13.1.2008

Vitoria, ciudad en el paisaje

En las últimas décadas, Vitoria se ha convertido en un ejemplo de urbanismo; una ciudad que había llegado a plantear ser reconocida como inédito que reclama una urbe que habla claramente de la conciencia ecológica y de la búsqueda de un crecimiento sostenible, los conceptos que han guiado la transformación urbana de los últimos años.

Esta voluntad de ser ciudad humana, en equilibrio con el entorno natural, no es nueva y queda reflejada en la creación de un anillo verde que, enlazando los parques de Zabalgana, Salburúa, Armentia y Olarizu, envuelve y limita la ciudad, al tiempo que pone en relación lo natural y lo artificial, recuperando el lecho del río Zadorra, permitiendo un nuevo recorrido que conecta el centro de la ciudad con el campo en pocos minutos y recuperando un sistema natural de circulación y drenaje del agua de la lluvia.

Crecer con límites
Vitoria ha proyectado su crecimiento con límites, sin querer anexionar los pueblos del entorno, dejando que éstos mantengan su identidad. En el año 2000, como en otras ciudades españolas, la falta de viviendas era ya un hecho acuciante. Para resolverlo y ante la falta de suelo urbanizable, en el nuevo plan general se decidió hacer dos ampliaciones al este y oeste de la ciudad, Zabalgana y Salburúa.
La celeridad con que la ciudad respondió al problema propuesto queda evidenciada en los tiempos: el plan fue aprobado en diciembre, en el 2001 se comenzó la urbanización y en el 2004 comenzaron a vivir los primeros vecinos.
Los proyectos de estos barrios, gestionados por la sociedad municipal Ensanche 21, con un 70% de vivienda pública, 24% de colectivas libres y 6% de unifamiliares, configuran una nueva relación entre naturaleza y ciudad. Unos concursos públicos continuos y de gestión ágil han sido la constante para determinar las arquitecturas que los están configurando. La calidad de la arquitectura es evidente, aunque a veces, como sucede en todas las nuevas actuaciones, el tamaño de las promociones genere una homogeneidad excesiva en la arquitectura resultante.
Los nuevos criterios de sostenibilidad son aplicados en el proyecto de las viviendas, en las que se potencia la utilización de sistemas pasivos de captación de energía, como son las galerías, al establecer la normativa municipal que su superficie no computa como edificabilidad.
La recogida de basuras queda resuelta en cada manzana con un sistema de recogida neumática centralizado, eliminando de las calles contenedores y suciedad.
Zabalgana pretende un trazado más orgánico, incorporando un lecho de río sobredimensionado en función de posibles avenidas extremas de agua. Sin embargo, el desafío de hacer un nuevo barrio que incorpore la naturaleza está más conseguido en Salburúa, donde se han recuperado unas lagunas, que habían sido desecadas para la producción agraria y que hoy son espacios del itinerario de las aves migratorias.
Además de parques, el nuevo barrio de Salburúa está equipado con ikastolas, residencias de ancianos, campos de deportes, comercios y oficinas.
Cada uno de los bloques y torres ha sido encargado por concurso a diversos estudios de arquitectura, como Roberto Ercilla y Miguel Ángel Campo, que han realizado varias manzanas; ITAU (Javier Gonzalez Lizasoain y Sergio García Legido), que utilizan diversos colores en las fachadas de sus bloques; Fernando Ruiz de Ocenda e Iñaki Usandizaga, que recurren a la madera en la fachada; Manuel, Iciar y Sergio de las Casas, quienes han proyectado dos de las torres que forman el acceso principal al barrio desde el centro de Vitoria y las otras dos torres que complementan este frente a la ciudad consolidada han sido proyectadas por el equipo de Mariano Bayón; e Iñaki Abalos y Juan Herreros, que son los autores de las cuatro torres pretendidamente bioclimáticas, que en un principio eran de uso mixto, y finalmente han resultado tres para viviendas y una para oficinas, y que actúan como hitos que definen el frente que da al parque.
De todas maneras, aún falta que pase el tiempo para demostrar la bondad de estos nuevos barrios en los que la densidad ha quedado posiblemente un poco baja. El efecto de ello puede ser una dificultad para conseguir calles con vida comercial y la presencia de paseantes y peatones por el área.
El desafío para los próximos años será repensar la ciudad hacia adentro. Ello requiere una actuación del pequeño detalle basada en la atención a sus habitantes, dirigida esencialmente en dos direcciones: en la ciudad antigua, especialmente en relación con los problemas de accesibilidad y de infravivienda, y en los polígonos residenciales de los años sesenta y setenta
que, como en otras ciudades de España, presentan grandes deficiencias edilicias, de espacio público, de equipamientos y de conexión con el resto de la ciudad.
Una actuación reciente en el espacio público del centro histórico, dentro del plan de movilidad que plantea priorizar los traslados peatonales, son los andenes móviles para acceder a la parte más alta de la ciudad, eliminando de esta manera el aislamiento que podían sufrir las personas mayores con dificultad de movimiento. Este sistema de escaleras mecánicas cubiertas, proyectada por Roberto Ercilla y Miguel Ángel Campo, que ganaron el concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento de Vitoria, ha sido pensado adecuadamente para el clima, sin olvidar criterios de seguridad. Está compuesta por una estructura liviana de pórticos de acero inoxidable que sostiene paneles de cristal. Estos cristales protegen de la lluvia, evitan la acumulación de nieve y controlan la luz solar, y, al mismo tiempo, evitan generar espacios invisibles y, por tanto, inseguros. Además, permiten la ventilación natural al dejar dos hendiduras, en la parte baja y en la parte alta del prisma de cristal.
Esta obra ha merecido una de las menciones especiales de la IX Bienal de Arquitectura Española del 2007, al valorar tanto su función urbana y social como su belleza y sutileza, concebida como repetición de piezas iguales que se van desplazando entre ellas. Al recorrer este espacio, el ciudadano percibe un efecto cinemático similar a los fotogramas de una película, en secuencias de un metro de distancia.
En definitiva, los nuevos barrios con un alto porcentaje de vivienda de promoción pública, el reforzamiento de un sistema perimetral de parques y las intervenciones que refuerzan el carácter público y la voluntad de inclusión en el centro histórico son algunas de las propuestas que están haciendo de Vitoria una ciudad con calidad de vida, enmarcada en un paisaje humano proyectado.

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