31.10.2011

Charla con Zaida Muxi

Zaida Muxi concedió una entrevista a Stepienybarno. La protagonista  habla de sus comienzos, de su llegada a España y de cómo enfoca su actividad educativa.

– Podemos empezar por la llegada desde Buenos Aires allá por el año 90, ¿cómo se produjo?
Bueno, terminé la carrera en el año 88 y en el 90 me vine para aquí. Hubo varias razones, pero la más importante era la de ir a ver lo que habíamos estudiado. Desde las civilizaciones clásicas, hasta el último arquitecto contemporáneo, todo lo que habíamos estudiado estaba en Europa. Aunque me tocó estudiar en los primeros años de la recuperación de la democracia en Argentina, momento en que empezaron a aparecer cátedras que habían estado prohibidas en la dictadura y que trataban arquitectura latinoamericana, casi no había documentación y todo lo que estudiábamos era de fuera. En la universidad trabajé dando clases en Indumentaria textil, una de las cinco carreras que se crearon en el año 84 dentro de Arquitectura. Daba clases porque me gustaba, no por lo que cobraba. Nadie podía vivir de la Universidad, ni como profesor asociado ni como catedrático.

– ¿Qué es lo que te animó a venir a España?
Venir a España, era lo más natural, mi madre es asturiana y mi padre era hijo de catalanes. Viajamos con mi compañero que tenía su padre en Canarias, pero nuestra elección estaba entre Madrid y Barcelona ciudades que yo había ocasión de conocer con 15 años en un viaje por Europa. Barcelona me había gustado mucho y teníamos amigos aquí, así que decidimos que vendríamos a Barcelona. Si bien desde los 15 años sabía que quería estudiar arquitectura, durante la carrera trabajé principalmente como diseñadora y productora de moda, tenía mi propia pequeña empresa, por lo que mi experiencia profesional al hacer el traslado era fundamentalmente en moda.

– Pero tú ya tenías experiencia en obra como arquitecta, ¿no?
Cuando vine aquí, como experiencia tenía la reforma de la casa en la que vivía, alguna colaboración y visitas de obra que hacía con mi padre, que era ingeniero. Pero creía que no sabía tanto de arquitectura como para ir a un estudio por ello en un comienzo busqué trabajo en el mundo de la moda, fue un error. No se entendía que habiendo estudiado arquitectura hiciera moda y cuando a la teórica incongruencia entre estudio y práctica les decía en Argentina que estudiaba moda, me miraban como si allí fuésemos aún indios vestidos con plumas (jajaja). Fue un error por mi parte ya que aquí eran los 90 y me perdí el período pre juegos olímpicos donde había muchísimo trabajo en arquitectura. Trabajé en una fábrica de ropa dirigida por argentinos, primero de manera ilegal, después legal, aunque entretanto me echaron de España. A pesar de ser hija de española en ese momento la ley no me reconocía el derecho a recuperar mi nacionalidad, por lo que hasta finales de 1991 en que fui a Argentina, y desde allí pude solicitar mis papeles para regularizar mi situación. A principios de 1992 dejé la fábrica y conseguí trabajo en un estudio en Barcelona, para realizar unos equipamientos deportivos en Canarias. Estudiar había sido uno de los objetivos de mi viaje sin embargo el trabajo en la fábrica no me dejaba suficiente dinero ni tiempo para estudiar.

– Fue entonces cuando te apuntaste a los cursos de doctorado.
Tuve que esperar un poco más. A finales del 93 cuando, con una nueva pareja, me fui a vivir a Sevilla. Allí realicé la rehabilitación de la casa en la que vivíamos, aquello me trajo otras obras y a partir de los medios económicos de esos trabajos pude acceder a los cursos de doctorado. El primer contacto con la universidad de Sevilla fue a raíz de haber realizado una revista para Argentina sobre casas sevillanas, a raíz de ella había contactado con arquitectos sevillanos entre ellos, Gonzalo Diaz Recasens que me invitó a trabajar, a colaborar con él y su grupo de investigación en la Escuela Tecnica Superior de Arquitectura de Sevilla. Siempre estaré agradecida con Gonzalo por la oportunidad que me significó, es mi primer contacto con la escuela, que después se vería reforzado con los cursos de doctorado que comenzaría en el curso 95-96

– Y te doctoras en el 2002…
Sí, aunque ya vivía en Barcelona con una nueva pareja (risas) la tesis la presenté en Sevilla. Había empezado a trabajar el posible tema de tesis con Gonzalo Diaz Recasens, aunque también era sobre Buenos Aires, no me convencía del todo ya que se tenía una componente más histórica. Se trataba de una investigación que enlazaba con el grupo de investigación “la casa y el lugar” que dirigía Gonzalo y enfocaba la evolución de la parcela y la vivienda en Buenos Aires. A mí me interesaba algo más contemporáneo. Un día charlando de ello con Carlos García Vázquez, profesor de la Escuela de Sevilla, le dije que quería entender qué pasaba en la ciudad contemporánea y en Buenos Aires en ese momento. Él me preguntó si tenía director, yo le dije que con ese tema no, entonces me dijo que le interesaba el tema y que me llevaría la tesis. Carlos acababa de presentar su tesis Berlín – Potsdamer Platz: metrópoli y arquitectura en transición y entonces empezamos a trabajar en la mía. Los teóricos que la fundamentaban eran Saskia Sassen, Manuel Castells, y Jordi Borja. Por ello, viviendo en Barcelona, me dije “ya que estoy en la ciudad donde está Jordi Borja, tengo que lograr trabajar con él”. Intenté varios contactos y aunque tenía amigos que lo conocían, no logré que nadie me lo presentara, así que finalmente fui y yo misma me presenté. La verdad es que cuando lo conocí me di cuenta que es muy accesible, recibe a todo el mundo. En la entrevista le dije que quería trabajar con él y le propuse un intercambio. Puesto que él tenía conexión con Buenos Aires y le llegaba información muy interesante (no accesible para mí), me ofrecí para leer todo el material que él recibiese. Le dije que le haría resúmenes y que se lo explicaría. Así los dos saldríamos ganando. Le dejé lo que tenía escrito y a las dos horas me llamó. Según me explicó en esa llamada acababa de leer una tesis de otra argentina que le había parecido muy mala y que no sabía si por eso o porque era bueno mi trabajo, pero la cosa es le interesó lo que yo había escrito. Continuó diciendo que tenía que hacer un libro sobre el espacio público en tres meses y que si quería hacerlo con él. Contesté que sí y al día siguiente empezamos. Con el libro finalmente fueron seis meses, pero trabajando con él me quedé tres años. Hicimos muchas cosas juntos y aprendí muchísimo.

– ¿El trabajo era siempre entorno al espacio público?
No, no. Aparecieron otros temas. El espacio público era el tema del primer trabajo que luego resultó en el libro “Espacio público: ciudad y ciudadanía”. En un principio mi trabajo era hacer una revisión bibliográfica, realizar anotaciones etc. sobre el libro. Pero, finalmente resultó en un trabajo de colaboración intenso, de alguna manera fue escrito a cuatro manos y aunque en un primer momento me dijo que constaría como colaboradora, finalmente soy coautora del mismo. Eso fue muy generoso por su parte. Después hicimos muchas actividades y trabajos, siendo el último unos seminarios que realizamos en el COAC sobre México, New York, Berlín y la última sesión sobre ciudades españolas: Madrid, Bilbao, Valencia y Barcelona. Posteriormente, hemos colaborado en distintos proyectos. Además, realicé el máster que él impartía y hoy seguimos muy amigos, de hecho, tanto el libro de mi tesis “La arquitectura de la ciudad global” como mi último libro en coautoría con Josep Maria Montaner “Arquitectura y política” lleban un prólogo de Jordi Borja.

– Y ¿cómo fueron tus comienzos en el mundo docente?
La enseñanza siempre me ha fascinado. De hecho en Argentina y Sevilla también impartí clases y realicé talleres, seminarios etc. Cuando empecé en Urbanismo en Barcelona tuve que aprender muchísimo, ya que el urbanismo que yo había estudiado no era el que podía aprenderse en Barcelona. Pero ya era doctora y además podía aportar una mirada diferente de la que aquí se tenía. Desde entonces, he dado muchísimas clases. Durante dos años, los cursos 2004-2005 y 2005-2006 realizamos con Montserrat Rivas, a pedido del director de la ETSAB, un curso experimental que uní los cursos de dibujo y de proyectos de primer año de la carrera. Colaboraron con nosotras dos jóvenes arquitectos, primero Ariadna Perich y después Roger Such. Fue una experiencia fantástica. La propuesta del director me había llegado porque en mis primeros años como profesora en la ETSAB (yo entré como profesora en febrero de 2003) había organizado dos cursos de proyectos uno independiente y otro en el grupo de proyectos de Ramón Sanabria para que los estudiantes participaran de concursos. El primero fue Elemental Chile, en el que uno de los grupos ganó y se fue para allá. El segundo curso que finalmente realicé con Eva Prats y Enric Steegman fue para participar en la Bienal Iberoamericana de Perú del 2004, sobre temas de emergencia. En la escuela propusimos dos temas de vivienda para emergencias sociales, uno para mujeres maltratadas y otro para emigrantes. Los estudiantes tenían que elegir para quienes trabajar a partir de unas conferencias que recibimos de la mano de diferentes personas que nos podían hablar del perfil de estos grupos, desde arquitectos sin fronteras (ASF) hasta terapeutas que trataban con mujeres maltratadas, etc.

– ¿Viste mucha diferencia entre los alumnos argentinos y los alumnos españoles?
Cuando llegué a las escuelas de aquí lo primero que me sorprendió fue que estaban muy limpias y apolíticas. En Argentina la estructura docente es jerárquica, no el trato con los y las estudiantes. Allí un catedrático de proyectos (o de otra materia) tiene un taller vertical desde Proyectos I hasta Proyectos V. Cada curso de proyectos tiene un adjunto, digamos un teórico que no tiene grupo de prácticas a su cargo. Después hay un jefe de trabajo prácticos, que coordinan a los asociados que son quienes tienen grupo de prácticas. El ratio es 20 alumnos por asociado y muchos de los asociados son becarios que no cobran. Pero, realmente, es un trato muy de tú a tú y en una corrección puedes tener la visión de todos ellos. Aquí, la tarima y la distancia, fueron las que más me sorprendieron. Creo que con el tiempo se ha ido democratizando un poco, como es lógico los profesores jóvenes tienen otra actitud. En Argentina con el Catedrático de Proyectos te ibas de copas después. Recuerdo, una vez, una discusión en Sevilla, donde decían que había que mantener la distancia por el respeto. Yo creo que el respeto no tiene que ver con la distancia, sino con otras cosas. El respeto tiene que ver con que te respeten porque lo haces bien, o porque lo que dices es interesante.

– De tu experiencia como docente, si tuvieras que sintetizar las fortalezas de un buen profesor, ¿cómo lo harías?
Que te guste estar rodeado de gente, que te pregunten, que te cuestionen… Que te guste estudiar e investigar. Que estés dispuesto a dialogar y que consideres que es un hecho meramente temporal el que tú seas el profesor y la otra persona estudiante, no eres “superior”. En definitiva, saber dialogar y acompañar a los estudiantes a que encuentren sus herramientas. Y sobretodo lo que me importa transmitir es que sean conscientes de que lo que hacemos como arquitectos o urbanistas, tiene un impacto muy grande, por mucho tiempo y en mucha gente.

– Y ya en los Masters, ¿crees que esas relaciones son distintas?
Bueno, eso como todo, depende de las personas que estén al frente. Las escalas y los tiempos que se usan para cada estudiante han de ser diferentes. Cuando hacía el curso experimental de primero, recuerdo como un profesor me decía que los alumnos no sabían nada y que los textos que tratábamos eran demasiado complejos. ¿Cómo se puede decir que no saben nada? Viven en casas, viven en ciudades…, su propia experiencia ha de servirles para poder pensar, vienen de una formación secundaria donde han hecho investigación y lecturas. Lo que sucede es que son jóvenes, obviamente, pero no que no sepan. Para mi hoy puedes leer algo y tendrás un tipo de lectura y comprensión, mañana leerás lo mismo y sacarás otra visión de ella. Los alumnos de Bachillerato vienen sabiendo leer e investigar, pero de alguna manera en la carrera lo perdemos. Ahí los profesores hacemos un flaco favor a la autonomía de las personas, cuando en algunas materias no animamos a leer, ni tampoco a hablar. Llegando incluso a mandar callar creyendo que únicamente el profesor tiene la razón. Desgraciadamente, aún hoy predomina que han de hacer las cosas para intentar agradar al profesor y eso además de inadmisible puede ser muy frustrante, ya que tendrán que agradar cada año a alguien distinto, sin saber por qué ni para qué hacen las cosas y por supuesto sin responsabilidad ya que “lo dijo el profesor”. Estas formas de docencia llevan a que te encuentre con que los y las estudiantes te preguntan “¿Cómo te gusta que lo haga?” la respuesta tiene que ser “De ninguna manera, sólo hazlo bien, de aquella manera que “Tú” puedas explicar y defender.”

– Todos estos temas que tratas en la Universidad, son muy parecidos a los que tratas en el mundo laboral, ¿verdad?
Claro, uno va con su mochila y no puede dejarla. Cuando doy clase de urbanismo, asumo que es una visión subjetiva. Nunca hablo de urbanismo sin hablar de las personas ni del derecho. Considero que no hay posiciones objetivas y por ello es importante explicar desde dónde haces las reflexiones, desde qué posición ideológica eliges ejemplos, analizas y explicas. Ya que no hay una posición única ni verdadera, ni universal ni neutral…

– Somos sujetos y todo es subjetivo…
Eso es. Desde cómo miras, cómo lo explicas, cómo se elabora en tu mente y qué seleccionas para explicar. Claro que si no te dejan pensar, tampoco te dejarán responsabilidades como persona.

– Adaptarse a la ciudad de manera muy parcial, ¿imposibilita cumplir con todo?
Sí, hay que entender la complejidad de las cosas. Si solo se analizan coches, calles, plazas y no se piensa en cómo se relacionan esos espacios a distintas escalas, habrá riesgos de hacerlo mal. Siempre hay razones técnicas con un tipo de valoración, pero también hay otras razones que uno mismo introduce, que ayudan a entretejer esa complejidad y llegar a una solución más completa.

– Y ya para terminar esta primera parte de la entrevista, cuéntanos como responden los alumnos a tu forma de ver el urbanismo, que tiene que ver mucho más con la civitas que con la urbis de la propia ciudad.
Cada vez están más acostumbrados a estos temas. Pero hay de todo, hay alumnos a los que les interesa mientras otros preferirían que no se les agobiase con estos asuntos. Dos experiencias contrapuestas, la primera: hace ya cuatro años que con Josep Maria Montaner damos el curso optativo de Arquitectura y política, el primer año que la hicimos para algunos estudiantes resultó un respiro, ver que había otras formas de afrontar la profesión. Les abríamos el abanico y veían más posibilidades de acción. Pero también hay estudiantes que no les interesa esta aproximación más compleja y la malentiende, creyendo que este interés por la complejidad real lleva a sólo interesarme por una arquitectura popular dando por hecho que no me interesa Koolhaas (por poner un contrapunto). Nada más lejos de la realidad.

– En muchos de tus escritos hablas de la Ciudad Sedada, McDonalización…
Ese último término lo usa Ritzer para referirse a la sociedad contemporánea, la idea de la falsa variedad de un McDonald en la que está todo pautado pero te hacen sentir que puedes elegir y en donde todo, a su vez, es diversión. La ciudad es para divertirse, para no comprometerse, la idea del “yo tengo y no me importa el otro”. Ahora, con la crisis, nos hemos dado cuenta de que ser “el otro” está más cerca de lo que creíamos. Pero no pasaba en los 90 , ni en los primeros años del milenio, donde una Europa económicamente boyante, consumía sin mirar de dónde gastaba y finalmente terminó por emborracharse.

– Aquí, en Barcelona, con la cantidad de turismo que llega cada día, ese concepto es impresionante.
El turismo es un problema complejo, ya que de una manera u otra, si podemos, todos somos turistas. No se puede negar ya que hoy constituye una fuente económica de ganancia y de generación de empleo. El problema es cuando el turismo revierte en negativo a la ciudad, cuando se la engulle, , como pasa en Barcelona. La ciudad no ha sabido poner unos límites ni reglas del juego claras, de hecho, esas reglas las ponen los propios operadores turísticos. El turista individual también se siente decepcionado, no le interesa la masificación, esa suciedad, ni la ciudad pensada para el turismo en masa, sin calidad. Barcelona tenía que haber estado más confiada en la capacidad que tiene para atraer y en que esa capacidad tiene que ver con la historia de la misma. No tiene que ser todo tan artificial y controlado, la cultura tiene que emerger y no partir desde arriba de un modo estéril. Parte de la cultura deriva de la contestación, del inconformismo y de las alternativas. Hay que dejar espacios para que existan estas culturas subterráneas, pero claro si una ciudad es pequeña y el suelo es caro, ciertos grupos no se pueden instalar. Es necesario que el gobierno haga políticas de apoyo real al creador, sin que sean grandes producciones, grandes conciertos… sino para otro tipo de producción más de barrio, más de base. Una cultura ha de estar enraizada, lo otro es la industria cultural que produce productos esperables y estándares para la cultura del entretenimiento.

– ¿Esto podría ser la diferencia entre lo que ha pasado en Fórum y lo que está pasando en el Borne?
La historia de Barcelona está ligada a los grandes eventos, antes de llegar al Forum 2004 tiene tres grandes episodios de crecimiento ligados a los grandes acontecimientos que significaron una inversión extra que no se hubieran dado de otra manera: La exposición de 1888, la exposición de 1929 y los Juegos Olímpicos de 1992. No se puede abusar de estos sistemas, ya que aunque permiten dar ciertos pasos hacia delante, también tienden a olvidar a la gente y sus necesidades más próximas. Después de un gran acontecimiento se necesita una etapa de cataplasma, en el que sanar heridas generadas, pero si se abusa del evento continuo las heridas no se curan. En 2004 no había pasado el tiempo suficiente para justificar ante la población o para atraerlas a ser parte de otro evento, se tenía la sensación de que faltaban cosas en los barrios y que no estaban solucionadas. En el 92 los Juegos Olímpicos, se presentan como una oportunidad de realizar ciertas cosas que se pedían ya desde antes del 79, cuando tenemos los primeros gobiernos democráticos municipales. Además históricamente Barcelona tenía que haber sido sede de los Juegos Olímpicos en el año 36. Pero se los dieron a la Berlín Nazi, de modo que los pueblos democráticos decidieron hacer unos Juegos Olímpicos alternativos. Éstos debían inaugurarse en julio de 1936 y obviamente nunca se inauguraron. Son muchas las cuestiones que se aúnan para que el año 92 sea un momento adecuado para aquel evento, también hubo críticas y hubo gente que los sufrió. La idea inicial del Fórum que fue presentada ante la Unesco, era más un evento de capital cultural, una fiesta para visibilizar la ciudad y su sociedad. Sin embargo, años después, una vez aprobado por la Unesco, se decidió que el evento no tenía que repartirse por los barrios, sino que tenía que pasar en un lugar concreto, con la idea de potenciar toda una zona frente al mar. Aunque, es cierto que, a la gente que vivía allí le ha dado una calidad urbana que no hubiera tenido de otra forma, a mi modo de ver, urbanísticamente es poco interesante y para todo aquello que se hizo no era necesario organizar un evento especial. De hecho se ha generado una deuda que la ciudad aún tiene. En los 90, a pesar de tener gran confianza en la calidad de la ciudad, casi tenían que pedir a los turistas que fueran a visitarla y en el 2000 pasó a entrar en el juego global de las ciudades, siendo dominada por los grandes operadores turísticos. Para la inversión internacional Barcelona dejó de ser una desconocida y fue fácil dejarse llevar por esas mediciones que poco tienen que ver con la gente de los barrios.

– De alguna manera, es hacer de forma artificial, un museo de la ciudad.
Ciertos espacios buscan obedecer a un lugar McDonalizado, perfecto, limpio, seguro, de arquitecturas internacionales y donde cierta clase global se sentiría muy a gusto. Pero dentro de esa competición de la Ciudad Global (si es en la que supuestamente hay que entrar para que una ciudad no se quede estancada), creo que también se puede hacer de otra manera aprovechando lo que se tiene. En el proyecto del 22@, que como pasó en el Fórum es interesante en su idea base, había un tejido industrial de muchas hectáreas en medio del ensanche en el que urbanísticamente se propuso ir sumando capas. La normativa era del tipo premio, muy interesante, se iba aumentando la edificabilidad de los terrenos según una mayor aportación y diversidad de situaciones. Si se mantenía industria existente, si se recuperaba patrimonio, si se traía industria de nuevas tecnologías y se proyectaba vivienda, cada cosa creada iba sumando edificabilidad. Así se buscaba garantizar una ciudad mixta, aunque de momento no se ha conseguido. En todo el eje Diagonal se benefician los promotores privados de la mejora introducida por el proyecto 22@, .El problema no es donde la gestión pública actúa, sino lo que queda justo al lado. Hay mecanismos para proteger a los que viven en el barrio, para evitar desalojos…, pero no hay mecanismos para proteger a los que viven justo en la línea donde termina el área de actuación. Sufren el vivir en las obras y la presión del atractivo de ese sitio, que a ellos los convierte en indeseables. La mezcla de usos no se dio tan clara y urbanísticamente tampoco funciona muy bien. Es un zoológico de cosas distintas y no estoy segura que así se haga ciudad. Como dice Manuel de Solà-Morales son arquitecturas sin urbanidad.

– Otro tema importante es cuando hablas sobre “todo aquello que es diferente, es sospechoso”. El papel que juega el miedo en la sociedad en la que vivimos y en cómo se traduce eso en la arquitectura y en el urbanismo.
Se traduce en una arquitectura que se cierra mucho al espacio público. Un espacio público que deja de tener la característica de punto de encuentro. Un espacio para vigilar y que ciertas personas pasan a ser sospechosos si hacen uso del mismo. Hay una obsesión: Todo limpio y sin rastro, lo podemos comprobar en de cualquier manifestación, que quienes cierran las mismas siempre son los carros de limpieza recogiéndolo todo como si nada hubiera pasado. Existe el miedo al rastro pero la vida, deja rastro. Como esas arquitecturas tan frágiles, las de un centro comercial por ejemplo, que cuando están sucias dan muy mal aspecto y no pueden aguantar el paso del tiempo. Lo mismo le pasa a la ciudad y si creemos que la seguridad es limpieza, cualquier cosa que se salga de esa súper limpieza, es peligrosa.

– No hay lugar para todos…
No. En parte porque ese todos es un espejo en el que puede verse reflejado y a nadie le gusta darse cuenta de que puede ser viejo, o pobre… Vivimos en la inconsciencia. Si no se ve, no existe y eso es una derivación de la sociedad del consumo en la que vivimos, que nos hace ser inconscientes de todo. Saskia Sassen en su libro La Ciudad Global, distingue dos pares sociales en relación a la globalización. La Global class, que necesita de una Clase baja, gente invisible que les haga la casa, la compra, les cuide sus mascotas… dos mundos que se necesitan y viven un mismo espació, pero que, en realidad, tampoco se ven. Y el otro par sería La Clase media que consume cosas que son producidas muy lejos por personas casi esclavizadas, pero nuevamente invisibles en la distancia, Lo que permite el consumo inconsciente ya que Consume sin ver qué efecto producen los mismos.

– Todo esto provoca una privatización del espacio público muy poco esperanzadora, que habría que evitar.
En el mundo del miedo, en el mundo líquido que describe Bauman, “el otro” da miedo, es un espejo en el que no nos queremos mirar. Tendríamos que ser capaces de asumir esa diversidad y ver cómo podemos construir, generar espacios para todas y para todos. Habría que repensar cómo vivimos y cómo consumimos. Esta crisis debería servir para todo ello.

– Entonces se podría decir que tenemos dos opciones. La primera es que siendo técnicos y ciudadanos, podríamos crear políticas de participación para relacionarnos más con los ciudadanos, pero uniéndonos también con los políticos para crear un grupo y debatir. Y la otra opción sería crear conceptos de proyecto desde abajo, para exigir a los políticos.
Diría que tenemos muchas opciones, las que nombráis son muy válidas y añadiría una tercera que es como ciudadano individual, realizar un consumo responsable, como decía Josep Maria Montaner en un articulo de El País de hace un par de años, si nuestro papel es de consumidores podemos votar a través del mismo y cambiar prácticas abusivas. Comprar aquello que se necesite y en proximidad. Posiblemente si pudiésemos hablar más con la gente todo mejoraría y como técnicos deberíamos actuar y trabajar con grupos de los diferentes barrios, generar propuestas y alternativas para ir a ver a los y las políticas con soluciones.

– Seguimos con el mismo modelo que practicábamos en la época del movimiento moderno. ¿Por qué hay tan poca evolución en el campo del urbanismo?
Porque hay mucho dinero en juego. Teóricamente el discurso conceptual ha cambiado, pero la práctica es otra cosa. La zonificación ayuda a controlar y gestionar mucho más los usos y clases. Lewis Mumford ya lo decía en los años 60, que el modelo de suburbio hacía desaparecer al ciudadano. El hombre (ya que la mujer ya había sido secuestrada de lo político a través de lo doméstico y familiar) iba a la ciudad a trabajar, en su coche y estaba deseando terminar para volver a casa. No participaba como ser político en la ciudad ni tampoco en asuntos más barriales ya que llegaba agotado y el entorno del suburbio disperso no colabora en la creación de comunidad, ni de seres políticos. Este modelo e crecimiento del sueño americano a invadido todo el planeta, es eficiente al sistema de control y para que nada cambie. Esperemos que la crisis sirva para darnos cuenta de que ese modelo de crecimiento es insostenible, ya no puede ser, no hay territorio para seguir gastándolo así. Estamos en un proceso de cambio. Urbanismo y género, es otro de tus temas fundamentales de investigación… Es un tema en el que trabajo e investigo desde 2004, y que fundamentalmente desarrollo con el col·lectiu Punt6. El colectivo es de integrantes variables, actualmente somos 5 arquitectas y 2 sociólogas, e intentamos llevar a la práctica distintas actividades desde la investigación académica a la práctica de barrio. A principios de mayo, cuando en hicimos la primera Jane’s walk de Barcelona. Es una acción reivindicativa de la vida urbana en honor a Jane Jacobs que se realiza en su recuerdo. Esta primera caminata la hicimos por nuestro barrio que es Santa Catalina elegimos 3 sitios para pararnos y contar algunas historias, pegar frases de Jane Jacobs en las paredes, etc. No era un acto estrictamente reivindicativo de género, sino de reconquista de la ciudad. Salió muy bien e intentaremos trasladarlo a otros barrios. Con el col·lectiu Punt 6 hemos realizado entre otros trabajos: talleres de participación en barrios con agrupaciones de mujeres para reflexionar sobre la ciudad desde la experiencia feminina, Manuales para a aplicación de la perspectiva de género en la planificación municipal, etc. Para difundir nuestras actividades tenemos un blog Punt6 y utilizamos Facebook.

– ¿Notas si cada vez hay más estudiantes haciendo tesis doctorales enfocando estos temas?
Sí, claro. En este momento llevo dos doctorandas del col·lectiu que están tratando la perspectiva de género en sus tesis doctorales , Blanca Gutierrez Valdivia, que es socióloga y Adriana Ciocoletto que es arquitecta. Por otra parte, en el master Laboratorio de la vivienda del siglo XXI que codirijo con Josep Maria Montaner se han realizado varias tesinas desde una perspectiva feminista yd e género. Por ejemplo Roser Casanovas, ha realizado su tesina sobre la historia de las colonias industriales en Cataluña desde la perspectiva de la vida cotidiana. También hay sobre casas de acogida para mujeres maltratadas, sobre la escala de la ciudad, el barrio y la casa desde la perspectiva de género…etc.

– Prácticamente, se pudiera decir que sois todo un grupo de investigación.
Si, aunque no en términos formales ni legales. He obtenido tres becas de investigación del Instituto Catalán de las Mujeres en torno al género aplicado a la arquitectura y el urbanismo. Con esta última hemos llevado a cabo el primer trabajo del grupo de investigación de Urbanismo y género. En 2010, a su vez, recibí la beca Recercaixa en la que trabajamos con parte del grupo y no solo tratamos temas de género, es un estudio sobre la rehabilitación de áreas residenciales mono funcionales. Reorganizar el territorio a partir de potenciar algunas de estas zonas y otras no. Claro que, para ser un grupo de investigación hay que tener ciertas características que no cumplimos. Como os he comentado somos un grupo flexible, que aportamos experiencias vitales y profesionales diferentes al provenir cada una de un lugar, aunque ahora la mayoría estamos en Barcelona.

– Y dentro de los cambios que nos esta tocando vivir y que nos llevan a la creación de grupos de carácter más “informal” como vuestro punt6, ¿cómo ves el papel que juegan las nuevas tecnologías?
Yo creo que aun no hemos descubierto toda la capacidad que entrañan las llamadas nuevas tecnologías de la información, aunque se puede entrever en el papel que han y están jugando para difundir desde la propia experiencia directa lo que pasa (piénsese en el caso de la plaza Tahir de El Cairo,de las convocatorias de los indignados, y un largo etcétera). Quien genera la noticia también la transmite sin mediación y eso es un avance aun no suficientemente valorado. Los medios de comunicación más tradicionales y, por consiguiente, las fuerzas políticas que están detrás de ellos, ven en esta acción directa un peligro de comunicación incontrolable y a la vez menos manipulable. Las cosas de las que uno se entera son de manera más directa y real.

– Y esta nueva era digital, ¿es posible llevarla a la enseñanza? ¿a la Universidad?
En parte sí, pero es difícil. Creo que son complementarias. Se puede dibujar a mano y también hacer un render. Es otra capa, escalas diferentes en las que cada una aporta lo suyo. El gran problema surge cuando una de esas capas quiere eliminar a la otra. Hay que buscar un equilibrio, además de ser conscientes de que todo lleva tiempo y de que éste, es limitado. El tiempo que se invierte leyendo y respondiendo mails, el Facebook…, realmente agobia y trasladarlo eficientemente a la Universidad, no me parece fácil.

– Para terminar nos podrías contar cuáles son tus expectativas de futuro, ilusiones, anhelos.
Lo que me venga. Nunca he planeado mucho lo que iba a hacer. Simplemente voy haciendo. Seguro que tengo muchos planes, pero ya se irán concretando, cuando hago planes muy estrictos, éstos terminan por ser una carga que se me agobia no cumplir. Por ejemplo, quiero hacer un libro sobre Urbanismo y género, y es una carga porque no puedo hacerlo. Quizás sea más por educación que por género que los hombres están más educados tradicionalmente a seguir un único objetivo y un camino recto. Si vemos las trayectorias vitales de la mayoría de las mujeres, no es así. El otro día me preguntaron cuál era mi campo de conocimiento y no supe que contestar; ¿Género y urbanismo?, ¿Vivienda y ciudad?, ¿el Espacio público?… pero claro, todo eso es tan grande que es ridículo decir que soy especialista en ello. A su vez, ser especialista en una sola cosa me parece muy aburrido.

Fuente > http://www.stepienybarno.es/blog/2011/10/13/stepienybarno-charla-con-zaida-muxi-_-parte-1/http://www.stepienybarno.es/blog/2011/10/16/stepienybarno-charla-con-zaida-muxi-_-parte-2/

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