23.12.2016

Oasis Urbano, urbanismo sinérgico, prototipos que viven – Laka 2016 – 3er. Premio

La artificialidad del proyecto se destaca por la transferencia de plantas tropicales desde una zona tropical en una región no-tropical a través de la creación de un microclima de hábitat cerrado.

Estadísticamente, la banana es la fruta tropical más popular en varios países europeos y en los supermercados durante todo el año. Poder disfrutar de éstas y otras frutas tropicales en Europa requiere un alto nivel de energía y logística. Cosechadas cuando aún está verde, el fruto es enviado desde los países exportadores con un clima subtropical (en su mayoría de América Latina) a Europa. Esta forma de consumo representa la corriente ecológica que requiere 1,5 planetas Tierra para satisfacer las demandas de la Humanidad. Para entrar en acción contra el cambio climático global, el entorno construido local tiene que acceder a los sistemas naturales sinérgicos. Los sistemas bióticos y abióticos deben estar unidos. “Urbanismo sinérgico” es una respuesta a los desafíos del cambio climático. Inspirado por la dinámica y las fuerzas de la litosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera, el urbanismo sinérgico activa flujos en recursos y materiales locales con el fin de crear productos con cero emisiones.

Las intenciones de «Oasis urbano» es cosechar, acumular y transformar los flujos de energía y potenciales en el campo urbano en ciclos sinérgicos. El proyecto puede ser visto como un prototipo para el uso de fuentes locales de energía disponibles para la producción de alimentos en asentamientos urbanos. El proyecto se encuentra en un terreno baldío en el centro de la ciudad de Graz, Austria. El micro-clima tropical dentro de la burbuja es alimentado sólo por el calor residual de dos unidades de refrigeración existentes de un restaurante y una panadería debajo y detrás de la instalación.

El pequeño hábitat, artificial y parasitario, toma agua de lluvia de los techos y la luz solar para cultivar plantas de banano, piña y papaya. Dentro de esta intervención, el sistema automatizado es autosostenible y mantiene la temperatura interior de más de 12 ° grados centígrados – las mínimas requeridas por las plantas tropicales de este tipo – durante los meses de invierno de congelación. Mediante un control remoto, el grupo de voluntarios puede observar y modificar los parámetros de los componentes técnicos. La artificialidad del proyecto se destaca por la transferencia de plantas tropicales desde una zona tropical en una región no-tropical a través de la creación de un microclima de hábitat cerrado.

El hecho de permitir la existencia de plantas reales en un lugar donde no podrían existir de forma natural, crea conciencia.

Visitá el texto original en inglés > http://bit.ly/2i2n0PP

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