósitos con las áreas técnicas y de servicios del personal. En cada planta se repite el mismo esquema y de esta forma, cada Museo, la Biblioteca y el archivo Municipal, gozan de libre, franco, acceso directo a sus depósitos, dependencias técnicas y de servicios correspondientes. A partir de este esquema conceptual, en planta baja se encuentra la biblioteca, con su depósito y también la sala de ensayo del auditorio. En el primer piso solo el archivo histórico con sus dependencias. En el segundo piso se encuentra hacia la calle, el auditorio con su respectivo escenario, el área de camarines y servicios técnicos de soporte al mismo, la sala mayor de muestras permanentes del museo de Bellas Artes y hacia el extremo opuesto, la sala de muestras temporales, el depósito y otras dependencias técnicas y de servicio del museo. Por último, en el tercer piso se encuentra el Museo de la Fotografía con sus respectivas salas de exposiciones permanentes, temporales y el sector de depósito y actividades correlativas. La zonificación y consiguiente distribución de áreas en este edificio responde a una clara estrategia de intervención que permite aislar una de la otra, independizar el ingreso a cada sala, incluso al auditorio cuando el mismo se encuentre en funcionamientos fuera del horario de atención del resto del complejo. Los flujos de circulación así como la diversidad de usuarios que transiten por el edificio lo hacen de manera independiente, sin ingresar ni conflictuar el correcto funcionamiento de cada uno de los espacios restantes, teniendo siempre la referencia permanente del patio, como foco de atención.

Finalmente, el conjunto edilicio se cierra hacia la calle Sarmiento con una torre de planta libre que se desarrolla en cinco plantas destinadas a oficinas o que también podría alojar a un hotel. Este edificio es el elemento vertical que equilibra la horizontalidad de toda la propuesta y el mismo se separa del Ex Mercado permitiendo un paso peatonal que se prolonga hacia la vereda, enfatizando la permeabilidad de la intervención hacia el entorno inmediato. Este lateral Norte, es el destinado a los servicios, la carga y descarga de insumos, materiales, equipos etc. Las piezas de arte para los respectivos Museos como así también ejemplares o materiales para el Archivo, la Biblioteca, y el Auditorio ingresarán al edificio a través del espacio previsto en subsuelo de cocheras frente a los grupos de circulaciones verticales. Ingresarán también en esta orientación, a través de una rampa de doble mano, los vehículos a las cocheras subterráneas. Un espacio canal conecta a nivel de subsuelos el área de garage, con el núcleo circulatorio de la torre (emprendimiento privado) destinada a usos de oficinas u hotel. Nuestra propuesta rescata los tiempos y sus escenarios, nace de una búsqueda concreta que se manifiesta clara en la firme intención del municipio de rescatar la historia propia e íntima de esta ciudad y sus habitantes, vinculando espacialmente edificios de alto valor patrimonial en nuevo entorno, enlazados por circuitos peatonales que constituyen un sistema que en conjunto genera el micro centro de Rafaela. Hemos generado un edificio que respeta la integridad del antiguo Mercado, perpetuando su presencia, otorgándole nueva vida al entorno, pero por sobre todo, generado a partir de un hecho urbano que se convertirá en referente obligado de la sociedad que habrá de cobijarse en el, en búsqueda de cultura, conocimientos, hechos sociales y recreacionales, propio de una urbe que mira al futuro, viviendo el presente apoyado en su pasado.

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