23.3.2012
Concurso «Espacio para la Militancia H.I.J.O.S», 1er. Premio
Alejado de cualquier condicionamiento y estabilidad, propenso al manoseo y la tergiversación, la intervención en la Casa para la Militancia busca exacerbar e incentivar lo intrínseco al propio sitio: la política.
Quizás la mejor de las virtudes que encuentre esta especie de arquitectura se vea en su capacidad comunicacional. Alejado de cualquier condicionamiento y estabilidad, propenso al manoseo y la tergiversación, la intervención en la Casa para la Militancia busca exacerbar e incentivar lo intrínseco al propio sitio: la política.
Política como indefinición. Política poética, en una poética áspera y a secas. Poética política que construye una memoria de hechos fortuitos y nefastos. Poética políglota de palabras gordas y pesadas, y políticas livianas que encarnan poesías chiquitas. Entonces, la búsqueda de una consolidación de los problemas (como licuadora de ideas) encuentra salida en el uso de pancartas y estandartes que ponen acentos, renuevan opiniones y opciones, desgastan a los lechuguinos y abarrotan de conciencia a la conciencia.
Quien no aguanta más la necesidad de escribir lo que mejor o peor le sale utiliza los postigos pancarteros del primer piso y regala su perspiacia al mundo. Quien encuentra esta efervescencia ajena, pega un afiche o un dibujo o una foto. Quien recibe estas acciones y se sensibiliza, automáticamente se convierte en un flete de pensamiento activo que funda nuevas conciencias.
El proyecto que entendemos para la Casa para la Militancia se dirige hacia una arquitectura poéticamente contradictoria. Hacia una arquitectura viva, desatornillada y pegote. Hacia una arquitectura que arma ramas.