7.5.2025
Misa Atelier
Ubicado en un barrio consolidado, el atelier surge sobre la única cubierta plana de una vivienda desarrollada íntegramente en planta baja.
El encargo llega a partir del contacto de los clientes con dos proyectos de resoluciones similares propuestos años antes desde el estudio. El programa a cubrir es un espacio que contenga las prácticas de una baterista.
Dentro de las premisas de diseño las claves fueron, economía, ligereza y agilidad en la ejecución. Para ello se opta por un objeto tectónico que permita la prefabricación de los elementos en taller y que sea luego ensamblado en obra.
La modulación del conjunto responde enteramente a las medidas de la placa de fenólico (122 x 244) a fin de optimizar las piezas y evitar desperdicios. A partir de ellas se organiza el ritmo de los pórticos que se articulan mediante vínculos y anclajes metálicos. Estos elementos se resuelven con tirantes de madera de una única sección (2″x 4″).
La cubierta se resuelve como un sombrero, permitiendo alojar aislaciones en el centro, donde es necesario, y sobrevolando en el perímetro con lo elemental. Éste alero esbelto intenta arrojar la menor cantidad de sombra posible sobre el pequeño jardín de la vivienda mientras resguarda las caras verticales del atelier, que a su vez se protegen de la intemperie a través de una envolvente metálica resuelta en chapa sinusoidad blanca. De este modo la imagen exterior se «ata» al único elemento cromático similar de la vivienda existente.
El cobijo artefacto contrasta con el cálido interior resuelto por la misma estructura de madera a la vista. La dicotomía revestimiento-estructura se acentúa mediante la elección de los materiales, texturas y colores.
“Tal es la marcha de la simple naturaleza: es a la imitación de sus procedimientos a lo que debe el arte su nacimiento. La pequeña cabaña rústica que acabo de describir es el modelo sobre el cual se han imaginado todas las magnificencias de la Arquitectura. Es acercándose, en la ejecución, a la simplicidad de este primer modelo como se evitan los defectos esenciales y se consiguen las perfecciones verdaderas” […]
”Yo querría persuadir a todo el mundo de una verdad que creo muy cierta: que las partes de un orden arquitectónico son las mismas partes del edificio, deben, pues emplearse de modo que no sólo decoren el edificio, sino que lo constituyan. La existencia del edificio debe depender de tal manera de su unión que no pueda suprimirse ni una sola de esas partes sin que el edificio se derrumbe”.1
1Marc Antoine Laugier, Essai sur l’architecture, París, Chez Duchesne, 1755.