24.10.2005
Espacio 41: Loft
Los seres humanos imaginamos nuestros espacios ideales y yo en este loft realicé un proyecto con lugares deseados por un comitente imaginario. Una pareja de mediana edad que viaja al exterior por el trabajo de ambos, con dos hijos en la facultad que ya no viven en la casa. Un loft en Barracas es como un lugar alejado del bullicio de la ciudad pero muy cerca del mismo. Este espacio está pensado como un recinto espiritual de esparcimiento al que solo se permite el acceso a personas que tienen vínculos de afecto. El inmueble está rodeado por edificios con historia y él mismo tiene una historia y actualmente está adaptado a la vida moderna.
En este proyecto se jerarquizan la funcionalidad y la armonía. La luz y el color son elementos destacados especialmente. La luz natural entra por un ventanal ubicado en la parte posterior del inmueble y la luz artificial tendrá un carácter escenográfico.
A través de una puerta de madera se accede al hall donde se alzan esculturas. Hacia el lado izquierdo se encuentran el placard y el toilette de visitas, comunicados entre sí por un pequeño pasillo. Dos muros con rajas se vislumbran desde la entrada y permiten pasar la luz a través de las mismas. Estos muros no tienen el fin de separar, sino de contener en forma sutil los espacios.
La cocina, pequeño centro de reunión dado por una mesa y banquetas, está enfrentada a un gran cuadro. El lugar de estar simula ser un gran patio donde la vegetación, un sofá, las alfombras, una escultura y la escalera dialogan entre sí dándole el verdadero carácter al loft. La escalera cobija en su interior al lavadero. La naturaleza se apropia del espacio, convive con la arquitectura y se produce el equilibrio.
En esta ambientación se usaron tres colores: naranja, verde y azul en la más amplia tonalidad de los mismos.
Ana María Gabriel es diseñadora de interiores
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