11.7.2012

Plan Visual de Buenos Aires, una señal urbana que hizo ruido

El paisaje urbano ubica a las señales en un lugar de privilegio, es decir, en las esquinas, calles y plazas de la ciudad, entre otras áreas públicas. Pero desde hace muchos años, poco más de 40 años desde su creación y aplicación en 1972, las señales características que todos conocemos, representan un hito de nuestra urbanidad. Un plan visual de alta complejidad que conserva su carga simbólica, en un sitial similar al que ocupa en el colectivo imaginario el sillón BKF, las rondas de Madres de Plaza de Mayo, las ficciones de Borges o “Bajo Belgrano”, de Spinetta.

Las señales del Primer Plan Visual de Buenos Aires creadas por el entonces Estudio González Ruiz y Shakespear, pioneros en señalética y arquigrafía para plazas y hospitales, en efecto, se cargan de sentido calle a calle, esquina a esquina, sea por acción u omisión de todo el que transita la ciudad con un destino prefijado. Según sus creadores, el Primer Plan Visual de Buenos Aires fue gestado para la gente,entendiendo su comportamiento básico y comprendiendo que las señales compiten en el campo de visión del observador con otros elementos del entorno. El Plan abarcaba cuatro señales básicas: señal de nomenclatura de calles y avenidas, parada de transporte de pasajeros, señal de plazas y paseos y señal de taxis. En el caso de la señal de calle, hasta ese momento eran chapas enlozadas, de color azul y de dudosa lectura, que se pegaban en las paredes de la calle. En ocasiones, las señales eran directamente pintadas sobre el hormigón. El resto de las señales también se debatía entre la ilegibilidad y la chapa herrumbrosa.

¿Cuáles son los valores de la señalética que inventaron González Ruiz y Shakespear? Al conjunto de señales no les falta ni le sobra nada. No hacen alarde ni son ambiguas. Acaso sea uno de los factores clave para su vigencia, lejos de anacronismos. En el caso de la señal de calle, separarlas de su sempiterna ubicación sobre la paredes de la esquina, fue para entonces una trasgresión a las reglas, logrando su enclave óptimo en la ochava, a unos pocos centímetros del cordón de la vereda (gesto imitado por otros países latinoamericanos, a partir de entonces, que se animaron a la ruptura). Si a la chapa de bordes redondeados en blanco y negro, de caño cebrado de una pulgada y media, le sumamos el culto de la letra Helvética –utilizada por primera vez en un escenario urbano de la República Argentina– y el vectoro flecha direccional blanca, sin dudas nos encontramos ante un diseño acabado en su morfología y estilo (también hay en la actualidad, otras versiones de distintos soportes y diseño, en tanto cantidad de barrios de Buenos Aires), en una equilibrada interrelación entre estética y funcionalidad.

Vale recordar que originalmente, las señales de nomenclatura fueron diseñadas en azul, como demanda el código de tránsito para las señales informativas, luego cambiadas a negro, alterando el proyecto en su propuesta cromática. De similar características y misma altura de 190 cm del suelo, con flechas indicadoras de formación de fila de espera, las paradas de colectivos incluyen los destinos y conexiones, en un recorrido de 360º en su sentido peatonal, estableciendo a la señal como un punto valioso de información para el usuario. También se distinguía por su clara diferenciación semántica y originalidad la señal de taxi, representada por una insoslayable mano amarilla, hoy desactivada definitivamente por el Gobierno de la Ciudad, en reemplazo de otra.

Aún así, la señal es considerada a partir de su creación en un paradigma visual, la quintaesencia en materia de señales vehiculares. La tecnología aplicada a todo el sistema de señalización, de chapa, tubos y caños, también se distinguía por su economía de recursos, logística, y en especial por su diseño simple. Amparados en la admiración del especialista Jock Kinneir, autor de la señalización de las autopistas británicas (1957), del aeropuerto de Gatwick y los ferrocarriles ingleses, la influencia de Kinneir, inspiró un plan urbano cuya autoridad es definida y de absoluto arraigo. Aún hoy las consideraciones a Kinneir, un epígono, resuenan con respeto y reverencia, por su obra, visión y pragmatismo. A partir de esta intervención, Ronald Shakespear y González Ruiz lograron el objetivo de controlar el entorno.

En el recordado texto “Siga la flecha (si la encuentra)”, (tipo-Gráfica 30, página 24,1996), Martin Solomon argumentaba que “se trata, en última instancia, de contar con un sistema de señalización con el que los usuarios puedan identificarse y utilizarlo con facilidad y lógica. La tipografía, los colores, los símbolos, los materiales y la altura actúan en conjunto para ayudarnos a procesar la información”. Si bien Solomon analizaba las señales de su New York natal –a las que criticaba por su diversidad, desapego y falta de mantenimiento–, son palabras válidas, que coincide en todo con la mirada de Shakespear, quien en la misma edición sostiene, “el diseño no está conectado con la idea del arte ni con la idea de la belleza. Está conectado con la idea de generación de formas pragmáticas a las que se les requiere y exige un resultado determinado”. En este caso, el resultado derivó en una traza de ejecución notable. Haciendo caso omiso al vandalismo y la inclusión de publicidad en forma de cenefas autoadhesivas (polémica, por cierto), la crítica que hacemos como diseñadores, pero sobre todo como usuarios, es que la señal no se encuentre en todas las esquinas. Un permanente descuido del planeamiento que deja entrever un vacío. Sin mayor respuesta, algunas esquinas tienen la señal, otras no, –seguramente por las consabidas cuestiones presupuestarias, echando un manto–. De tan necesaria para la vida cotidiana, se hace imperiosa su aplicación. Las señales se integran al entorno urbano de forma natural. En su ausencia, el campo visual cotidiano se desdibuja, el entorno se descontrola y el usuario se pierde.

Desde su implementación, mucho se ha escrito acerca de este plan, tanto en libros, anuarios y revistas especializadas nacionales e internacionales, como en reseñas y actualmente en distintos blogs. Y es bueno que así sea. Pues fomenta,con admiración y sentido de pertenencia por parte de muchos autores y diseñadores, un plan que distintas generaciones de usuarios, tras décadas, aceptan como propio, y valoran como esencial.

Fuente: Artículo publicado por Lucas López en DNI

Más información > http://shakespearweb.com/portfolio/plan-visual-buenos-aires/ 

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