26.10.2015

Espacio «Studio», Casa Foa 2015

Estar íntimo, multifunción. Casi loft. Se puede comer, dormir, descansar, trabajar… Versatilidad, mezcla, respeto.

Todo espacio encierra una historia. La de este ambiente íntimo, de esencia versátil y luminosa, tiene que ver con un regreso: el de su antigua dueña, que vuelve al que fue su lugar para recuperar sus recuerdos y experiencias, en un ejercicio de la memoria que se valdrá del diseño interior como recurso. La caja, símbolo de tiempos de esplendor arquitectónico, luce blanca, lo cual resalta sus virtudes y a la vez las sintoniza en una estética etérea y ciertamente actual. En el mismo sentido, un Gris Fósil subraya la nobleza de la boiserie y las aberturas, cuyas líneas se prolongan en un mueble lateral de guardado que se eleva en dos bibliotecas bien altas.

El resto del mobiliario compone un todo cadencioso y sereno: un camastro, un sofá; una cómoda y dos sillas; una mesa de centro en madera y mármol y una de costado de líneas orgánicas que sirve como apoyo tanto como de comedor; una vitrina de madera pintada de negro, con su fondo entelado en un lienzo estampado. Cada elemento cumple una o varias funciones y se integra con el resto de las piezas con las que comparte virtudes esenciales: el buen diseño y la nobleza de los materiales -cada uno de ellos empleado en su versión más natural–. La paleta de colores contribuye a recrear un clima de sosiego, introspección y equilibrio, manifestación de esa armonía que se alcanza en la madurez. El azul verdoso de las cortinas sienta el tono principal, acompañado por un coro de celestes, taupe, algún negro también con notas de verde y finalmente variantes del crudo y del color té que iluminan la apuesta.

La paleta de texturas es igualmente agradable para los sentidos: maderas, piedra y mármol, tussores, linos y terciopelos, asta patagónica en el perchero, fieltro, cuero, yute y lana en los banquitos y las alfombras, aportando identidad y calidez.

La puesta destaca ciertos elementos que atesoran las memorias de la protagonista de este cuento, como una garganta curva en el cielorraso que, en un lenguaje neto y contemporáneo, alude a los antiguos trabajos de yesería; una escalera herrumbada, obra escultórica de Roberto Romero que conduce a ese techo que parece esconder algo más; y un espejo circular, con su misteriosa cerradura y la llave a secretos bien guardados en este espacio plagado de magia y vida interior.

Sobre la Casa
Este espacio se sitúa en una casona construida en los primeros años del siglo XX en el elegante barrio de Retiro. Correspondiente a la categoría de hotel particulier, resulta un gran exponente de las residencias erigidas en la Buenos Aires de la Belle Epoque, fieles a los dictámenes de la arquitectura francesa clásica, con la École des Beaux Arts como indudable faro estético. Perteneciente a la familia Sastre. La casa fue objeto de reformas en la década del 40. Incluye una superficie cubierta de 2.200 m2 distribuidos en dos plantas, con un hall central de doble altura, sectores de uso social, áreas de servicio con circulación independiente y una sucesión de habitaciones privadas con sus baños y balcones, además de una serie de espacios exteriores.

En 2015 Casa FOA, la principal muestra de arquitectura, diseño y paisajismo de la Argentina, la elige como sede de la exposición con la que celebra su 30º aniversario en lo que representa un feliz homenaje a sus orígenes.

Este espacio recibió Primera Mención a la Arquitectura y Diseño de Interior Casa Foa 2015

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