12.3.2013

Conversatorio de Temas Urbanos Complejos, en Rosario

El pasado 7 de Marzo de 2013 se realizó un conversatorio en la ciudad de Rosario, sobre un tema de enorme actualidad y difícil abordaje, “la violencia urbana”.

Conversatorio Territorios Violentos – enfoques y abordajes en debate –
Los Temas Urbanos Complejos son una temática de preocupación del IGC desde el comienzo mismo de su formación en el año 2002. Si bien hay una matriz estructural que define y orienta esa complejidad (desigualdad, exclusión, fragmentación social y urbana, entre otros), en los últimos años aparecen nuevos temas que están connotando de una manera inédita a las ciudades y en particular a Rosario. Uno de ellos es la violencia.

Nuestra relación y trabajo con la ciudad de Medellín, Colombia nos acercó a técnicos y funcionarios que abordan esa problemática desde el estudio y análisis de una estrategia de intervención urbana – los Proyectos Urbanos Integrales – que resultó exitosa, logrando reducirlos indicadores de violencia y mejorando sustantivamente los de calidad de vida y desarrollo humano. En nuestro país y en la ciudad los territorios cambiaron. La débil frontera entre lo legal y lo ilegal, los negocios informales y los circuitos ocultos, van permeando la dinámica de los territorios, generan relaciones intimidatorias y tornan a la violencia como la modalidad más extendida de resolución de conflictos. A la vez ciudades que se parten, se fragmentan con sitios que presentan las mejores condiciones de lo urbano y otros en donde la ciudad se diluye hasta su inexistencia.

Es limitado pensar que el problema está focalizado en los territorios pobres. Esos lugares suelen ser el emergente del problema, los que sufren la violencia más explícita en la disputa por el poder territorial. El verdadero negocio y los ganadores son otros, que no están en esos sitios. No obstante es evidente que en los territorios más degradados, olvidados y marginales es donde se condensan las economías delictivas; la falta de proyectos, perspectiva e ideales generan el marco ideal para que fundamentalmente los jóvenes, se sientan atraídos por el dinero y la contención que las redes de las propias organizaciones delictivas brindan. La figurade víctima y victimario también comienza a serdifusa.

Por otro lado es ineludible poner en cuestión el papel y la presencia del Estado (en todos sus niveles y modalidades) en el territorio: la ineficacia de las políticas que hace no mucho tiempo fueron exitosas, pero que hoy resultan insuficientes y/o inadecuadas y cierta dificultad para encontrar salidas innovadoras. ¿Qué pueden hacer las ciudades y los gobiernos locales para enfrentar esta situación y romper el espiral ascendente de temor y violencia? ¿Cómo abordar el tema? ¿Por dónde empezar? ¿Cuál es la mejor estrategia? ¿Qué capacidades hay que poner en juego?

Algunas reflexiones, aproximaciones, enfoques expresados por los participantes
La violencia se instala y crece dentro de todo lo que fue una política que fragmentó la sociedad. Nosotros vivimos un presente que responde al resultado de políticas aplicadas años anteriores, y que generaron sociedades fragmentadas, desestructurando las tramas sociales. La sociedad ha ido perdiendo territorialidad, a manos de otros actores. Es necesario volver a ganar territorialidad, hay que salir a la calle, volver a ocupar los espacios públicos y evitar caer en el miedo. La violencia no se instala, se genera. Hay mucha hipocresía en el tema de la seguridad, la gente no se quiere hacer cargo de lo que le toca, porque la violencia la reproducimos todos como sociedad. Cuando se observan las experiencias lationamericanas hay un momento que tiene que ver con la violencia previa. Esto debe ser puesto sobre la mesa para no caer en visiones idílicas.

Habría que preguntarse sobre los modos en los que interviene el Estado. La mayoría de las ciudades se están dando el debate respecto a la Planificación. Hay que considerar que en sus intervenciones el Estado, a veces, es generador y productor de violencia a partir del modo en que piensa el territorio. El mismo Estado plantea desigualdades y estigmatiza a algunos territorios con sus políticas. Si bien en algunos lugares la violencia puede estar más localizada territorialmente, estamos viendo que actualmente se está extendiendo ensusdiferentes formas a todos los sectoresdela sociedad. La violencia domestica, el bulling, la violencia escolar, se dan en cualquier sector de la ciudad.

Existe un desafío que tiene que ver con cómo hacer, desde los sectores que consideramos que la respuesta no está en la represión, para convencer a los sectores de la sociedad que consideran que esa es la salida, y que la respuesta es la inclusión, la justicia social. Para responder a la violencia en los territorios es necesario generar respuestas técnicas pero también incidir en los comportamientos, la cultura y los valores. Ambas cosas son igualmente necesarias. Determinados mecanismos utilizados por las fuerzas de seguridad para vulnerar los derechos y garantías individuales suelen ser herramientas para lageneracióndeldelitoque utilizan algunos sectoresde las fuerzas de seguridad. Hay que defender los derechos y garantías individuales frente al abuso de las fuerzas policiales.

Además de la intervención del Estado en los territorios violentos, hay que exigir políticas para abordar la problemática de la droga. En el diseño de politicas de prevención, de lucha contra el narcotráfico, habrá que discutir el paradigma que hace posible la alta rentabilidad del narcotráfico. Si bien la violencia es transversal, afecta a toda la sociedad, el problema de la droga se dá en algunos territorios más que en otros, hay una concentración de delitos, victimas y victimarios en algunos territorios másque en otros. Ahí esdonde es importantepromoverla organización y participación social. Para que haya en algún momento una decisión del Estado de intervenir e invertir recursos es necesario que haya un poder popular muy fuerte para exigirlo.

La política de seguridad en el mejor de los casos permite atenuar las manifestaciones de violencia, no las hará desaparecer. Sobre esto hay que trabajar fuertemente en el discurso político y de los medios de comunicación. Se requiere una acción de coherencia continuada en el tiempo, que vaya más allá de un turno de gobierno. En eso tienen que estar comprometidos los diferentes espacios políticos y los trabajadores de prensa que están concernidos en la discusión de la violencia. Para esto es necesario realizar un acuerdo pluripartidario de políticas públicas. Esto no quiere decir que todos los sectores políticos se pongan de acuerdo, porque esto es imposible, pero sí es cierto que existe una discusión un poco mezquina, y se enfatizan las diferencias entre sectores que si bien no tienen el mismo color político, están próximos a los modos de resolución de la problemática.

La población que pone en jaque la institucionalidad de las políticas públicas hoy, es la adolescente y jóven. Explota la salud pública cuando cae un chico de 15 años con problemas de adicción. Explota la escuela cuando un joven aparece con una situación compleja. Las instituciones están formadas por trabajadores, con normativas, y demás. La reacción más rápida y clara es la expulsión de esos jóvenes. La institución jamás se pensó en esta nueva realidad. ¿Cuáles deberían ser las alternativas? Los presupuestos (concepciones) que tenemos respecto a esa población también deben ser re-trabajados. Es necesario repensar y reformular las políticas públicas denominadas sociales y las institucionales para reconstruir vínculos con los jovenes. El gran desafío es cómo construir esos lugares de referencia con los jóvenes. En algunos lugares esto se está empezando a trabajar con organizaciones sociales. Pero también tenemos que reformar, rearmar, o borrar lo que estamos haciendo y empezar a hacerlo de una forma diferente con los agentes sociales que tenemos, para que se conviertan en el vínculo con esa población.

Cuando hablamos de intervenir en territorios violentos está claro que no proponemos olvidarnos del resto. Pero llega un momento en que es necesario focalizar e ir con todo, interviendo en la complejidad. La violencia urbana es un forma de control territorial que destruye la gobernabilidad, acaba con el tejido social y afecta la percepción y la victimización de la sociedad. Lo que existe ahora es parte de la producción de lo que hicimos antes, por lo mismo las politicas que diseñemos hoy van a ser parte de lo que acontezca en el futuro. En Argentina no tenemos una gran trayectoria de trabajo empírico sobre la violencia, es un campo sobre el que debemos avanzar.

Más información > http://www.igc.org.ar 

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