17.10.2011

Concurso «Espacio para la Memoria», Participante

“Quiero una palabra vacía que yo pueda llenar”. El relato fijado y la experiencia viva se desafían mutuamente en los campos de la memoria.

Memoria Descriptiva
Si se construye un piso cuadrado de hormigón de 9,27 mts. de lado, al que se le superpone 7 días después otro piso similar y se repite el procedimiento durante 483 semanas, se obtiene (en el tiempo real que duró el último período de dictadura militar) un cubo de 796,597 m3, que multiplicado por el peso especifico del hormigón nos da un peso equivalente al de 30.000 personas promedio. “Quiero una palabra vacía que yo pueda llenar”. El relato fijado y la experiencia viva se desafían mutuamente en los campos de la memoria. La historiografía tradicional, la escuela heredada del siglo XX, las listas de patrimonio mundial de la UNESCO y tantos monumentos y memoriales en espacios públicos significativos de oriente y occidente, se esmeraron por encerrar la memoria en palabras e imágenes que se repiten y se repiten para no olvidarlas.Ellas nos simplifican el trabajo, para que no se nos escape la memoria. Pero si estos relatos fijados recuerdan por nosotros, entonces no necesitamos recordar. Pensamos la memoria como una experiencia viva, la deseamos como un vacío, que por ser mudo demanda ser llenado con palabras nuevas, que nazcan y mueran a cada instante, con cada mirada. Este memorial se construirá cada semana, con cada nueva capa las inferiores se irán agrietando.

Al cabo de un periodo equivalente a la duración de la dictadura, tendrá el peso de 30.000 personas, no siendo más que un bloque inmenso de hormigón agrietado que ocupará un lugar en el espacio. Quien entre a la ex ESMA sabrá que allí se torturó, que allí se mató, que allí funcionó una maternidad clandestina, reunirá palabras y relatos que le recuerden no olvidar. Pero se encontrará también frente a una gran masa de hormigón que no le dice qué pensar ni qué recordar, que no lo ayuda, que no lo hace sentirse mejor consigo mismo, que quizá lo inquiete, o quizá lo llame a acercarse, o quizá le despierte el deseo de tocar, de preguntar, de buscar un cartel explicativo. Quizá con suerte, será conmovido, y acepte la invitación a jugar un juego que no busca respuestas, sino problemas. Entonces, el Memorial pretende ocupar un lugar en el ejercicio de memoria, pero no el lugar de la memoria.

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