27.5.2010
Entrevista a TOKI Arkitekturak, por Stepien y Barno
Entrevista al estudio gipuzkoano de arquitectura TOKI, formado por Amaia Casado e Ibon Salaberria. A pesar de su juventud, es un estudio con las ideas muy claras, totalmente volcados en el mundo de la enseñanza y construyendo una arquitectura cargada de coherencia y sentido común.
– Si os parece empezamos por el principio, ¿Cómo fue vuestro ingreso en la facultad?
Ambos estuvimos tentados por irnos a estudiar bellas artes, pero finalmente nos decidimos por la arquitectura. Las dos son carreras en las que el alumno tiene que proponer, pero lo que veíamos que sucedía en la arquitectura es que lo que propones además lo tienes que hacer. Esto va con la filosofía actual del estudio, y es una de las razones por las que últimamente no hacemos concursos de arquitectura. Nos gusta ver la arquitectura desde las propuestas hasta la ejecución de la misma.
– ¿Cuáles son los mejores recuerdos de la escuela en vuestra etapa como estudiantes?
Fue como una excusa para hacer proyectos todo el día, pero… fuera de la escuela. Nos juntábamos por la parte vieja de Donosti un grupo de alumnos (algunos de ellos ahora en Rulot) y nos poníamos a discutir sobre los proyectos de cada uno, pero siempre coincidía que era fuera de escuela. Bueno, en la asignatura de proyectos de sexto año tuvimos como profesor a Miguel Garai, y con él si que estuvimos muy metidos en la escuela. Era un hombre con mucha energía que provocaba discusiones.
En las escuelas se suele decir «vamos a corregir el proyecto», y en nuestra opinión, la idea debería ser presentar , comentar y discutir el proyecto, no corregirlo. No nos parece bien que alguien decida si está bien o mal lo que presentas. El gran error de muchos profesores era que cuestionaban las ideas en vez de facilitar procesos de desarrollo.
– Parece que entendéis la figura del profesor como un facilitador…
Lo que interesa es una idea que este dentro de unos márgenes del sentido común y sea bien desarrollada, eso es lo que tiene que provocar el profesor. De hecho, en muchas ocasiones comentábamos los proyectos con otros compañeros. De esa forma se podía hablar del proyecto. Es muy útil estar en contacto con alguien que esté un par de años por delante en la carrera. El profesor facilita procesos de trabajo, y el resultado no es lo que más importa. No es tan importante el gusto, lo bonito es discutir el proceso, aunque al final suele coincidir un buen proceso con un buen resultado. No creemos en la clase magistral del profesor de turno, sino en que los alumnos vayan aprendiendo sistemas de trabajo.
– ¿Qué ha cambiado de vuestros años de estudiantes a la actualidad en el ámbito universitario?
Los alumnos ahora ya no le dan la misma importancia a la asignatura de proyectos. Lo importante hoy en día es sacar lo académico adelante, no se aprovechan estos años para hacer cursos, talleres, ir a conferencias o simplemente vivir la calle.
– ¿Se puede decir que ahora los profesores dais más libertad al alumno?
Nosotros les animamos a que pongan el enunciado del proyecto en cuestión. Hay que darle una vuelta a las necesidades que nosotros proponemos, pues más adelante en la vida real se encontrarán en la misma situación. Incluso el formato es libre, tanto en cantidad como en dimensiones. En ese sentido somos menos estrictos. Como si quieren entregar un video, lo importante es que los alumnos expresen su proyecto como mejor consideren.
-Esta actitud «más fresca» de la que nos habláis ¿Se refleja en una relación más estrecha con los alumnos?
Tenemos una relación muy buena con muchos de ellos, pero en el fondo siempre saben que nosotros somos los que les ponemos la nota. Nosotros nos olvidamos de ello, pero al alumno le cuesta más. No les miramos por encima del hombro. La relación y la manera de trabajar son muy directas, no creemos en la figura del profesor subido a un pedestal. Algunos profesores siguen utilizando la palabra maestro y a nosotros eso no nos interesa.
– Quizás sea una manera, un tanto anticuada, de ganarse el respeto del alumno…
Antes parecía que estar en la escuela le daba más prestigio al arquitecto. Esta manera de aprender son mitos antiguos, es una actitud pseudomilitar en la que el alumno queda sometido al Profesor. No creemos en la relación de un aprendiz a las órdenes de un maestro que se produce en muchos casos una vez fuera de la escuela.
Queremos darles todo lo que no hemos recibido nosotros.
Con nosotros muchos profesores no tuvieron respeto, y eso es algo que valoramos mucho. Tanto del alumno al profesor, como del profesor al alumno deben procesarse respeto mutuo. Intentamos quitarles el miedo al profesor, hablar sin miedo del proyecto, les damos libertar para que hagan lo que quieran pero que lo expresen bien. El objetivo es que se den cuenta que no somos sus enemigos, sino los que les facilitamos el camino para que puedan aprender.
– Sabemos que os interesa mucho el mundo de la arquitectura y los niños, ¿Qué nos contáis sobre ello?
La educación no está solo en las escuelas. Lo mismo que se educa sobre la ciudadanía hay que educar sobre el espacio urbano, ecuación de base, de primaria. Tenemos que enfocar nuestros escuerzos a la educación de los más pequeños, que un niño sepa lo que es una buena casa, bien situada, que los niños tengan una base distinta a los adultos.
– Si os animáis, nos gustaría saber cuales son los rasgos de vuestra personalidad que os complementan el uno al otro. ¿Cuáles son vuestras fortalezas y debilidades?
La fortaleza de Amaia, es que allá donde va siempre resulta encantadora (risas). Tiene una gran capacidad de empatizar con el otro.
Como debilidad de Ibon diría que es un tanto desordenado y como fortaleza que es muy realista con el cliente, sobre todo a cumplir el tema de organización y precios. Esto es fundamental, aunque a muchos arquitectos nunca les ha importado si el constructor se arruina. El trabajo no puede ser caprichoso, sino que tiene que ser responsable.
Otra virtud es su generosidad, no se guarda nada para él, le gusta compartir. Por ejemplo el tema de nuestro blog, va en esa línea. Cuanto más compartas en la red más recibes. Si yo comparto otros comparten, y si se vuelca en la red un detalle constructivo igual alguien hasta te lo corrige. Lo que te da la red es siempre imprevisible, pero siempre intuyes que algo llegará. Hay que cambiar el chip. Las ideas no se pueden copiar tal cual, al coger algo interesante y luego desarrollarlo se cambia la idea inicial en gran medida.
– ¿Cómo es vuestro día a día?
Más o menos venimos a las 8.30 y aquí estamos hasta la noche, y algunos días incluso comemos en el estudio, a la hora que nos entre el hambre, no hay horarios rígidos para nada. Disfrutas de tu espacio ya que te organizas como quieres. El estudio tiene un aire doméstico que le viene muy bien, e incluso eso anima a que aparezcamos por aquí el fin de semana. Eso si, a pesar de que tenemos un sofá-cama con previsión de posibles noches en vela, nunca lo hemos hecho. Los sábados los aprovechamos para avanzar con temas más «improductivos» como ordenar el blog. Los jueves y viernes, nos toca ir a la escuela.
– ¿Cómo os complementáis a la hora de redactar los proyectos?
No discutimos nunca sobre la forma o la estética de nuestros proyectos. Lo que sí que discutimos es cómo cuestionar al cliente las necesidades que cree que tiene. Tenemos plena confianza el uno en el otro, y lo que hacemos es matizar las propuestas. Los proyectos van pasando de uno a otro sucesivamente y van evolucionando poco a poco. Todo lo hacemos de una manera muy natural y fluida.
– Sabemos que os gusta tener un trato muy cercano con el cliente ¿Cómo suele ser esta relación?
Con los clientes tenemos mucho contacto. Les solemos decir que nos escriban sus necesidades, e incluso alguna vez les hemos pedido que escriban todo lo que hacen durante el día, para que así sean conscientes de cuales son sus hábitos actuales. Intentamos ser lo mas objetivos posible para organizar el espacio. Nos gusta que el cliente se plantee seriamente si lo que está pidiendo es una verdadera necesidad.
– ¿Cómo se lleva que vuestra profesión en gran medida sea también vuestra pasión?
La arquitectura para nosotros es algo superpasional, que tiene como objetivo que el cliente se quede satisfecho. En nuestro caso es cierto que se mezcla tu pasión con lo productivo, y a veces los conceptos chocan. Esto es como la religión, que cada uno la debería guardar en su casa como práctica íntima. Hay que aprender a hablar otros lenguajes para que todo el mundo te entienda.
En este sentido somos muy poco pedantes. Para nosotros lo importante es llevar a cabo unas ideas, a las que hemos llegado de la mano del cliente. Son necesidades que se pueden controlar, y al cliente le ayudamos a que se plantee situaciones futuras, para responder con la arquitectura.
– Desde vuestra experiencia en el mundo laboral ¿Cómo veis actualmente la profesión de arquitecto?
Los arquitectos tenemos que demostrar que valemos, y que realmente somos necesarios. En cada oportunidad que tenemos hay que hacerlo lo mejor posible sin vendernos a la mera producción constructiva, aunque con esta actitud corras el riesgo de perder algún trabajo.
La figura del arquitecto, ha pasado una actitud de semidiós a una actitud de irresponsabilidad. Hay muchos arquitectos que ejercen la ley del mínimo esfuerzo, y ahí nunca aparece la arquitectura.
Para que la arquitectura aparezca es necesario el tiempo. El rendimiento de tiempo real de producción no es ni la mitad del tiempo que estamos en la oficina. Muchas veces tenemos la sensación de ser poco «productivos» desde un punto de vista empresarial.
– Os gusta hablar de que el proyecto no termina cuando se entrega en el colegio, ¿cómo veis el desarrollo de vuestros proyectos?
Para nosotros el proyecto no termina cuando lo visamos, luego viene lo que denominamos el proyecto del proyecto. Supone un largo proceso, que se prolonga a la propia obra en la que en muchos casos volverán a aparecer nuevos planos para ajustarse a la realidad del día a día. Cambia bastante el proyecto del básico al de ejecución, todo evoluciona.
Buscamos la manera en que la arquitectura se adapte exhaustivamente al cliente.
– ¿Tenéis alguna preferencia o gestos en vuestros proyectos?
Lo del nombre de «Toki», por un lado significa «lugar» y por otro «situación». Por ello intentamos meternos siempre en la situación de cada proyecto, que es algo que traspasa al mero discurso del contexto.
Por otro lado siempre aparecen temas recurrentes como los espacios compartidos (tanto exterior como interior), hacer más con lo mínimo, concentrar los ingredientes, que pasen muchas cosas en poco espacio y sacarle el mayor rendimiento a cada metro cuadrado.
– Se ve en vuestros proyectos una actitud comedida y muy consciente del costo global de la obra. ¿Podríais contarnos como enfocáis este tema en vuestro trabajo?
La preocupación por tema económico de la obra debe estar muy presente en el proyecto. Nuestros clientes son gente muy joven y por lo tanto adquirimos mucha responsabilidad, para que la gente no se gaste más dinero de la cuenta.
No le damos mucha importancia a la estética, lo importante es concentrar, limpiar, y que todo sea muy útil. Si el acabado es de una madera mejor o peor, no nos importa mucho y si hay que ir con el cliente a elegir el material se va.
– ¿Cuál es vuestra actitud ante tradición en vuestra arquitectura?
Teniendo la capacidad técnica que tenemos hoy en día, no podemos construir como hace un siglo. Hay que ser consecuentes con el entorno y no ser tradicionales por imagen. ¿Hay que preguntarse como queremos vivir?
Lo «japones» nos gusta por eso. Para ellos la lectura de los espacios de hoy es igual que antaño, no se supeditan a la estética. Sin embargo, aquí parece que se nos exigen que la arquitectura para no ser rompedora se tenga que someter a una falsa estética de los caseríos tradicionales. De los caseríos podemos heredar ingenio pero no podemos olvidar que eran viviendas y auténticas fábricas en un mismo elemento y lógicamente tenían las limitaciones técnicas de su época.
– ¿Cómo veis el tema de la participación ciudadana?
En el espacio urbano está habiendo propuestas muy buenas de participación, en las que se le pregunta a la gente como puede ser este espacio. También es cierto que si se hace la pregunta mal y a destiempo, es un desastre. A las administraciones les encanta regular todo, cuando en general las cosas tienden a autorregularse. El problema es que se plantea la pregunta después de pensar, y tenemos que preguntar antes de pensar. La participación no consiste en dejar votar a las personas por el proyecto que más les guste, lo que se debería hacer es introducir el concepto de participación en el proceso del proyecto.
– Y para terminar ¿Cuáles son vuestros planes y expectativas para le futuro?
¡Complicadas!.
No pensamos mas allá de dos meses, y eso quizás no es bueno, algunos proyectos que tenemos terminados no se van a ejecutar por la crisis. No tenemos expectativas de crecer, y eso es lo que nos salvará económicamente ya que no tenemos que alimentar una gran estructura. Si no entra ningún proyecto, lo generaremos. No sería la primera vez. Quizás si no entra nada, ¡tenemos la oportunidad de escaparnos un año fuera!
Entrevista realizada por Stepien y Barno en el blog: http://www.stepienybarno.es/blog/
Fotografías cedidas gentilmente por el fotógrafo Asier Larraza