Se creó el Instituto de Hábitat Urbano del CPAU

Durante la presentación disertaron la antropóloga María Cristina Cravino, investigadora del Instituto del Conurbano de la Universidad de General Sarmiento y el padre Guillermo Torre, de la Villa 31, quien ofreció su experiencia de vida en uno de los asentamientos urbanos más poblados de la Ciudad de Buenos Aires.
La presentación estuvo a cargo del Arq. Carlos Berdichevsky, presidente del CPAU y del Arq. Carlos Pisoni, miembro del Instituto de Hábitat Urbano del CPAU.Entre las acciones que el Instituto de Hábitat Urbano del CPAU se propone llevar a cabo, figuran:

• Colectar información acerca de las diferentes características que asume el hábitat de los sectores sociales marginados
• Analizar los planes oficiales y propuestas de organismos no gubernamentales para afrontar situaciones críticas en la materia
• Analizar y diagnosticar experiencias de inclusión profesional en el tema del hábitat social y su contribución en la solución de casos puntuales
• Buscar canales de participación profesional para sumar a la matrícula en forma activa a la mitigación del deteriorado hábitat de los sectores marginados

En su mensaje de apertura, el Arq. Carlos Pisoni, del Instituto de Hábitat Urbano del CPAU, destacó que en el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (Capital y conurbano) hay 1,5 millón de personas en condiciones de precariedad habitacional. «Una visión totalizadora del hábitat requiere superar el análisis focalizado en la vivienda de interés social para proyectarse hacia un concepto que también sea capaz de abarcar el trabajo, la salud, la educación, la cultura, el esparcimiento, el deporte, el equilibrio ecológico y la seguridad social; una idea de hábitat urbano saludable, armónico y inclusivo con perspectivas de sustentabilidad real», dijo.
El Instituto de Hábitat Urbano del CPAU está integrado por los arquitectos Mabel Modanessi, Carlos Pisoni, Juan Pfeifer, Guillermo Cristofani, Maria Laura Calle, Jorge Lema, Roberto Frangella, Rodolfo Besada, Daniel D’Alessandro, Mariel Kozameh, Adriana Vila, Ana María Terrones y Ana Pérez Baroja.

Participación y respeto por la cultura de los barrios
En su presentación, la Lic. Cristina Cravino abordó algunos de los principales problemas que se dan en los asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano. Destacó que en la actualidad hay diferentes formas de informalidad habitacional: las villas, de trama irregular, surgidas en la década de 1930; los asentamientos, con tramas más regulares, que proliferaron a partir de 1980; las casas tomadas, pensiones e inquilinatos. «Son fragmentos de ciudad sin estatus de ciudad – explicó -; no son guetos, el estigma los «guetifica». Señaló que los habitantes de estos barrios construyen sus normas y tratan de que sean lo más pareces a las de la ciudad; no es un contexto caótico, sino reglado. Sus habitantes no están apartados de la vida de la ciudad sino que se vinculan con ella y aportan su economía.
Destacó que en la ciudad de Buenos Aires la población de asentamientos crece geométricamente: «Crece cada vez más la informalidad en relación a la ciudad formal», puntualizó, y señaló que en las villas y asentamientos el crecimiento se da en altura, y que hay construcciones que llegan a tener 6 pisos.
Cravino describió el funcionamiento del mercado inmobiliario informal de villas y asentamientos, y la valoración que sus habitantes hacen de la posibilidad de tener una casa. Destacó, asimismo, la importancia que las redes sociales tienen para los habitantes de estos barrios, que determinan la instalación de nuevas familias en las villas -que eligen los barrios donde tienen parientes o amigos-, la realización de compra, venta y alquileres de casas -operaciones fuertemente regidas por la confianza y el conocimiento personal- y el sostén que las redes sociales representan en la vida cotidiana de los habitantes de estos barrios.
Finalmente, destacó la importancia de que los proyectos que se piensen para las villas y asentamientos sean participativos: que sus habitantes puedan exponer sus necesidades y puntos de vista y que se respete sus valores y su cultura.

Barrios obreros
En esta línea de respecto a los valores y a la cultura popular de las villas y asentamientos también se posicionó el padre Guillermo Torre, quien vive en la Villa 31 de la Ciudad de Buenos Aires desde hace diez años, y es miembro del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia. El padre Torre rescató los valores que existen entre los vecinos de las villas -como la solidaridad, la religiosidad o el trabajo- «valores que nosotros fuimos perdiendo y que estos barrios pueden aportar a la ciudad», enfatizó.
Señaló que, en lugar de hablar de villas, «nosotros preferimos llamarlos barrios obreros, porque los construyó la gente» y enumeró muchas iniciativas que mejoraron la calidad de vida de los vecinos y que fueron llevadas adelante por los propios habitantes de la Villa 31.
Recordó el sacerdote un documento que los sacerdotes del Equipo al que pertenece presentaron en 2007 a los candidatos, antes del último ballotage porteño, referido a la crítica situación que se vive como consecuencia del déficit y la emergencia habitacional. Señaló que en estos barrios «todo fue construido por los vecinos ante la ausencia o al poca presencia del Estado» y puntualizó que, más que «urbanizar» -un término frecuente en las propuestas de mejoras para villas y asentamientos, ellos proponen hablar de «integración urbana», porque quienes viven en estos barrios también son vecinos de la ciudad.
Finalmente, el padre Guillermo Torre señaló la importancia de que los proyectos que se propongan sean participativos y que respeten la cultura y los valores de sus habitantes. «Hay que aprender mirar estos barrios y comprender su realidad», dijo. «Creemos que es posible integrar, pero hace falta una política de Estado que quiera hacerlo y se comprometa», concluyó.