18.6.2008

Notas para una dermatología arquitectónica

Publicado en la Ronda Fuera de tiempo de los Documentos Periódicos de Arquitectura SCALAE, Marzo de 2006

«Es una cosa de piel, ¿viste?» (coloquialismo porteño)

Los edificios de la arquitectura moderna, si eran grandes, eran sumas de volúmenes que reflejaban cada uno su función especializada. Hoy día las articulaciones funcionales se desarrollan bajo una «envolvente» continua, llamada una «piel». Esa piel sustituye a las elaboradas composiciones de fachada, y con frecuencia también a las cubiertas, en una unica y continua superficie. Planteémoslo así: años atrás, en tiempos de la arquitectura moderna, el cierre vertical de los espacios tenía como finalidades, u obligaciones, las que siguen:

1. Proteger el interior del clima de afuera- porque ya Durand en 1805 había observado que la cabaña de Laugier era desabrigada.
2. El límite debía ser plano; parecer de un material artificial aparentemente sin peso, y en caso de presentar divisiones que éstas fueran a la manera de Mondrian (esa es la instrucción que recibí de un ayudante de proyecto varias décadas atrás).
3. Si manifestaba la estructura resistente esta debía consistir en líneas abstractas horizontales (vigas) y verticales (columnas).

Las superficies tensas y lisas del volumen como las proclamaron Hitchcock y Johnson en 1932 con ¨The International Style¨ resultaron ser un desastre constructivo y climático. Las innovaciones en la tecnología constructiva permitieron arreglar eso… con un precio. Ese precio fue declinar el «derecho al diseño total», la prerrogativa de los Primeros Modernos, que nada perdonaban, ni el mobiliario ni los picaportes de las puertas.
Hoy día, el límite o envolvente del espacio se elige o se compra hecho. Es un muro cortina eficiente, a prueba de agua y también a prueba de arquitectos y constructores «in situ». Esa piel no se puede ya «proyectar», pero es justamente lo que se ve desde afuera del edificio. Sustituye a la fachada. La producción artesanal era la materialización de los muy especiales diseños de los arquitectos, todo era hecho de medida. Así fue desde el Art Nouveau hasta mediados de siglo. En el Movimiento Moderno, los elementos debían parecer «standard» pero no podían serlo. De algún modo, ese modernismo era la continuación de la etapa clasicista elogiada por Summerson -un historiador- y por Lutyens -un arquitecto-.
En esa etapa los órdenes clásicos respondían a modelos consignados en los Tratados, pero cada autor podía diseñar «su» jónico y aún «su jónico para este edificio». En realidad no sólo podía sino que debía hacerlo, ya que el edificio sería construido artesanalmente, uno a la vez. De modo que los elementos de Arquitectura tenían la obligación de ser casi iguales a los de otros edificios, pero se los diseñaba para la ocasión, a menos que se los relevase directamente «del» Vignola. La situación actual es parecida y opuesta a la vez: los elementos son obligatoriamente «standard» -industrializados- pero la composición general deja algún espacio para la forma general del edificio. Esta, que probablemente será percibida desde un auto en movimiento, no es una forma detallada sino un «impresión general» de forma sin escala «arquitectónica» obligatoria. Como un objeto de «design».
En el final del siglo XX el «design» ha invadido así la arquitectura- su proyecto y su producción- con Elementos de Arquitectura muy especiales e industrializados. Los arquitectos y sus artesanos ya no son muy confiables, no pueden competir con una industria que produce lo «especial pero genérico»- por darle algún nombre.
Confiabilidad: este es el equivalente de «seguridad» para los nuevos elementos, por lo tanto para la Arquitectura en tanto que ésta es construcción. Podemos deducir que con la construcción avanzada actual hemos quitado el diseño detallado de los elementos a la arbitrariedad de los arquitectos y lo hemos entregado a diseñadores industriales, ahora anónimos, que trabajan dentro de las empresas que producen esos elementos. Seleccionar un «curtain wall» como antes lo hacíamos con los herrajes de puertas es algo parecido y diferente a la vez de seleccionar los Ordenes; con la importante diferencia de que el Elemento está diseñado y producido en detalle, no como los Ordenes realizados artesanalmente. Quizá debemos festejar el habernos liberado de la pesada carga de diseñar los elementos para cada nueva obra. En términos de proyecto de arquitectura, mientras estamos en escalas menores de dibujo -1:200, incluso 1:100-, el proceso es casi idéntico al que tuvo el arquitecto clasicista. La diferencia se manifiesta en escalas mayores o de detalle: allí las figuras de los elementos están plenamente definidas antes de esa fase del proyecto, y en el límite podemos suponer esa etapa cancelada, suprimida, o bien por el contrario, que el saber de antemano qué partes usaremos, invadirá todas las etapas anteriores del proyecto. La industrialización de la parte o subconjunto de la construcción la vuelve confiable y a la vez le quita el aura artística. La eficiencia no tiene aura artística, tiene el prestigio de la cosa probada. La eficiencia es una virtud de las cosas «bien
hechas». Las obras de arte en cambio son «originales», o sea inusuales, inesperadas incluso.
Interior y exterior Una de las características de la arquitectura moderna era la continuidad entre interior y exterior; su paradigma fue el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe, una obra con literal continuidad entre adentro y afuera.
En las obras actuales esa continuidad no es ya un valor. La nueva climatización exige una separación total entre el aire de adentro y el aire de afuera. Le Corbusier había imaginado en su edificio para el Ejército de Salvación de París un interior integralmente climatizado, y con su notable talento para las palabras lo bautizó como «l’air exacte». Le salió mal y la fachada que hoy vemos es otra diferente, con ventanas que se abren y protecciones exteriores, probablemente aprendidas de sus discípulos brasileños. Hoy día todos los edificios tienen «el aire exacto». De todos modos la continuidad entre interior y exterio sólo podía darse en la planta baja y en climas benignos, como sucede en esas casas que hizo en California Richard Neutra en los años 50, tan admiradas por los estudiantes- eran la versión habitable del Pabellón de Barcelona.
En los edificios actuales, en cambio, todo el exterior es de vidrio: transparente, translúcido, serigrafiado o de otro modo; continuo y excluyente del exterior. Cuando es transparente, se ve perfectamente el exterior, pero éste por definición está lejos.

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