27.2.2007
Restauración y Patrimonio
Por Nora Sosa
La restauración del centro histórico de la capital cubana constituye un aporte al mundo actual «en cuanto se ha convertido en un verdadero generador del desarrollo humano, social y cultural».
El criterio fue expresado a BOHEMIA por Herman van Hooff, director de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO.
«Este proceso se encuentra en plena fase de madurez», agregó, luego de recordar que el hecho de constituir la UNESCO «un laboratorio de ideas y un catalizador de la cooperación internacional», ha permitido establecer un amplio intercambio con la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH). Este diálogo ha tenido su más reciente expresión en la valoración conjunta que califica la restauración como un modelo singular que aporta conceptos adaptables a las condiciones económicas, políticas y sociales de otros lugares del mundo.
El intercambio y la colaboración con otros países y entidades, como política fundamental de la OHCH, también resultaron fundamentales para la presencia en La Habana del holandés Sylvio Mutal, consultor principal internacional en materia de Conservación, Desarrollo, Manejo y Gestión de Programas en Ciudades/Centros Históricos, y del ecuatoriano Fernando Carrión, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)-Ecuador.
¿El objetivo de estos expertos de la UNESCO? Valorar los resultados del modelo de gestión integral del centro histórico para mostrarlos al orbe, lo cual no solo los llevó a consultar archivos, documentos, sino también, y muy particularmente, a andar La Habana, pues como ha dicho el Historiador de la Ciudad, «lo importante es que no restauramos solo con la teoría, ni siquiera con el ejercicio noble y elevado de la filosofía».
Por eso, a juicio de Eusebio Leal, el primer libro de perfil institucional sobre esta acción restauradora fue nombrado Desafíos de una utopía.
¿Aparecerán en esos legajos las palomas que invaden la Plaza que toma su nombre de ese monumento emblemático que constituye la antigua iglesia y convento de San Francisco de Asís? ¿Estará reflejado ese arsenal de obreros, arquitectos, historiadores, arqueólogos que representan para Leal «ese conjunto anónimo de los que aportan sentimientos, palabras de alientos y críticas en el momento oportuno»?
Es precisamente a través de la labor coordinada de estos profesionales y trabajadores, que se hace viable un proceso rehabilitador como el del templo franciscano de la primera mitad del siglo XVIII, confiscado al clero por la corona española en 1841, para ser destinado a depósito de mercancías y habitaciones. Tal situación continuó en el siglo XX cuando se adquirió la propiedad del inmueble para instalar la Dirección General de Comunicación, el Centro Telegráfico y el Centro Telefónico Oficial.
Su restauración no es obra de la casualidad. Se inserta en la labor que ahora aplaude la UNESCO, y fue iniciada con la fundación de la OHCH en 1938, conducida por el doctor Emilio Roig de Leuchsenring hasta el momento de su muerte, en 1964.
Con la refundación del Museo de la Ciudad, en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales, Leal continúa los empeños del prestigioso historiador para conservar las reliquias del pasado desde una visión humanista y creadora que se concreta en la determinación del Gobierno revolucionario, en 1981, «de proveer al territorio de recursos financieros centralizados, contemplados en el presupuesto económico quinquenal nacional».
Esta voluntad rehabilitadora resulta crucial para que, en 1982, el Centro Histórico de La Habana Vieja y su Sistema de Fortificaciones fuera declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, y ocupara el número 27 en la lista del Patrimonio Mundial.
Cuando, a finales de esa década, se produce el derrumbe del campo socialista europeo parecía que lo peor estaba por llegar.
Nuevas estrategias
Al examinar aquellos días difíciles, el experto Fernando Carrión concluye que las crisis pueden constituir oportunidades. Aunque para que ello ocurra -advierte- se requiere la voluntad política, que deben llevar a cabo las autoridades.
Esta valoración, la ejemplifica en el centro histórico habanero cuando, ante las nuevas circunstancias, «La Habana Vieja redefine sustancialmente su base financiera, establece un nuevo modelo de gestión y diseña una política de renovación exitosa del centro histórico», a partir de la aprobación por el Consejo de Estado, del Decreto- Ley 143 de Octubre de 1993.
De esta manera se sientan las bases para que, de una actividad subvencionada por el Estado, la rehabilitación del centro histórico se transforme en un proceso autofinanciado que incluso aporta una parte de las utilidades al presupuesto nacional. Tal método permitió ampliar una estrategia de intervención que, iniciada en 1981, nos retrotrae a las fortalezas militares y las cinco plazas donde comenzó a desarrollarse la antigua villa de San Cristóbal en los planos religioso, de Gobierno, económico, y que junto a sus ejes comunicativos, han constituido zona priorizada de la restauración.
Al ser salvadas las edificaciones que rodean las plazas fundacionales, estas se han convertido en focos dinamizadores del desarrollo urbano, lo que se hace especialmente evidente en el antiguo templo franciscano que, luego de un arduo proceso de restauración iniciado en 1989, abre al público en 1994 como sala de conciertos y museo de arte religioso.
En la parte correspondiente al convento, se expone una amplia colección de objetos coloniales, muchos de ellos encontrados en las excavaciones arqueológicas realizadas durante este proceso que fueron devueltos a la sociedad a través del Gabinete de Arqueología de la OHCH.
El trabajo directo con la comunidad -labor en particular destacada por los expertos de la UNESCO- tiene allí su expresión en las aulas museos donde, según encuestas, los alumnos de nivel primario toman conciencia de la importancia del patrimonio e incluso mejoran la concentración, la disciplina y la educación formal y estética.
Mientras, en la recién restaurada orden tercera, encuentran relación directa con el arte al erigirse como sede del grupo de teatro infantil La Colmenita.
De la próxima cosecha
En entrevista ofrecida a esta periodista a principios de la actual década, el ya fallecido primer director del Plan Maestro para la Revitalización Integral de La Habana Vieja, Rafael Rojas Hurtado de Mendoza, consideraba muy oportuna la constante actualización de un proyecto novedoso en el que, en corto tiempo, se crearon sólidas estructuras con capacidad para desarrollar un fuerte programa sociocultural y económico, que a su vez garantiza la administración del sector turístico, inmobiliario y terciario para la captación de recursos financieros.
«Lo maravilloso de esta siembra -decía entonces Hurtado de Mendoza- es que ha sido muy robusta y efectiva. Y debemos prepararnos para la próxima cosecha.»
La conciencia de este planteamiento la podemos apreciar en el reciente libro de la Editorial Boloña, de la OHCH, publicado con el auspicio de la UNESCO: Una experiencia singular. Valoraciones sobre el Modelo de Gestión Integral de La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad. A las opiniones de los expertos ya señaladas, la OHCH agregó, en el volumen, una detallada valoración de lo realizado de 1994 a 2004, década en que se logró la recuperación del 33 por ciento del área del centro histórico.
En el texto, también se señala a la vivienda como uno de los problemas más complejos del área. Más del 50 por ciento está en condiciones precarias, aunque «se han rehabilitado tres mil 300 y edificado 437, con lo cual se han beneficiado 13 mil 200 personas», a la vez que se exponen los proyectos restauradores, sociales, culturales y educativos para los años venideros.
Al brindar sus experiencias de lo realizado a los centros históricos del mundo, La Habana Vieja robustece su propio futuro a partir de una política que según ha expresado Leal, ha permitido salvarla sin venderla, sin mantenerla al expolio del comercio, como sucedió cuando, para levantar una terminal de helicópteros, fue derruida la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo -surgida el 5 de enero de 1728- «la cuna de Félix Varela, José de la Luz y Caballero, el Padre de la Patria…»