Centro de Arte Buda, en Bélgica

Este gran volumen, situado en el centro de una cuadra de la ciudad, se ha resuelto a través de dos intervenciones principales: La primera son los huecos y el vacío realizados en el centro del edificio para que la luz del día ingrese profundamente en la gran planta. Este vacío pentagonal contiene una escalera pública que da acceso a una amplia gama de espacios distribuidos en cuatro niveles: un laboratorio para fabricación, espacios multifuncionales de diferentes tamaños con sus necesarias condiciones de iluminación, salas de conciertos y una azotea. La mayor parte de la estructura del edificio se vuelve a utilizar. Además de ahorrar recursos, su reutilización permitió tener un gran edificio cultural con un presupuesto limitado.

La segunda intervención suma un pabellón abierto como hall de entrada desde la calle. Construido con los ladrillos amarillos descubiertos en el interior de la fábrica original, este pabellón se convierte en la nueva fachada del complejo – en la punta del iceberg. El pabellón en sí funciona como una antecámara – un anticipo de los acontecimientos que se suceden en el interior.

El Centro de Arte de Buda es un nuevo tipo de espacio cultural. Haciendo referencia a su pasado, sigue siendo un taller de producción. Los materiales y los detalles lo convierten en un espacio accesible para todo tipo de actividades y usuarios. La paleta de colores cálidos y una serie de espacios informales invitan a apropiarse y a descubrir el edificio para utilizarlo tanto como espacio de producción y exhibición como para la interacción espontánea y casual.

Mientras que la mayoría del edificio se esconde de su contexto inmediato, la terraza de la azotea ofrece una confrontación repentina con la ciudad de Kortrijk. El edificio es una herramienta para buscar, no un objeto para la vista – evita convertirse en una imagen ya que su objetivo es crear un ambiente.