4.11.2010
XII Premio SCA-CPAU de Arquitectura 2010, 1er. Premio
El aula satélite Nº536 Andrés Guacurarí, Colonia San Juan Bosco, San Pedro, Misiones, su comunidad fue trasladada a terrenos fiscales y, mientras ocuparon estas tierras, con muchísimo esfuerzo y casi sin ayuda construyeron su primera escuela de madera.
Una historia trágica
Por razones que ignoramos este predio fue vendido a una empresa yerbatera y, por motivos desconocidos, en febrero de 2005 la escuela fue incendiada inten-cionalmente. Después de este nefasto hecho, la escuela se trasladó a una casa de familia que prestó sus precarias instalaciones para que pudieran seguir dictando clases. Fueron trasladados nuevamente adonde cada familia pudo obtener definitiva-mente un terreno propio y, de común acuerdo, resignaron un porcentaje de sus lotes para constituir el predio comunitario para la escuela. Como carecían de todo tipo de medios y ayuda, volvieron a levantar una escuela de madera usando hasta las chapas quemadas del edificio original. Es en estas circunstancias que en 2005 los padrinos, Escuela Fishbach Coope-rativa, le solicitan a APAER la construcción de la nueva escuela.
La metodología de trabajo
En 2006 APAER hizo un convenio con el Banco Hipotecario para la donación de los fondos para hacer frente a la nueva construcción. Estos fondos cubrirían la totalidad de los materiales y el equipamiento, y como contrapartida, la comuni-dad debería proveer la totalidad de la mano de obra. Ese año viajamos un grupo de voluntarios de APAER con el fin de llevar a cabo los acuerdos necesarios y detectar los recursos materiales y humanos con los que íbamos a contar para poder llevar adelante la obra. Les presentamos un proyecto que ajustamos y acordamos con ellos. Se iban a construir 2 aulas, cocina-comedor y los sanitarios ya que contaban con 2 cargos efectivos, durante la obra y debido a ella, nombraron a la maestra de nivel inicial con lo que el proyecto debió ampliarse en un aula más y sumar la cocina y el comedor comunitario. La totalidad de los materiales iban a ser adquiridos en la zona con el objeto de usar recursos locales y además que la mano de obra estuviese familiarizada con la tecnología a utilizar. También tuvimos que capacitar a algunos de los padres que se iban a ocupar de construir la nueva escuela. Hicimos una serie viajes en momentos muy específicos, con la intención de se-guir el desarrollo de los trabajos y garantizarle así al Banco Hipotecario la cali-dad de las obras que se estaban llevando adelante.
• Resultados obtenidos
Tangibles
– Se instaló la red eléctrica.
– Se hizo la perforación para obtener el agua potable para la escuela y la comuni-dad.
– Se construyó una escuela de 3 aulas con servicios sanitarios y el comedor-salón social.
– Se rescató el monte frente a la escuela que iba a ser talado.
Intangibles
– Se transmitieron capacidades constructivas a miembros de la comunidad que luego fueron utilizadas en otros emprendimientos.
– La escuela se transformó en un lugar de referencia y pertenencia para la comu-nidad adonde se llevan todo tipo de actividades comunitarias que sin duda re-dundan en una mejora en la calidad de vida de toda la colonia.
– Debido a las nuevas instalaciones lo que era un aula satélite de la escuela Nº536 pasó a ser la nueva escuela Nº892 Andrés Guacurarí.
El proyecto
Para llevar adelante el diseño de la escuela debíamos tener en cuenta una serie de factores muy específicos.
El costo
Como es evidente el costo de este tipo de emprendimientos debe ser el menor posible ya que no contábamos con el dinero suficiente para hacer una construc-ción tradicional. Cada decisión arquitectónica debía ser verificada en el costo final de la obra. El costo fue de u$s130.-/m2 para la totalidad de los materiales necesarios para todo el emprendimiento.
La tecnología
Uno de los temas importantes que definió el costo es que no contábamos con una aislación térmica muy eficiente para resolver la cubierta, esto nos llevó a usar un sistema muy simple y efectivo de ventilación laminar del techo, esta de-cisión nos hizo que el techo fuera a una sola agua para extremar la eficacia de esta manera de mover el aire dentro de las aulas. Muchas de las decisiones constructivas fueron tomadas de acuerdo a las capa-cidades de los padres que iban a construir finalmente la escuela, así por ejem-plo, el techo se hizo de madera pero con muy pocos cortes ya que no tenían herramientas muy sofisticadas para hacerlo, la forma de las columnas es una muestra de ello y la manera de hacer las cabreadas es otro claro ejemplo de estos condicionantes. Las carpinterías también se hicieron de madera porque pudimos conseguir que la municipalidad done una serie de rollizos que habían sido decomisados a tala-dores furtivos y con mano de obra local pudimos hacerlas a un costo bajísimo. El basamento se hizo con ladrillos comunes de 0,30 y luego el resto de los mu-ros con ladrillos huecos de 0,18 con columnas de hormigón, que finalmente iban a anclar el techo de la succión del viento que en esta zona de la provincia son muy fuertes. En septiembre de 2009 pasó muy cerca un tornado y lo único que tuvimos que lamentar fue la voladura del sombrerete de la ventilación de la coci-na económica.
El programa
El programa de la escuela fue hecho en un todo de acuerdo a las normas que exige el Ministerio de Educación en lo que se refiere al tamaño de las aulas y a los requerimientos de accesibilidad para discapacitados, tanto a las aulas como a los baños. Cuenta con 3 aulas, servicios sanitarios, cocina, comedor-salón comunitario y galerías todo el largo de la escuela.
Conclusión
Es importante destacar para comprender la real magnitud de este proyecto que la escuela fue construida en su totalidad por voluntarios. Un agradecimiento a Cecilia Oliva, APAER, Banco Hipotecario, Escuela Fish-bach Cooperativa, Liriana Yuguet y a todos los padres y alumnos de la escuela Nº 892 Andrés Guacurarí.