30.1.2014
Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, en Mar del Plata
El entusiasmo de trabajar sobre el proyecto de un museo apareció en el estudio en el año 2009, bajo la forma de un concurso público de proyecto organizado por el Colegio de Arquitectos de la provincia de Buenos Aires.
Si bien hacía tiempo que trabajábamos en las posibilidades que ofrecen los concursos en relación a los programas de gran tamaño y carácter público, éste tuvo la seducción especial del programa cultural masivo, y dio inicio a un ciclo de proyecto de 4 años que concluye como obra hacia finales de este año 2013. Este proceso tuvo como punto inicial el proyecto presentado en el concurso, en el que fijamos las estrategias funcionales y expresivas que definieron y guiaron las lógicas de su desarrollo ejecutivo y las instancias de obra.
Así, el proyecto del museo fue pensado como un sistema celular capaz de responder a los requerimientos de ampliación futura y etapabilidad, donde las consecuencias formales y volumétricas de este diagrama se convertirían en una hipótesis espacial en su interior, funcional en el nuevo planteo de salas, y expresivo en su posición urbana en su exterior.
Fue muy emocionante a medida que avanzaba la obra y sobre todo en los tramos finales del hormigón, verificar la tesis espacial planteada desde el inicio. Cuando las cuatro cajas quedaron completas la espacialidad interior se reveló multidireccional y oblicua, percepción que va en contra de lo que se presupone del museo a primera vista desde su exterior, por su masividad y volumen. Desde el interior todos los recorridos se encuentran con vistas que atraviesan todos sus espacios en forma diagonal y fugan para posar finalmente la mirada en algún recorte en el horizonte del mar o de la ciudad.
Dentro de esta novedosa volumetría interna, las salas se muestran como un gran espacio único y neutro en su geometría para dar lugar a lo que en el estudio llamamos cajas escénicas. El proyecto de sala en sí mismo se convirtió en un desafío en relación a una reinterpretación sobre lo que se entiende como arte contemporáneo y su soporte necesario. En este contexto las salas fueron pensadas no solo como una sala neutra y de máxima altura, sino como un dispositivo en donde todo el espacio y su iluminación pudieran ser operables. Las cajas escénicas permiten imaginar que el arte contemporáneo puede desarrollarse de múltiples maneras, incluso en su expresión más escenográfica.
Hacia el exterior la expresividad de estas cajas como parte del diagrama interior del programa, resulta en una arquitectura de múltiples ángulos y perspectivas que atraviesan su planta baja pública y abierta volviendo el edificio en su cercanía peatonal multifacético y cambiante. Pero esta característica plantea también una dualidad en referencia con el frente costero de Mar del Plata, en la que el museo se muestra como grandes rocas de cara al mar. Característica que pudimos ir constatando a medida que el volumen iba tomando forma. Desde el centro de la ciudad al igual que desde las playas cercanas este nuevo perfil va confirmando nuestras primeras inquietudes sobre el proyecto. El museo debía plantearse como una nueva centralidad en el norte de la ciudad a la vez que marcaba un nuevo ícono en el perfil costero.
Fue muy gratificante poder trabajar en todos las etapas que tuvo el proyecto, desde el concurso, en el desarrollo ejecutivo, y acompañando las decisiones de la obra a lo largo de estos cuatro años. Hoy el entusiasmo que nos genera su inminente apertura nos plantea una nueva etapa dentro de este proceso, que es el momento en que el proyecto queda terminado y es intervenido finalmente. Ahora son las experiencias de quienes lo visiten las que deseamos sean compartidas, convirtiéndose seguramente en nuevas percepciones.