2.8.2012
Casa S, Francisco Álvarez, Buenos Aires
Francisco Álvarez es un lugar tranquilo de la Provincia de Buenos Aires, ubicado a unos 45 km al oeste de la ciudad Capital de la Argentina, durante las últimas décadas, al ritmo de la expansión del área metropolitana, transformó su perfil agropecuario para convertirse en una zona urbanizada de baja densidad, caracterizada por la presencia de viviendas de fin de semana y conjuntos habitacionales privados.
En este sitio, en un pequeño condominio se proyecto y construyo la obra, la cual debía responder a las necesidades del propietario cuya premisa principal fue tener una casa conceptualmente austera, que integrara las actividades internas con el exterior y simplificara las funciones cotidianas.
Despojada, de lenguaje simple, se resolvió mediante operaciones de yuxtaposición entre volúmenes y planos. Dos prismas, dispuestos en forma de ángulo, obturan las visuales desde las calles. Una cinta de hormigón cose lúdicamente los dos cuerpos otorgando unidad formal. La ubicación de la escalera en la rotula formal aseguro, de forma clásica, la conexión vertical de manera simple y efectiva.
El leve retranco de las fachadas de la planta alta disminuyo el impacto de los volúmenes sobre los lugares de aproximación, reduciendo sensiblemente la escala.
Funcionalmente, se estableció un contrapunto entre los sectores para el recogimiento y aquellos dedicados a la vida social, los dormitorios en la planta superior y la sala de estar, comedor, expansión y servicios en la planta baja, una tipología habitual para viviendas de estas dimensiones.
Sin énfasis sobre lo estructural, la obra oculta ciertos artilugios necesarios para alivianar perceptualmente el peso del hormigón. Gran parte del entrepiso, conformado por un sistema de losas y vigas cinta, esta colgado por tensores de una superestructura dispuesta en la terraza, generando una sensación levitación ante la ausencia de columnas y la continuidad del plano horizontal. A su vez, los pliegues de la losa, rigidizan y consolidan este precepto formal.
Las interfaces más complejas de resolver suelen ser los huecos, que además de responder a las exigencias técnico-constructivas deben consolidar la idea de arquitectura; en este sentido existe un fuerte contraste entre los aventanamientos exteriores e interiores de la casa.
Las ventanas a la calle son de reducido tamaño o poseen poca transparencia, en cambio las internas al jardín son amplias y predominan por sobre los planos llenos.
Mientras las primeras se disponen horizontalmente en función de la altura de observación y según el uso de cada local, las otras liberan las visuales panorámicamente sin direccionamientos.
También se diseño el mobiliario fijo. En la planta baja se dispuso un mueble multifunción de grandes dimensiones, 2.70m de alto por 18.00m de largo, que soporta simultáneamente sistemas de audio, video, guardado de vajilla, bodega, guardarropa y oculta los equipos de acondicionamiento de aire, a la vez que alterna e integra las carpinterías.
La tectónica siguió un criterio simple con reminiscencias del pasado y lo natural. Todos los paramentos se revistieron con revoques texturados, piedra natural y madera de guayubira, tanto en el interior como en el exterior se limito la variedad de pisos, cemento micro alisado y entablados de incienso, cada uno en plantas diferentes. Se construyeron tradicionales cielos armados de yeso y el hormigón se dejo visto.
El estudio de las condiciones climáticas y de asoleamiento se considero en el proyecto de los elementos pasivos de control solar y de los sistemas térmicos, a fin de asegurar el confort deseado.
La casa promueve diferentes interpretaciones, sin caer en posturas extremas sobre dogmas teóricos, sean estos estéticos, funcionales o tecnológicos.