7.1.2013

Nueva convocatoria de Racons Públics: Esplugues de Llobregat, BCN

Esta tercera convocatoria de Racons Públics está ubicada en Esplugues del Llobregat, un municipio perteneciente a la comarca del Baix Llobregat que limita con los de Barcelona, Cornellà del Llobregat, Sant Just Desvern, Sant Joan Despí y L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Destaca por su singular casco antiguo, que concentra la mayor parte de los edificios de interés histórico de la ciudad y recuerda el pasado agrícola del pueblo que fue Esplugues. También se reconoce a Esplugues por su amplia red de parques y zonas verdes así como la montaña de Sant Pere Màrtir, mirador natural del municipio.

El crecimiento urbano de Esplugues fue muy condicionado por su geografía y su posición estratégica. La presencia de la montaña, en la parte norte y una serie de torrentes han configurado un paisaje abrupto y segmentado en barrancos. La posición estratégica de Esplugues y sus buenas comunicaciones con los pueblos circundantes fue otro de los condicionantes de su desarrollo. Esplugues ha contado desde tiempos antiguos con diversas vías de comunicación como el antiguo Camino Real, hoy denominado vía Augusta, que venía desde Barcelona y entraba en Esplugues por ca n’Oliveres y el Raval de Sant Mateu, así como el camino que venía desde Les Corts por Pedralbes y el coll de Finestrelles hasta llegar a Esplugues.

Durante la edad media Esplugues se articulaba en torno a dos núcleos de población: el Turó de la Sagrera, con la iglesia y masías importantes como Can Ramoneda, Can Cortada y Can Pi, y el Raval de Sant Mateu, situado por debajo del castillo de los Picalquers, una casa fuerte que pertenecía a la familia de los Picalquers y que ya no existe. A final del siglo XVIII, Carlos III, rey de España, impulsó su gran proyecto de mejora de las comunicaciones y de los transportes construyendo una red radial de carreteras que cubrían todo el territorio español y convergían sobre la capital del reino, Madrid. En 1763 dio la orden de construir la carretera de Madrid a Francia pasando por Barcelona y La Jonquera, hoy N.II. Esta nueva vía (Carretera de Sants, Carretera de Les Corts, Carrer de Laureà Miró) cambió radicalmente la situación del municipio permitiendo el crecimiento del flujo de productos y de personas y constituyó un incentivo para el comercio, creando una comunicación mucho más directa con Barcelona y las poblaciones del delta y las márgenes del Llobregat.

El trazado moderno, rectilíneo, perfecto de la carretera también tuvo repercusión en la propia morfología urbana de Esplugues. El sector del Raval de Sant Mateu quedó marginado y los nuevos asentamientos aparecieron en torno a la nueva vía. El traslado del único hostal que había en Esplugues, situado inicialmente en el barrio del Raval, hacia la Plaza Santa Magdalena forma hoy en dia el edificio que alberga la casa consistorial. El trazado de la Carretera de Madrid a Francia implicó la construcción del Pont del Barranc o Pont d’Esplugues (1763-1765) para salvar el torrente de Esplugues. Este puente siempre fue un punto de unión y un elemento de tránsito urbano importante que, con los años y los nuevos medios de locomoción, se vio ampliado y transformado. Entre 1941 y 1944, durante el periodo franquista, se realizó su primera ampliación pasando de 10 metros al doble de ancho. La ultima transformación se realizó en el 2003-2004 con la aparición de 2 carriles centrales para el Tranvía y la construcción de la rotonda en el cruce con la avenida de Cornellà.

Con una visión más ambiciosa, los servicios técnicos municipales también han planteado la creación de un intercambiador modal en lo que hoy es el Pont d’Esplugues. Se trataría de construir un edificio destinado a convertirse en un gran punto de interrelación para los diferentes medios de transporte, los que actualmente existen en la superficie (Trambaix y autobús) y los que están previstos construir soterrados en el futuro (L3 de metro, Renfe Cercanías y Ferrocarrils de la Generalitat). Esta solución facilitaría, al mismo tiempo, el flujo de vehículos, peatones y bicicletas en la calle Laureà Miró, al poder ampliar la anchura de la calle en relación al actual Pont, y también daría continuidad a los dos sectores del parque dels Torrents, creando un espacio ciudadano de paseo que podría atravesar la calle Laureà Miró por debajo.

Esplugues, a diferencia de la mayor parte de municipios del Área Metropolitana, está surcado de infraestructuras de conectividad que pueden ser sus mejores aliados o sus peores enemigos. Puede convertirse en un extraordinario superconector o en una amalgama de espacios residuales. El diseño equilibrado de sus espacios públicos y la relación de sus tejidos con las grandes arterias de la movilidad metropolitana pueden decantar el futuro de la ciudad en una dirección o en otra. Otra característica fundamental del paisaje de la ciudad es el peso de su vegetación. Los torrentes, la relación con la serralada de Collserola, sus parques y sus tejidos urbanos de baja densidad son valores que interesa conservar y potenciar.

En esta tercera convocatoria de Racons Públics ponemos la mirada sobre el centro de la ciudad. Enseguida surgen varias cuestiones:
– En primer lugar, las bocas del puente, representadas en forma de dos grandes rotondas, elementos propios de la movilidad rodada que se sospechan sobreabundantes en posiciones como ésta, de gran centralidad urbana e intensidad peatonal. Entrando en el puente desde Barcelona, a la izquierda, nos saluda la medianera de la última casa de un brote suburbano interesante en el Carrer de La Riba. El parque del Torrent podría verse presidido por un remate más digno de esta edificación y de la propia calle.

A continuación, nos encontramos en la plaza mayor, plaza de Santa Magdalena, que aloja al Ayuntamiento y no es más que el ensanchamiento hacia el Norte de la vía ilustrada. Cuentan los expertos que el gesto de apartarse de la vía tuvo que ver con la necesidad de huertos en buena orientación, frente al hostal y las primeras casitas que jalonaban la carretera. Algo de ese carácter de huerto ha permanecido hasta la fecha: Bicibox, jardineras, mucho aparcamiento en superficie, balizas de genética variada, señaléctica abundante y de difícil conciliación, collage de pavimentos al gusto (asfaltos negros y coloreados, adoquines, baldosas, parterres, losas de piedra, etc), soportes publicitarios variados, teléfonos públicos (!), bancos, aparca-bicis, luminarias de varias clases, contenedores de basura, paradas de autobús, terrazas de bar cubiertas por grandes toldos, banderas que anuncian las programaciones culturales de la localidad, etcétera.

La edificación anda a la zaga: casas altas y bajas, anchas y estrechas, ocupadas y desocupadas, nuevas y viejas, usadas y tapiadas producen un paisaje desconcertante en el que unas enormes y feas medianeras desnudas acaban convirtiéndose en protagonistas. Las casas, alineadas al frente, se ofrecen dentadas al parque de atrás, con fachadas más domésticas, menos ordenadas si cabe.

– Otro tema interesante es el carácter de los bajos del puente y la conectividad vertical de los sistemas verdes de la ciudad. Esas vaguadas pueden dar sentido al topónimo: Esplugues en catalán son cavidades, cuevas. La fuerte pendiente de sus márgenes se aprovechó en mayo de 1966 para trazar un bucle viario cuya misión era agilizar el tránsito rodado en su cruce con la carretera de Cornellà. Se trata de un rizo accesible justo entre el final del puente y la plaza de Santa Magdalena, que se incorpora a la Avenida de Cornellà a la altura del edificio Símbol, un conjunto de 3 torres de planta cuadrada de 17 alturas, proyectado en el año 1973. Si la nueva carretera de Madrid a Barcelona constituyó en su tiempo una gran mejora en términos de accesibilidad y comunicación, años más adelante iba a representar nuevos problemas debido a la intensidad del tráfico que circulaba y que generaba problemas de seguridad en el cruce con la carretera de Cornellà. La apertura en 1969 de la autopista de Barcelona a Molins de Rei, así como la Ronda de Dalt, permitió descongestionar el centro de Esplugues.

– Desde las obras del tranvía y de la rotonda a la entrada de Esplugues (2003-2004), el bucle ha perdido su función esencial de desvío. Ahora se trata de un camino alternativo que ha terminado convertido en aparcamiento de coches. Sirve también de acceso al parque del Torrent d’en Farré, una intervención de los años 1990 de la arquitecta Isabel Bennasar en una zona que era un torrente natural con mucha vegetación autóctona y árboles frutales, donde habían quedado espacios marginados. El conjunto se ha mantenido como parque natural, reordenando caminos y zonas de descanso con el propósito de unificar barrios desconectados gracias a un diseño integrador.

Sin embargo, quedan pendientes el reordenamiento y la limpieza de los entornos del puente, la recuperación de la totalidad de sus bajos (ahora sólo puede pasarse bajo uno de los pórticos) y del terreno que baja hacia el sur, de momento inaccesibles por la vegetación muy crecida y la pendiente que recuerda el paso del torrente. El proyecto de urbanización de este sector (fase 4 del proyecto original de Benassar, de 1993), puede consultarse en la documentación adjunta y tomarse como punto de partida para interpretaciones o propuestas ajustadas al momento actual.

Está claro que el presupuesto orientativo que desde Racons proponemos para la mejora de una situación urbana sería ridículo para la dimensión de los problemas que hemos enunciado más arriba. Así se plantea entonces la pregunta: ¿Dónde empezar? ¿De qué manera una operación de microcirugía urbana puede convertirse en la espoleta que anime futuras mejoras? ¿Qué ejercicio de acupuntura puede ser capaz de arrancar la sanación de un organismo complejo y delicado como el que nos ocupa aquí? Dónde y cómo utilizar los migrados recursos de las arcas públicas para mejorar la calidad de vida, el paisaje y los espacios centrales de los vecinos de Esplugues. Esa es la cuestión que se plantea a los participantes de esta tercera convocatoria de la tercera edición de Racons Públics.

Más información >  http://fad.cat/raconspublics/

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