14.12.2018
El Pabellón de Serralves
Con motivo de la 32ª Bienal de São Paulo, se instalaría una galería de arte temporal en un jardín en pendiente de la Fundación Serralves.
El programa fue vago y abierto a la especulación. Un disparate, como lo sugiere la propia palabra, un edificio extravagante, frívolo o irreal, pensado más como una expresión artística que para razones funcionales. El pabellón es, de hecho, todo eso. A través de un repertorio polifónico, pretende ser un templo, una construcción temporal y un juguete, neoclásico y posmoderno.
Una estructura racional encierra un volumen cúbico. La métrica comprensible de los elementos de madera encuentra un desajuste en las proporciones de las aberturas y en los colores aparentemente arbitrarios. Un pedestal borra la relación con el terreno en pendiente, reclamando autonomía. Dos elementos redondos de mármol negro marcan las entradas, mientras que una viga roja cruza el espacio interior. En el interior, cinco sillas tumbonas proporcionan un sentido incierto de domesticidad a la construcción de otro modo monumental.
El disparate resultante es una combinación lúdica de una seriedad pragmática e ironía frívola. Una composición en la que cada elemento tiene su propio valor, que se complementa y su vez se contradice.
La película de Priscila Fernandes sobre la contemplación y el ocio encontró un diálogo tanto con el parque como con la alegría de la arquitectura. Tal vez, este disparate fue para los lenguajes arquitectónicos lo que la película de Priscila es para el ocio: un pastiche alegre y reflexivo…
Visitá la nota original en inglés > http://arqa.com/en/architecture/serralves-pavilion.html