22.9.2016

Concurso Nacional de Anteproyectos Viviendas Sociales Villa 20: 2° Concurso, 1er. Premio

En la Ciudad de Buenos Aires las villas y asentamientos representan el único segmento con crecimiento demográfico de las décadas recientes. En este contexto, la Villa 20 se ubica en el Sur-Oeste de la Ciudad, en el barrio de Villa Lugano, y ocupa el cuarto lugar entre las villas más pobladas. El Concurso que nos ocupa se inscribe en un Plan de Urbanización que se propone reconstituir la traza urbana de este sector, a la vez que establecer un diálogo con el estado presente del entramado edilicio y social de la Villa.

Qué es la vivienda social para nosotros
La vivienda social es la respuesta de una comunidad madura y organizada frente al problema del déficit habitacional. Este déficit es consecuencia directa de una exclusión sistematizada de los estratos sociales más bajos, realidad que desemboca sin otra alternativa en la constitución de barrios improvisados –aislados de la ciudad y sin ningún tipo de infraestructura– como son las villas y asentamientos que todos conocemos. Este tipo de urbanizaciones-no-urbanizadas han proliferado en las últimas décadas de manera escandalosa por todo el país.

En este contexto, creemos que la construcción de vivienda de interés social tiene dos objetivos claros y complementarios: 1) dar respuesta a las necesidades de todos los habitantes en su dere­cho de vivir dignamente e integrados al resto de la Ciudad, y 2) dar respuesta a las necesidades de la Ciudad como un todo orgánico que precisa de la integración y la dignidad de cada una de sus partes. Como se deja ver, estos objetivos constituyen dos caras de la misma moneda y nuestra creencia firme es que no se puede resolver uno sin resolver el otro.

El proyecto de vivienda social no puede pensarse nunca como una solución aislada de su contexto urbano. Parte central del éxito o fracaso de un emprendimiento de este tipo tiene que ver con la integración que se logra en el continuo de la Ciudad. Así, desde la constitución de la trama ur­bana hasta las características morfológicas del tejido edilicio llevan en su concepción el ADN de la exclusión o de la integración. No tratándose de una ciencia exacta, la Arquitectura se vale de la Historia como de una jurisprudencia, en donde cada intervención ha sido «premiada» o «castigada» por el paso del tiempo. Apenas en Buenos Aires los ejemplos sobran y forman parte del debate permanente de ideas que mantiene con vida las alternativas de la disciplina y pone en una pers­pectiva histórica cada decisión de diseño que se toma. No es lo mismo el conjunto Los Andes que el de Villa Soldati: esto es algo que todos los arquitectos sabemos y con lo cual estamos de alguna forma obligados a nutrir nuestros proyectos.

Es dentro de este diálogo con la Historia de nuestra profesión que propusimos para la manzana que nos tocó una amalgama de tipologías, espacios comunes y servicios, que responden tanto a la coyuntura como a la ciudad idealmente consolidada del mañana. El conjunto proyectado podrá ser construido con materiales económicos, siguiendo una modulación y una estandarización que abaratarán costos, pero la piedra filosofal es justamente que cualquier habitante de la Ciudad podría habitar dignamente entre sus muros. Y esto no es otra cosa que tratar al destinatario de las viviendas como a cualquier otro ciudadano del estrato social que sea. Esta es, creemos, la fórmula para que el pedazo de ciudad que estamos proyectando se integre al conglomerado urbano como es debido y que otro tanto pueda suceder con sus habitantes. En el otro extremo de esta aproxi­mación, la elaboración de soluciones «especiales», para tipos de personas «especiales», con formas de vida «especiales», desemboca típicamente en la conformación de guetos urbanos, como tantos que conocemos, donde lo «especial» de la solución proyectual se constituye –junto con la fragilidad económica y social– en un filtro más de segregación y exclusión.

Planteados así los fundamentos, lo que queda es simplemente hacer buena arquitectura. Una ar­quitectura que en este caso más que en ningún otro tendrá que 1) calibrar la dinámica de lo público y lo privado, produciendo unas condiciones de intimidad suficientes y a la vez alentando el espíritu de comunidad; 2) lograr una eficiencia constructiva sin perjuicio de la riqueza proyec­tual, propiciando la estandarización a la vez que una inclaudicable sensibilidad por la escala y la singularidad humanas; 3) redoblar la apuesta por lo sustentable, que en términos concretos redundará en una reducción fundamental en todos los aspectos de consumo energé­tico, mantenimiento edilicio, y en definitiva del éxito a largo plazo del proyecto.

El proyecto
En la Ciudad de Buenos Aires las villas y asentamientos representan el único segmento con crecimiento demográfico de las décadas recientes. Según el último censo, entre 2001 y 2010 hubo un incremento del 52,3% en su población. Esta situación contrasta fuertemente con la realidad censal de la Ciudad, cuya población se mantiene estable en los 3.000.000 de habitantes desde hace ya 65 años.

En este contexto, la Villa 20 se ubica en el Sur-Oeste de la Ciudad, en el barrio de Villa Lugano, y ocupa el cuarto lugar entre las villas más pobladas. El Concurso que nos ocupa se inscribe en un Plan de Urbanización que se propone reconstituir la traza urbana de este sector, a la vez que establecer un diálogo con el estado presente del entramado edilicio y social de la Villa. Así, un nuevo trazado queda definido en terrenos actualmente baldíos que lindan con la Av. Fernández de la Cruz, en el que se inscriben las nuevas manzanas y un nuevo Parque Lineal que hace de fuelle con el tejido actual de la Villa.

La decisión fundamental de nuestro proyecto es estructurar el armado de las viviendas en torno a 3 grandes patios. Estos patios son de tales dimensiones y características que bien podrían ser llamados “plazas interiores”. Con sus 17 x 17 metros de base, se abren aún más a partir del segundo piso liberando una de sus caras. De esta manera se busca establecer una buena conexión con el futuro Parque Lineal, y al mismo tiempo dar una respuesta consistente en la búsqueda de la mejor orientación para la mayor cantidad de viviendas posible. Este es el corazón de nuestro proyecto. El GRAN PATIO constituye la verdadera unidad mínima, el núcleo vivo a partir del cual se estructuran las viviendas, se abren los accesos y se trazan las circulaciones. En esta unidad se condensa la dinámica que el proyecto propone entre lo público y lo privado, y entre la vivienda y la luz natural, en definitiva los valores más elementales de la Arquitectura.

Cada uno de estos patios cuenta con un acceso hacia el Bulevar y otro, en su extremo opuesto, hacia el Parque Lineal, constituyendo un auténtico PASAJE URBANO. De esta forma la manzana queda perforada por 3 pasajes que conectan sus lados más largos y cuyo carácter público favorece la integración del barrio. (Carácter que puede fácilmente pasar a “semi-público” mediante unos portones, de resultar coyunturalmente necesario).

El PASAJE cruza el GRAN PATIO por su centro, dándole vitalidad pública y a la vez logrando mantener la relativa privacidad de las unidades que lo rodean, 8 metros hacia cada lado. En cada uno de los 6 accesos a los pasajes se encuentran los estacionamientos para bicicletas, en lugar cómodo y visible para favorecer su uso.

Por sobre el segundo piso los 3 patios se abren completamente hacia la orientación NOR-OESTE, es decir, hacia el Parque Lineal. Con esto se logra inundar de sol la planta baja del edificio y favorecer el crecimiento del verde, la vida al aire libre, etc. Coincidiendo con estas aperturas se instalan sobre el segundo piso unas grandes terrazas vegetales donde se puede practicar la horticultura urbana y todo tipo de uso (productivo o de esparcimiento) propiciado por el buen asoleamiento y el carácter más retirado de estas terrazas. Hacia los lados cortos de la manzana, en planta baja se ubican los locales comerciales, continuando la lógica del proyecto existente en la manzana vecina. Junto a estos locales están los accesos secundarios al conjunto, en coincidencia con los 2 ejes circulatorios que “cosen” el proyecto en sentido longitudinal. Sobre estos ejes se encuentran las 8 escaleras, 4 por cada eje. Es a partir de estos núcleos verticales que se conformarán las parcelas (4), las posibles etapas de la obra (4) y los consorcios o unidades de gestión (4-8). En este contexto de claridad urbanística y maximización de las cualidades de asoleamiento, aire y espacialidad del conjunto, las unidades de vivienda se resuelven en un sistema simple que logra cumplir con creces los requisitos del programa.

Las 184 unidades se distribuyen en las 3 variantes tipológicas requeridas con algunas sub-variantes para casos específicos. Así, la planta baja queda poblada por las 3 tipologías en su versión “accesible”, esto es, con dimensiones y características que favorecen el uso para personas con movilidad reducida. Las plantas 1 y 2 se reparten entre tipologías de 2 y de 3 ambientes. Y las plantas 3 y 4 quedan únicamente pobladas por los dúplex de 4 ambientes.

La riqueza del proyecto radica también en la forma en que las plantas se van transformando a medida que se elevan del suelo. De esta manera la Planta Baja queda signada como corresponde por el entretejido complejo de los distintos tipos de circulaciones: el espacio público de los pasajes y los grandes patios; los corredores semicubiertos de carácter semi-público; las unidades de vivienda intentando retirarse y conformar privacidad. Las plantas intermedias (1 y 2) configuran la parte más densa del conglomerado, asignando por necesidad las expansiones exteriores a espacios que cuelgan sobre el espacio público. Por último, las plantas superiores logran quitarse de encima una buena parte de la masa edilicia, constituyendo un entramado de viviendas en dúplex con patios al aire libre, en concordancia con su uso por parte de familias más numerosas.

En cuanto a la constructividad, el proyecto apunta a una máxima racionalidad, intentando sacar provecho de la característica repetitiva típica de los conjuntos de vivienda. De esta manera, todo el complejo edilicio se funda sobre un módulo elemental de 50 cm, que a su vez genera módulos estructurales cada 3 y 6 metros. En las zonas de circulación común se aprovecha para hacer los ajustes necesarios para alcanzar las medidas de la manzana. El resultado es un edificio muy racionalizado, donde las tipologías mantienen sus dimensiones típicas incluso al estar rotadas.

Las azoteas, incluso las accesibles sólo para mantenimiento, son techadas con cubierta verde, en un intento por reducir la incidencia solar en las plantas superiores y ayudar a retardar el escurrimiento de agua. Las terrazas del tercer piso cuentan con mayor cantidad de sustrato vegetal, permitiendo la incorporación de todo tipo de plantas, pequeños árboles y hortalizas. Esto también ayuda a ralentizar el escurrimiento del agua en caso de tormentas. Los 3 grandes patios, por otro lado, gracias a sus dimensiones logran incorporar una buena cantidad de terreno absorbente, contribuyendo una vez más al buen comportamiento del edificio en sí y con respecto a su entorno.

Para concluir, con nuestro proyecto buscamos maximizar las características de racionalidad arquitectónica y de sustentabilidad auténtica, en definitiva porque creemos que esta es la única vía para alcanzar unos espacios dignos, con el simple y fundamental objetivo de elevar las condiciones de vida de sus habitantes.

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