14.2.2012
Un nuevo urbanismo de transformación y reciclaje: Proyecto Estratégico para el Centro de Madrid
El documento corresponde a la intervención de José María Ezquiaga, con motivo de la sesión inaugural del Curso: "Madrid, una ciudad para las personas. El compromiso de la participación".
Refundar la validez y legitimidad social del Urbanismo
El boom inmobiliario ha alimentado durante años la ilusión de que el mercado era referente suficiente para fundamentar el urbanismo, en la hipótesis de que aquello que se podía vender era ya de por sí útil y socialmente necesario. Los Planes Generales desvinculados de las necesidades reales de los residentes han tendido a reducirse a poco más que “ensanches de poblaciones” y las normas urbanísticas amputadas de la vocación reformadora con la que nació el urbanismo (sol y aire limpio para todos) se han convertido en rituales muchas veces incomprensibles para el ciudadano común.
La cruda realidad de la crisis ha venido a desvanecer este espejismo, con las dramáticas consecuencias de todos conocidas, pero supone, también, la oportunidad de corregir la miopía de décadas anteriores y de reformular el urbanismo desde bases más sólidas y duraderas: la atención a las necesidades reales de habitación y calidad de vida de los habitantes.
Estos nuevos objetivos demandan reorientar el carácter de Planes y Proyectos urbanísticos para convertirlos en instrumentos de verdad flexibles y abiertos a la innovación, capaces de abordar el orden estructural de la ciudad: integrando coherentemente las estrategias ambientales, de vivienda, transporte, infraestructuras… sin perder por ello de vista la atención a las necesidades sociales reales: salud, primer acceso a la vivienda, deterioro de los barrios… y la sensibilidad hacia lo local: la historia y la geografía irrepetible de cada lugar.
A mi juicio, para conseguir este objetivo es necesario refundar la validez y legitimidad social del Plan urbanístico desde nuevos criterios:
a) Como expresión del valor el capital social, económico, espacial y simbólico de la ciudad existente, abandonando la ilusión del urbanismo de crecimiento y expansión indiscriminada. Priorizando, alternativamente, la activación del centro urbano, la reprogramación del suelo urbanizable vacante, el reciclaje del parque deficiente de viviendas, la integración y mixtura de usos y la cohesión social.
b) Como vehículo de la responsabilidad intergeneracional sintetizada en el concepto de desarrollo sostenible. Esta concepción del desarrollo tiene consecuencias esenciales sobre el enfoque convencional del urbanismo y la administración de los recursos al demandar una previsión de las consecuencias de los procesos de transformación espacial a largo plazo, así como la adopción de políticas que reflejen los costes reales del consumo del territorio y su impacto sobre los recursos no renovables… El Plan se puede convertir en un instrumento de garantía de los ciudadanos para conocer y decidir de manera efectiva en el futuro de su medio-ambiente y los riesgos inherentes a sus transformaciones.
c) Como marco de armonización o concertación de los intereses plurales presentes en la ciudad, entendiendo por tales no sólo los referidos a los actores tradicionales (Administración, colectivos vecinales, propietarios de suelo, constructores y promotores…) sino a las voces hasta ahora excluidas del discurso urbanístico convencional, especialmente las de las mujeres y los segmentos de población más frágiles (niños, ancianos, minorías culturales…)
d) Como instrumento útil para la gestión de los procesos reales de la ciudad y no mera liturgia burocrática. La complejidad social, geográfica, histórica y morfológica de las ciudades contemporáneas difícilmente se resigna al encasillamiento simplista en las categorías legales de la clasificación y la calificación del suelo. Estas categorías convencionales muchas veces suponen un serio obstáculo para afrontar eficientemente los problemas esenciales de la planificación contemporánea: la insostenibilidad de un modelo de ocupación y uso del territorio basado en el consumo masivo de los tres elementos básicos del medio-ambiente: suelo, agua y energía.
Reinventar Madrid en un mundo cambiante
El Proyecto Estratégico para el Centro de Madrid realizado por iniciativa del Ayuntamiento de la Capital, ha constituido la oportunidad de ensayar la sintaxis conceptual y propositiva de un nuevo urbanismo capaz de afrontar los desafíos derivados de globalización, cambio climático y transformación social a partir de la transformación y reciclaje de la ciudad existente.
El análisis de las grandes dinámicas del Centro madrileño puso en evidencia la necesidad de actuar con urgencia y decisión en cinco ámbitos esenciales:
– En la esfera social la década ha venido caracterizada por los rápidos cambios experimentados en la estructura y dinámica de la población madrileña. En los últimos años se han acelerado los movimientos espaciales entre las áreas intra y extra urbanas, la segregación y la desigualdad de la población madrileña debido a la incidencia de las migraciones y el enquistamiento de bolsas de marginación social. Adicionalmente, se ha experimentado un envejecimiento y desequilibrio de la estructura por edades, con una evolución diferencial entre barrios muy acusada, según que hayan sido receptores o no de emigrantes u objeto de transformación funcional. En términos generales, la población del Centro de Madrid se ha rejuvenecido como resultado de la aportación migratoria pero es llamativa la menor representación de los grupos de edad más jóvenes y en especial niños.
– En la esfera económica el Centro de Madrid ha evolucionado desde macrocefalia centralizadora a la pérdida de peso relativo respecto del entorno metropolitano. En la última década Madrid sigue la senda del modelo urbano anglosajón: creciente tendencia a la suburbanización metropolitana primero de las familias y en un segundo momento de instituciones y actividades económicas. Es el caso de las denominadas “ciudades financieras” y de los grandes equipamientos públicos relocalizados en la periferia. Este proceso es particularmente preocupante cuando se refiere a las actividades más innovadoras. Los obstáculos estructurales y normativos constituyen otras tantas dificultades que la ciudad ha de superar para atraer eficientemente a los espacios centrales talento e innovación.
– El alojamiento en el centro manifiesta una marcada heterogeneidad. Conviven procesos de modernización y de enquistamiento de amplias bolsas de deterioro estructural. En síntesis, puede afirmarse que la “burbuja” inmobiliaria experimentada durante la última década se ha manifestado en el Centro en una polarización de los procesos de “gentrificación” (atracción de rentas altas suburbanas a entornos de calidad rehabilitados) y de “ghettificación” (consolidación de grandes bolsas de deterioro residencial vinculadas a la inmigración, particularmente aquella de carácter irregular). Al igual que en el ámbito económico aparecen dificultades sociales, financieras y administrativas para implementar políticas eficientes de reciclaje y rehabilitación. Entre los obstáculos que deben ser superados destaca la obsolescencia de las previsiones normativas del propio Plan General de Ordenación Urbana.
– En relación con el espacio público y el paisaje se detecta un proceso de banalización y pérdida de identidad asociado al deterioro del medioambiente urbano generado por la preeminencia del automóvil. El soterramiento de la autopista orbital M30 en su tramo Sur ofrece la oportunidad de transformar el Río Manzanares en la columna vertebral de un sistema verde que se infiltre capilarmente en el tejido urbano. Al mismo tiempo, frente a lo homogenización y banalización del espacio público se confrontan tendencias emergentes hacia un redescubrimiento de la identidad local que son susceptibles de potenciarse mediante estrategias de tematización de los espacios públicos de barrio.
– La accesibilidad del Centro está muy condicionada por la centralidad económica e institucional. En las últimas décadas se constata un incremento sostenido de las demandas de movilidad al que ha correspondido una sustancial mejora de la oferta de transporte público. A ello deben sumarse los escenarios derivados de las grandes actuaciones municipales realizadas en los últimos años sobre la infraestructura viaria de la ciudad: el mencionado soterramiento de la M30 Sur, el inicio de la remodelación del eje Prado-Recoletos y las peatonalizaciones selectivas en barrios tan emblemáticos como Las Letras. Persisten, sin embargo, los problemas asociados a la excesiva utilización del viario por el vehículo privado y aparcamiento. Problema que como detallaremos más adelante ha sido objeto de atención prioritaria desde el Proyecto Estratégico.
De la expansión al reciclaje
La naturaleza de los problemas del Centro de Madrid demanda un profundo cambio tanto en los objetivos como en el objeto mismo del Proyecto: de la expansión y crecimiento indiscriminado a la transformación, rehabilitación y reciclaje de los tejidos, infraestructuras y actividades existentes; de la ordenación del suelo a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
El Proyecto Madrid Centro adopta como perspectiva estrategia la puesta en valor del capital social, económico, espacial y simbólico del Centro de Madrid y el entendimiento de la ciudad desde los procesos reales que la configuran y no desde la superestructura normativa. Con ello se pretende responder a la complejidad espacial y social de la ciudad desde un entendimiento asimismo complejo de las técnicas e intervenciones urbanísticas y superar el efecto negativo de las sobre reglamentación. Adoptando, alternativamente, un estilo de gestión flexible en el marco de estrategias “fuertes”, capaces de suscitar un amplio respaldo social.
Esta estrategia se articula en torno a una serie de ejes esenciales:
• El espacio público como sistema organizativo, referencia identitaria y elemento mediador entre la ciudad y sus habitantes.
Se hace necesario reinventar el espacio público local como gran argumento de la transformación urbana. El Proyecto Estratégico parte del convencimiento de la calidad del espacio público es el catalizador más relevante para desencadenar la transformación de la ciudad. En consecuencia, se hace necesaria la reinvención del espacio público desde la perspectiva de la limitación y racionalización de la preeminencia del automóvil privado y la recuperación de la calle como espacio ciudadano para la movilidad peatonal y ciclista, la actividad económica, el descanso y el encuentro.
Este enfoque se sustenta sobre el elemento más simple pero más rico del sistema de espacios públicos urbanos: la calle. En el Centro la calle constituye el referente de la edificación, el soporte de la movilidad y, a través de su zócalo comercial, la membrana de interacción entre las esferas de lo público y lo privado. Por este motivo, trabajar la interrelación entre calle y edificio ofrece la oportunidad de explotar el potencial de un tejido rico en espacio disponible y abre también la posibilidad de repensar las funciones, densidad y configuración volumétrica del islote urbano o la manzana.
Lejos de entender el tejido central como agotado, el Proyecto Estratégico propone repensar la organización del espacio construido desde la óptica de lo que hemos venido a denominar “nueva célula urbana”. Esta se basa en dos ideas esenciales, apreciables en los planos de nueva organización espacial del Centro y de detalle de aplicación de la propuesta a una manzana tipo. A partir de la discriminación de los tráficos de paso y de los tráficos exclusivos para residentes se consigue la creación de áreas ambientales en las que es factible invertir la desigual distribución del uso de la calle entre el automóvil y el ciudadano, que hoy en día se concreta en Madrid en un desproporcionado predominio del espacio asignado a los vehículos privados. Mientras estos solo resuelven el 30 % de los viajes con origen y destino en el área central, se benefician del 70 % del espacio efectivo de las calles.
La propuesta del Proyecto Estratégico ofrece una alternativa, radical pero susceptible de implementarse de manera incremental y con bajo coste, a la necesidad de introducir limitaciones al acceso indiscriminado de los vehículos al Centro sin poner en crisis la accesibilidad como cualidad esencial asociada a la centralidad. Las estructura de calles principales garantiza el acceso mediante transporte público y automóvil a la totalidad de la trama urbana, pero la malla secundaria de calles de acceso restringido a residentes permite crear una red complementaria en la que el confort peatonal, la accesibilidad ciclista, la arborización y las actividades económicas y comerciales se convierten en los elementos principales.
La nueva célula urbana constituye también el ámbito coherente para reorganizar el acceso de los ciudadanos a los servicios y dotaciones de proximidad, importante instrumento de corrección de las desigualdades geográficas. El Proyecto Estratégico concede una importancia capital a la recuperación de la memoria geográfica de la ciudad. La topografía original, los cursos de agua, las cornisas… han quedado con frecuencia eclipsadas por el predominio de la homogenización constructiva y la movilidad. Buen ejemplo de ello ha sido el destino que durante cuatro décadas ha tenido el río Manzanares como soporte de una autopista urbana: la M30.
El Proyecto propone la creación de un nuevo sistema verde local vertebrado entorno a la recuperación del río Manzanares, que a su vez constituye el vínculo con los grandes espacios naturales de la región de Madrid: Sierra del Guadarrama, Cuenca del Manzanares, Monte de El Pardo, Parque del Jarama y Vegas del Tajo-Tajuña. Esta estrategia articula la conexión de las grandes piezas verdes del interior de la Almendra Central de Madrid a través de una trama capilar de calles verdes y pequeñas plazas hasta configurar verdaderos corredores ambientales en el interior de la ciudad, que se verían reforzados con la incorporación de la naturaleza al propio tejido construido: jardines verticales y cubiertas verdes.
Con ello se persigue una sinergia positiva entre la mejora de la calidad urbana y la mitigación del cambio climático, iniciando el cambio de la ciudad central entendida como sumidero de consumo energético a potencial productor de energías limpias y sumidero de carbono.
• El Centro como activo económico de la metrópoli madrileña.
Como respuesta a los procesos emergentes de suburbanización el proyecto promueve salvaguardar la localización de la centralidad institucional, cultural y corporativa, entendida como “activo” de la ciudad en su conjunto y de la región metropolitana. Para ello el Proyecto opta por un “Madrid hibrido”, defendiendo la integración de la más amplia elección de actividades económicas (tradicionales e innovadoras) y comerciales integradas en los tejidos residenciales. Entendiendo que este mestizaje constituye la base de la complejidad urbana, el Proyecto apuesta, igualmente, por hacer factible la implantación de actividades innovadoras asumiendo la dimensión económica que la creación científica cultural y artística tiene en las metrópolis contemporáneas. En tal sentido diseña multitud de acciones orientadas a facilitar la creación de un entorno atractivo para la localización de personas y actividades vinculadas a la creación y a la innovación. Es decir, apuesta por sustentar la atracción del talento creativo sobre las condiciones objetivas de un tejido social y económico complejo y un espacio urbano de calidad.
• Construir la identidad desde el reconocimiento de la pluralidad de una ciudad compleja.
El Proyecto atribuye al Centro un papel esencial en la conformación de una identidad compartida. El Centro constituye el referente y el espacio común para el conjunto de los madrileños. Históricamente esta cualidad se ha visto fortalecida por la presencia y capacidad de atracción de los grandes equipamientos y espacios públicos singulares. El Proyecto pretende conservar este activo y completarlo con un “Madrid próximo”, es decir, con la potenciación del mosaico de identidades locales vinculadas al crisol de espacios sociales diferenciados que hoy por hoy conforman la ciudad. Como ya ha sido referido, el espacio público y los equipamientos de proximidad se constituyen, de esta manera, como argumentos clave en la nueva organización “celular” del Centro.
Una nueva cultura de la gestión pública
Finalmente, la transformación de las líneas estratégicas en acciones y de estas en proyectos sociales, arquitectónicos e infraestructurales demanda de las Administraciones públicas y entidades privadas un cambio radical en el estilo de gestión o gobernanza en torno a tres conceptos clave:
– Integración: reconocimiento de la pluralidad de interés y sensibilidades presentes en el Centro.
– Concertación: construir una estrategia compartida desde la cooperación la participación institucional y ciudadana y la negociación.
– Transversalidad: construir una estrategia compleja capaz de integrar las visiones locales y sectoriales tanto de las Administraciones como de la Sociedad Civil madrileña.
En síntesis, el nuevo urbanismo que necesita Madrid debe asumir como punto de partida de las demandas plurales de los ciudadanos, abandonar la pretensión de suplantar la compleja realidad social y geográfica la ciudad por su mera reglamentación y adoptar como principios alternativos a la opacidad burocrática: la transparencia, la flexibilidad y la participación ciudadana directa.
Fuente > http://territoriosostenible2011.blogspot.com/2012/02/un-nuevo-urbanismo-de-transformacion-y.html