13.7.2009

Apuntes sobre desacuerdos, encuentros, y la importancia en reconocer y aceptar lo diferente

Síntomas y diagnósticos de un cambio (XII) Dentro de unas horas, menos de cuarenta y ocho, cuando este editorial atraviese el éter digital, se encontrará en el navarro valle de Ultzama un grupo de unas treinta personas comprometidas con la arquitectura española para plantear, debatir y poder precisar la medida de las distancias que separan sus concepciones sobre la naturaleza, la arquitectura y el pensamiento. Cuestiones que son de base y que interesan especialmente en su redefinición cuando se sospecha el estancamiento de lo heredado y aprendido y, en consecuencia, lo necesario de atender y registrar miradas desprejuiciadas y en sincronía con su tiempo.

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Se trata del Campus Ultzama, de la Fundación Arquitectura y Sociedad, primero de una serie de encuentros que en su irse sumando podrán dar cuenta de motivaciones y determinaciones profundas: principios, procesos y situaciones, en las voces de personas pertenecientes a la generación «próxima» de arquitectos españoles, en este primer encuentro de manera significativa procedentes del área central española, contrapuestas a las de otros arquitectos españoles de larga y muy reconocida experiencia, periodistas y críticos de arquitectura y, también, expertos sociales. Un encuentro a puerta cerrada con el objetivo de identificar algunas de las líneas ocultas que conectan o separan modos de pensar y hacer con independencia de cuestiones de edad, paisanaje o generaciones y, simultáneamente, con el objetivo también de resolver eficazmente un trabajo intenso que posteriormente pueda ser compartido a través de los múltiples formatos que ofrecen la red y los registros multimedia.

Quizás, a ojos perspicaces y a la vista de la nómina de participantes, lo notable del encuentro pudiera consistir en la verificación sobre el ancestral y platónico desacuerdo español, la realidad o leyenda de dos españas tan lejanas entre sí como la que antepone el proyecto a la construcción, lo abstracto a lo material, de un lado, frente a aquella otra que apuesta por la escala natural, los modos y maneras de hacer como base tanto ideológica como técnica, de otro lado.Un desacuerdo que desconoce en la actualidad representantes genuinos o puros pero que durante lustros ha servido para mutuamente desautorizar trayectorias y trabajos desde uno u otro lado de la barrera. Exhibicionismo de lenguaje y, su contrario, carencia de discurso usados como piedras de mutua descalificación. Sin embargo, el encuentro propicia una circunstancia profunda y de orden colectivo mucho más intensa: la exploración de formatos de convivencia intelectual y profesional en los que el objetivo íntimo no es la obtención del acuerdo, el consenso, sino todo lo contrario, la tranquila y educada pero trabajada y argumentada consagración de las diferencias.

Así, resulta suficiente un vistazo, incluso superfluo, a los documentos previos al encuentro que han preparado Andrés Jaque, Belinda Tato (ecosistema urbano), Daniel Ibáñez (margen), Emiliano López (López-Rivera), Eva Luque (los del Desierto), Fernando Oiza (koarquitectura), Francisco Cifuentes, Izaskun Chinchilla, Jesús Granada, Luciano G. Alfaya (mmasa), María Hurtado de Mendoza (entresitio), Néstor Montenegro (dosmasuno), Santiago Carroquino (carroquino | finner), Zuloark o Carlos Cámara por una parte, y Fredy Massad, Llàtzer Moix, José Yuste, Diego Fullaondo, María José Díaz de Tuesta, Guillermo Vázquez Consuegra, José María Ezquiaga, Carlos Quintáns, Javier Mozas, José María Fidalgo, José Miguel Iribas, Patxi Mangado y Carlos Ferrater por otra, para estimar que la grandeza de los planteamientos sobre arquitectura que hoy ofrecen los arquitectos españoles y las personas comprometidas con la arquitectura está mucho más en sus diferencias que en sus acuerdos. Hoy más que nunca resulta ridículo hasta el absurdo pretender una mejor relación con la realidad por parte de una tendencia en concreto, o incluso de una «escuela», cuando resulta que los propios constructores de la realidad, los arquitectos, reconocen y defienden el carácter fragmentado, caleidoscópico, de una realidad de mil caras que solicita mil y una maneras diferentes en abordarla.

Esta constatación, que es común a la del mercado y a la de la sociedad en general, evidencia más si cabe el desfase de los modelos corporativos, de los procedimientos reglados de camino único, la crisis profunda de lo colectivo cuando se pretende institucionalizado y que en los días que vivimos se manifiestan en debacles porcentuales de participación en las votaciones de elecciones políticas, en las dudas de unos y otros sobre el apoyo o no a reclamaciones sobre la esencia y competencia profesional o en el abandono por parte de los más jóvenes de las instituciones colegiales que, en vez de reconocer lo diferente, mantienen el empeño en restablecer lo igual.

Visto así, de entrada, el debate se plantea entonces, con independencia de edades y de tendencias, sobre las diferencias y los desacuerdos como la base de una sociedad posiblemente mejor adaptada a su tiempo y sus individuos…. En unas horas, como decíamos, el grupo de personas referidas sabrán algo más de sí mismos y de su circunstancia contemporánea en los ecos, miradas, voces y complicidad de gentes sutiles, contrarias, diferentes.

¿Participación? Sí, es posible y deseable contribuir en esta exploración mediante la aportación de cuestiones, preguntas, que como las formuladas por los participantes mismos del campus entre sí, a «próximos» o a «expertos», anticipan una fértil conversación coral. Aunque cuidado, conviene antes echar un vistazo a los documentos previos. ¿Preguntas nuevas? Por favor, enviar a a través de nuestro formulario de contacto, indicando que son «preguntas para el Campus Ultzama».

Y, en unos días más, el congreso de Valencia. ¿De verdad nos tenemos que poner de acuerdo?

Artículo incluido como editorial en la circular semanal «boletín SCALAE» en su edición 012
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