9.10.2006

Reciclaje: inventario urbano

Rótulos de Barcelona.
Por Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste, publicado en el suplemento Culturas de La Vanguardia.

A veces nos llama la atención el letrero deteriorado que aún se conserva de un local comercial abandonado, detrás de una persiana metálica cochambrosa. De repente -y como no habríamos hecho tal vez en el momento en el que ese local funcionaba-, miramos ese rótulo como diseño gráfico y somos capaces de datar, con relativa precisión, la antigüedad de la pieza. Por el estilo de su tipografía, los colores, el texto o alguna ilustración.

Pasamos ante cientos de elementos gráficos urbanos sin prestarles ese tipo de atención. Sólo ocasionalmente sentimos que alguno de ellos nos aviva el ojo estético, carentes de mirada sensible por deformación profesional como América Sánchez (Buenos Aires, 1939), autor de un inventario fotográfico de casi mil novecientos detalles gráficos de las calles de Barcelona. Detalles que reflejan las facetas populares, folclóricas, espontáneas, anónimas, artesanas, del arte gráfico y que América Sánchez ha recogido en Barcelona Gráfica. Ir pasando páginas de ese inventario absolutamente heterogéneo que Sánchez ha hecho de imágenes de rótulos, escudos, placas, herrajes, monogramas, ornamentos de todo tipo, es transformarse en viandante experimentando ese tipo de hallazgos ocasionales.

El libro está elaborado ?con rigor de tesis doctoral y con voluntad pedagógica? y puede ser usado -dice América Sánchez- como manual de soluciones gráficas por diseñadores, tipógrafos, arquitectos e interioristas, y como una recopilación del patrimonio gráfico de Barcelona, que sirve asimismo como herramienta para historiar el tejido industrial, comercial e institucional de diferentes épocas de la ciudad. El interés en el diseño gráfico de América Sánchez parte de una actitud mental libre, sin prejuicios. Barcelona Gráfica resulta interesante y valiosa por eso. Ya señala su colega Norberto Chaves en el texto que presenta el libro que América Sánchez no es un diseñador al uso común pese a su inscripción modélica en su disciplina profesional: autodidacta marcado por la sobria Escuela Suiza de Josef Müller-Brockmann y responsable de diseños como el logotipo de Vinçon y el Museo Picasso, el emblema de la candidatura olímpica de Barcelona’92 o el tratamiento gráfico de los taxis de la ciudad. En un mundo donde la figura del diseñador debe gran parte de su credibilidad a estar adscrito en el universo de todo- lo-que-esté-de-ultra-vanguardia, Sánchez reivindica el vibrar escuchando y bailando música cubana y antillana como actividad obligatoria para los de su gremio. ?Si bailaran salsa cada día mejorarían su forma expresiva? ha afirmado el fotógrafo en alguna ocasión.

Esta pasión suya delata que su forma de mirar, a la vez que extremadamente atenta y meticulosa, está cargada de humor ante la vida. No hay sarcasmo pero sí una pequeña ironía y el interés más respetuoso ?al lado del ojo más analítico para comparar diferentes versiones de un mismo motivo iconográfico? cuando observa y capta detalles como los dibujos de la oferta de bocadillos y tapas de cualquier bar o el nombre del producto del día escrito con pintura blanca sobre el cristal del escaparate; cuando advierte rótulos que poseen algún tipo de peculiaridad que se observa sonriendo, como chistes no intencionados ofrecidos por la vía pública para todos los días (la ruda aliteración que contiene el discreto rótulo de la Ortopedia Ortomas, la pecadora manzana que protagoniza el rótulo de un local llamado Eva, o el rótulo slogan pareado de Mudanzas El Rayo Soy. Donde me llaman voy…).

Rótulos y ornamentos que no sólo hay que interpretar como ejemplos de los estilos de cada época sino como una forma popular de hacer diseño gráfico en un momento determinado. Son muestras ?preservadas por las calles de la ciudad? de costumbres cotidianas que ya han caído en desuso y casi en olvido. Quizá reconociendo América Sánchez, al captarlas en su libro, el valor sentimental que, para algún vecino anónimo, pueda tener ese rótulo de panadería o el letrero de una escuela… Se niega así que esa imagen sólo sea interpretada y elogiada porque entra en la categoría de kitsch o puro retro.

Las fotografías de América Sánchez nos proporcionan un conocimiento íntimo de la ciudad. La intimidad que se encuentra en lo público, en lo que acontece todos los días. Barcelona Gráfica es una catalogación sensible y exhaustiva que nos hace ver la forma de entender Barcelona desde una dimensión total, descubriéndonos este mundo personal y complejo, una construcción de la ciudad real, reconstruida a través de esos fragmentos, creando así la sensación de estar en una Barcelona auténtica y propia.

Tal vez porque esta ciudad es para América Sánchez la ciudad elegida donde sus circunstancias le han decidido a quedarse, un lugar que él hace suyo a través del cariño a su vivencia. Un paisaje que ha interiorizado y recreado. Seguramente ésa sea una ventaja con la que cuenta: la de poder manejar la distancia y la cercanía frente a la iconografía de Barcelona, sorprenderse y extrañarse ante lo que simultáneamente es suyo y a la vez ajeno en ella.

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