5.8.2008

Piacenza: la bella durmiente

Piacenza está situada a orillas del río Po, con el que guarda sabiamente una prudencial distancia; cerca de Milán, formando parte de un collar cuyas cuentas son las preciosas ciudades que atraviesan la región de Emilia Romaña. De Piacenza, puerta de la región, a Rímini nos encontramos, entre otras ciudades, con Parma, Módena y Bolonia, que resuenan con voz propia. Ahora parece que a Picenza, entre patito feo y bella durmiente, le ha llegado el momento.

Se trata de una ciudad que ha tenido un crecimiento no muy expansivo, con una relación de equilibrio con la preciosa campiña que la envuelve y que llega hasta todos sus límites. Las ciudades europeas, especialmente las intermedias, tienen la oportunidad de pensar en su compactación, y hasta en un cierto decrecimiento, para formar parte de una constelación territorial. Están más preparadas para ser parte de un territorio del siglo XXI en red que las grandes megalópolis. La ciudad histórica tiene un potencial tipológico muy valioso, de palacios y de viviendas colectivas de los siglos XVIII y XIX, con preciosos zaguanes y espaciosos patios, que rehabilitados podría enriquecer mucho la escala de lo cotidiano y de los espacios intermedios en la ciudad. Piacenza es una ciudad que ha sido siempre borde, límite. Por lo tanto, una ciudad centinela en el cruce de caminos que puede ahora, gracias al cambio de las necesidades logísticas del ejército italiano que había construido numerosos cuarteles y bases, reencontrar espacios borrados de la memoria y el imaginario de sus gentes. Esta situación de ciudad militar ha comportado que no haya sido especialmente transformada ni globalizada, aunque está excesivamente ocupada por el tráfico rodado. En los próximos años se liberarán los suelos de uso militar, que conforman las grandes parcelas situadas en espacios bisagra imprescindibles para la reestructuración urbana.
La incorporación de estas áreas de sombra en el imaginario cotidiano de los habitantes va a permitir enriquecer, articular y caracterizar la ciudad de cara al futuro. La ciudad tiene una gran tradición, mediterránea y latina, de utilización de las plazas con actos públicos fiestas, conciertos, comercio, ferias.Apesar de la poca actuación en el tejido público y de la preeminencia del coche, los piacentinos se apropian de su ciudad, caminándola utilizando, especialmente, la bicicleta como forma de desplazamiento cotidiano.
La ciudad tiene áreas potenciales de encuentro, intercambio y conocimiento: las orillas del Po, lejanas del día a día, tan lejos y tan cerca; espacios religiosos sin uso; grandes palacios con sus patios y jardines cual corazón verde de la ciudad; y, por supuesto, el tejido formado por los edificios de las áreas militares. Algunos de ellos ya forman parte de la ciudad cívica, como el Palacio Sforzesco, que aporta un museo a la ciudad, con salas de exposiciones temporales, y aulas para actividades de talleres en relación a las muestras.
La forma en que ha crecido la ciudad, desordenadamente, con planes sin relación entre ellos, permite, sin embargo, rescatar dos potenciales anillos verdes. Uno de ellos, muy consolidado, sigue la traza y los restos de la muralla. Este parque anular, aun entrecortado, presenta uno de los espacios públicos más utilizados por los habitantes: el paseo público, que es una intervención ilustrada del siglo XIX que se ha mantenido, un paseo escoltado por plátanos centenarios, que permite el paseo y la actividad lúdica de manera distendida, y al que dan numerosos edificios de vivienda con espaciosas y expresivas terrazas. La segunda oportunidad consiste en enlazar espacios verdes de diferentes calidades que salpican la periferia de la ciudad. Entre estos espacios se encuentra el parque de la Galeana, de reciente creación, que relaciona la ciudad con el barrio de Besurica. De grandes dimensiones, el parque de la Galeana es como un retazo de campo entre dos zonas de ciudad, en el que destaca un circuito de actividades físicas para personas que se desplazan en silla de ruedas. Este pequeño proyecto nos ha de hacer reflexionar sobre la construcción de la ciudad y sus espacios públicos, en como hacerlos más accesibles y más atentos a las necesidades reales y diversas de la población.

Interpretar las preexistencias
Como indicio de lo que la ciudad es capaz de hacer y proponer a partir de la reutilización de sus espacios, recuperando las diferentes memorias, existe ya un magnífico precedente: la reconversión de las 15 naves y pabellones del antiguo matadero de Piacenza, cerrado en 1985, que entre 1999 y 2008 se ha rehabilitado para convertirlo en la nueva sede del Politécnico de Milán, doptando el nombre de Urban Center para manifestar la ambición cultural y social del complejo. De esta manera, las aulas y despachos de los nuevos estudios de Arquitectura Ambiental se sitúan en las preciosas naves del antiguo matadero, hechas de fábrica de ladrillo con pilastras, tejados inclinados a dos aguas y grandes ventanas termales. Para la rehabilitación, dirigida por el Servicio de Proyectos del Ayuntamiento e inaugurada el pasado 23 de febrero, se han conservado todas las partes y elementos constructivos y estructurales, y parte de las máquinas y utensilios, se han rehecho totalmente las cubiertas y se han instalado nuevas carpinterías y marquesinas. Las naves centrales de crujía más grande contienen los usos que aglutinan mayor número de personas, como la sala de exposiciones, donde están los hornos restaurados, y la sala de actos. Las naves laterales albergan la docencia y la administración, y en ellas se encuentran aulas menores, laboratorios y sedes de distintos departamentos, con los despachos de los profesores. Estas naves laterales están formadas por un espacio central único. El espacio de las diversas naves, las más grandes de tipología basilical, está tratado con mucha sobriedad, guardando elementos museográficos, como la cinta transportadora de reses con sus ganchos, las manivelas de las poleas o las grúas, testimonio de las actividades del antiguo matadero. El espacio libre entre naves y pabellones, tan importante como el espacio construido, ha sido rediseñado y urbanizado. En el conjunto se sitúan otras instituciones, como el Museo de Historia Natural, el Infoambiente y la sede del Ordine degli Architteti (equivalente a nuestros Colegios de Arquitectos). El futuro proyecto urbano y territorial de Piacenza debería basarse en saber interpretar sus preexistencias como un sistema complejo, reforzando sus relaciones, ganándole espacio público al automóvil, recuperando para la ciudad los antiguos terrenos militares para diversos usos -jardines, parques de esculturas, equipamientos, centros de ocio, centros artísticos, barrios piloto de viviendas ecológicas- aproximándose al ambiente del Po, anudando los corredores verdes e inspirándose en la memoria de la estructura agraria tan próxima y tan presente. Hay muchos proyectos que pueden servir de referencia, como el SESC Pompeia en São Paulo, de Lina Bo Bardi, el parque Dursburg Nord en Alemania, de Peter Latz, la transformación de la fábrica de submarinos en el puerto de Saint-Nazaire, de Manuel de Solà Morales, o el mismo ejemplo del antiguo matadero de Piacenza. Todos ellos demuestran las grandes posibilidades de revitalización que tienen las viejas arquitecturas industriales y militares, y la potente capacidad de regeneración que aporta la propia naturaleza para brotar y extenderse por la tierra. |

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