15.1.2010

Patios del Eixample

Continuando con la serie dedicada al espacio público y, aprovechando la celebración del año Cerdà, vamos a recorrer una de las mejores aportaciones de la Barcelona democrática: la lenta recuperación como plazas o jardines públicos de algunos patios interiores de manzana, de los que hoy se contabilizan cuarenta ejemplos.

Todo ello pudo ser posible a raíz de los mecanismos puestos en marcha en 1986, con un instrumento de legalidad urbanística imprescindible, la ordenanza de Rehabilitación y Mejora del Eixample, que incluía una serie de medidas claves: la edificabilidad de cada manzana pasaba a definirse en función del estado de densificación, y laque estuviera muy edificada, con áticos y sobre áticos, no podría construirse mucho más. Además, se delimitaba una zona de protección en la que los criterios de conservación del patrimonio serían más estrictos.
La profundidad edificable pasaba de 28 a 26 metros y se dejaban 13 más en las plantas bajas, pasando a ser el resto de la parcela de propiedad pública, no edificable ni siquiera en el subsuelo, para poder convertirlo, en su momento, en un patio de acceso público. De esta manera, la manzana tipo de 113 metros de lado libera un jardín público de 35 x 35 metros.
Este proceso se había ensayado previamente en un patio que sería prototípico, el de la Torre de les Aigües, que empezado a gestionar ya proyectar en 1983, se inauguró en 1987, justo después de la aprobación de la nueva y trascendental ordenanza.
Todas estas operaciones de gestión, proyecto, ejecución y seguimiento las realiza la empresa pública ProEixample SA. De estos 40 ejemplos los hay de diversas morfologías y cualidades. Los mejores son los que disponen de equipamientos públicos interiores, como los jardines de Cándida Pérez, con la biblioteca Joan Oliver y el centro de día para jubilados y, mejor aún, si tienen dos accesos que permiten su uso como recorrido urbano, acercándose a la propuesta que Ildefons Cerdà imaginara como ciudad verde entre los bloques, tal como sucede en el Jardí de la Antiga Carretera d’Horta, donde se sitúa un centro de servicios sociales proyectado por Carlos y Lucía Ferrater. Hay otros que, aun teniendo una función exclusiva de espacio de juegos y estancia, son sumamente atractivos y se llenan de gente, debido a su tamaño, variedad de espacios y relación franca y transparente con el exterior. Entre ellos destaca el dedicado a María Matilde Almendros, en la Esquerra del Eixample, con diversas plataformas duras y blandas, en las que los niños juegan frente a la mirada de los ancianos, sentados en los bancos, escenificándose una preciosa danza de la vida. Todos aprenden de todos; los niños y niñas pequeños aprenden de los mayores; los mayores rememoran su infancia.
El patio de manzana dedicado a Tete Montoliu, que tiene un gran tamaño y una gran variedad de situaciones posibles, se sitúa detrás de dos magníficos edificios de la época de la Segunda República, de 1935, del arquitecto Santiago Casulleras Forteza (titulado en 1925). Algunos de estos patios son esplendorosos, como el que tiene el nombre de la escritora Montserrat Roig, en los antiguos terrenos de la fábrica de cervezas Damm, que tiene dos entradas, gran variedad de arbolado y un antiguo depósito de cerveza que lo convierte en una especie de museo al aire libre. Todos estos jardines, tranquilos y evocadores, hacen honor a los nombres de los artistas que rememoran. Otros, como el del Palau Robert o la casa Elizalde, surgen de convertir en públicos jardines en gran parte ya existentes. Y hay casos que se incluyen en el inventario de ProEixample y que se muestran y analizan en la exposición Cerdà i la Barcelona del Futur del CCCB, pero que no tiene un uso estrictamente público y abierto, ya que dependen de los horarios de uso de los equipamientos, como bibliotecas, escuelas o centros de acogida.
La gran mayoría son correctos en su diseño, arbolado, mobiliario urbano y funcionamiento, como los dedicados a Paula Montal, a Lina Ódena y a Flora Tristán. El que está dedicado a Sebastià Gasch destaca por la buena resolución del desnivel de un metro entre las dos zonas que conforman el jardín y porque se convierte en un atajo para llegar a la parada de metro.

Accesibilidad y equipamientos
Otros no están completados y, de momento, se van degradando, como el dedicado a Emma de Barcelona, que se sitúa en parte de los jardines del antiguo convento de las Hermanitas de los Pobres de la calle Borrell, y que está pendiente de equipamientos aún por realizar. Y otros no tienen, en la realidad, la accesibilidad proyectada, como el de Cèsar Martinell, con un miserable paso a través de un acceso al parking y la entrada más holgada, un pasaje cubierto por un hotel, que suele estar cerrado al público. Sin duda la mejor aportación arquitectónica para enriquecer el espacio público de la ciudad es la obra de la ya citada biblioteca Joan Oliver del equipo RCR (Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta), en la que la clave es resolver magistralmente el elemento siempre más difícil de estos jardines, es decir, el acceso, que generalmente se hace por unos espacios angostos y tristes. En esta obra se accede a la biblioteca y al patio por el mismo gran zaguán, que es un auténtico y cualificado espacio público, perfectamente conectado con la calle y la acera del Eixample, de suficiente anchura y altura, con unos volúmenes superiores que se vacían. Al entrar siempre se ve el jardín al fondo y el cielo a través de la biblioteca, y se atraviesa un espacio abierto de alta calidad arquitectónica.
Este proceso de recuperación, que reinterpreta la idea original de Ildefons Cerdà de que las manzanas tuvieran un jardín en su interior, no sólo se ha alcanzado en estos interiores de manzanas ya construidas.
Las tres manzanas de la Vila Olímpica, proyectadas por un equipo dirigido por Carlos Ferrater, con sus tres jardines públicos en el interior proyectados como un espacio lleno de árboles, cinemáticas geometrías abstractas y láminas de agua, con la colaboración de la paisajista Bet Figueras, son una realización emblemática de esta idea llevada a la arquitectura y al urbanismo contemporáneos. En este caso, la propiedad pública de estos tres interiores de manzana, que dependen de Parcs i Jardins, ha permitido que sigan abiertos; en cambio, el resto de la Vila Olímpica, al tener espacios públicos de propiedad comunitaria, se han ido cerrando con todo tipo de barreras, rejas, cadenas y garitas de control y con los tan poco acogedores carteles de propiedad privada y prohibido el paso.
Tal como nos explica la magnífi ca exposición ya nombrada de Cerdàm i la Barcelona del Futur en el CCCB, una de las virtudes del plan Cerdà radica esta capacidad de ser el soporte o estructura que permiten un desarrollo a lo largo del tiempo, siempre con capacidad de adecuación, siempre dispuesto a evolucionar y replantearse, lo que permite que incluso los errores se puedan sanear con el tiempo. Y de ello es un magnífico ejemplo la recuperación de unos centros de manzana que se habían privatizado y construido abusivamente.
Esta lenta reconquista de los patios interiores de manzana parece demostrar que lo que no fue posible ni en la segunda mitad del siglo XIX, por la ambición especulativa de la burguesía catalana propietaria del suelo, ni en el largo periodo de la dictadura franquista, en la que los aliados al régimen especularon densificando con áticos, sobreáticos y construcciones zigurats en el interior de las manzanas, ha tenido que esperar hasta la llegada de la democracia. Una sociedad más consciente de la necesidad de espacios verdes en una ciudad densay carente de espacios de esparcimiento, por una parte, y la modificación y reforzamiento de los instrumentos de la planificación urbanística, por otra, han potenciado la recuperación de estos pequeños pero imprescindibles oasis. Espacios especialmente útiles y necesarios para los sectores sociales que tienen menos autonomía: niños y niñas de corta edad y la gente mayor, para quienes las distancias son verdaderos obstáculos. En estos casos, las cualidades de la ciudad se les acercan. Y siempre la ciudad de distancias cortas será más sostenible y más humana.

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