8.7.2021
Vivienda económica, notas CPAU
Durante una extensa vida profesional, nuestro estudio ha intervenido en muchos proyectos de vivienda económica través de múltiples planes oficiales: Plan Alborada, Plan de Erradicación de Villas de Emergencia (PEVE), Fondo Nacional de Viviendas (FONAVI), Programa Crédito Argentino (Pro.Cre.Ar).
Fueron distintas modalidades, políticas del Estado para encarar el tema del enorme problema habitacional que padecen los grupos sociales más vulnerables.
Después de cincuenta años de experiencia debería poder aportar algunas conclusiones sobre estos conjuntos. Pero no… no las tengo. Me animo a hacer comentarios referidos únicamente a una aproximación arquitectónica y urbana.
El Estado a través de entes nacionales, provinciales o municipales realizó licitaciones de proyecto y precio, convocando empresas constructoras a presentar una oferta económica y un proyecto que respondiera a bases y programas precisos e inamovibles en cuanto a número de unidades y superficies. En algunos casos se incluía equipamiento comunitario como escuelas, guarderías y áreas de deportes.
Y en la mayoría de los casos la evaluación del proyecto fue la puerta inicial para las adjudicaciones.
El trabajo conjunto de arquitectos/as, constructores/as y técnicos/as facilitó la incorporación de tecnología de prefabricación pesada, liviana o racionalización de técnicas tradicionales. Esto fue un punto muy positivo que lamentablemente no se da habitualmente.
Las unidades fueron y son un tema de búsqueda especial. Como alumnos de Wladimiro Acosta evitamos acercarnos a modelos inmobiliarios comprimidos, tratando de buscar pautas diferentes, interpretando las necesidades de sus posibles usuarios. Tal vez nuestro mayor aporte en este sentido haya sido la llegada y entrada a las unidades a través de la terraza en los barrios de La Matanza, San Isidro y otros. Este patio se convierte así en el ámbito central de la casa.
Los espacios públicos, en su forma y en sus usos fueron «moldeados» por los volúmenes construidos y con los escasos recursos disponibles (senderos de 1,20 m de ancho) se intentó generar lugares para estimular los encuentros comunitarios. En ese momento las propuestas de los Smithson, de Christofer Alexander, del Team 10 abrieron nuevos temas urbanos como las calles elevadas, el cluster, los lugares intermedios, la peatonalidad, temas que inundaron nuestras mentes.
Pero… todos los barrios de trescientas a dos mil viviendas, provenientes de esta política, han sido a veces alabados y más frecuentemente denostados por la opinión pública, especialmente por su dificultad de integración al entorno. Lo que sucede es que esta deseada integración no se resuelve solamente a través de la arquitectura; la conformación de grupos sociales parece ser un proceso mucho más paulatino, lento y complejo que la construcción del barrio, y necesita también acompañamiento en su desarrollo.
Desde esta óptica parecería que la ciudad solamente acepta formarse como sumatoria de pequeñas células adheridas entre sí, aunque este camino no dé respuesta a la escala del problema a solucionar.
Tal vez en lugar de condenar un sistema deberíamos pensar en reformularlo capitalizando las experiencias; y en vez de pensar en una sola aproximación, articular diferentes modalidades que respondan a situaciones locales, físicas y culturales.
Un concepto tan difícil como es el de escala debería ser punto inicial de cada proyecto. La vivienda colectiva económica es posiblemente el tema más difícil, interesante y demandante de nuestra profesión. Es una deuda de los arquitectos con la sociedad.
La REVISTA NOTAS CPAU (En línea – ISSN 2591-3484) es uno de los medios de difusión que ofrece el CPAU.
Pensada como una plataforma para el debate y la proposición de temáticas afines a los arquitectos, urbanistas, paisajistas y diseñadores que forman parte del Consejo, comenzó sus actividades en el año 2008 y continúa en la actualidad en dos formatos: impreso y digital.
Leé la nota original en > https://www.revistanotas.org/revistas/48/2534-vivienda-economica