23.6.2004

Parc Central de Nou Barris: hacer ciudad

Espacios públicos. Su creación y recuperación es un logro de los ayuntamientos democráticos; su morfología depende de la zona donde se ubican.

Desde las primeras actuaciones de Via Júlia y Rio de Janeiro,los proyectos en este barrio han buscado la dignidad y belleza de la ciudad central, superando el concepto inaceptable de periferia,identificado con fealdad y no ciudad.

Si algo distingue la actuación de los ayuntamientos democráticos durante estos primeros veinticinco años, en Catalunya, en general, y en Barcelona, en particular, ha sido la actuación sobre los espacios públicos tanto en su creación como en su recuperación. Ahora bien, el espacio público, como elemento articulador de la masa edificada y de las relaciones que se establecen en la ciudad, no tiene una morfología única. Podríamos aventurar la hipótesis de que hay una correspondencia sistémica entre el espacio público y el tejido que lo alberga o al que da sentido. Esta teoría la íbamos a desarrollar en un libro que iniciamos y que la autoridad vetó.

Así, en Ciutat Vella el espacio público es un tejido sin solución de continuidad, de difícil diferenciación entre elementos.
En este tejido una plaza es un ensanchamiento o una ampliación de una calle; su virtud está en su conectividad, su capacidad de ser atravesado y no en su singularización. El tamaño y escala son fundamentales para su buen funcionamiento e incorporación en la cotidianeidad.
Así, la macro escala genera una barrera en tanto corte en las articulaciones, y la escala micro, sin transparencia, sin visualización del lado opuesto, produce una barrera, un elemento infranqueable o residual. Por lo tanto, tendríamos como esenciales características del espacio público en Ciutat Vella la visión y la conexión, un carácter filamentoso que favorece la integración simbiótica con lo existente. Un espacio público en continua metamorfosis.

En el Ensanche la situación es claramente diferente. Aquí la fuerza del espacio público radica en la misma traza de los flujos, las calzadas y las aceras, que por la generosidad de sus medidas y su continuidad son más que una estructura funcional. Es por esto que el espacio público en el Ensanche se ha de articular sutilmente en los patios de manzana, como un delta entre ríos de calles y aceras. Remansos para el movimiento, lugares que hay que buscar expresamente, que no se encuentran de manera casual, que como templos orientales escondidos dentro del bullicio urbano pueden descubrirse haciendo una inmersión hacia el interior.
En ambos casos el espacio público es una presencia desde sus inicios. En la ciudad antigua porque construye orgánicamente el adentro y el afuera, lo privado y lo público, lo cotidiano y lo monumental; en la ciudad proyectada del ensanche lo público es lo que se proyectó como primordial, es el espacio de relación y de flujo que define el límite entre lo privado y lo público, que se conformará con el pasar del tiempo: la calle, la acera y las esquinas.

Pero en los años sesenta y principios de los setenta, la presión de la necesidad hizo que se olvidara la ciudad y que en muchas ocasiones se construyeran tan sólo los edificios de viviendas imprescindibles.
Se construían polígonos que en algunos casos contenían un entretejido de espacios públicos, pero que se despreocupaban de la articulación y la creación de ciudad entre ellos.
Es por esta herencia que la actuación en el espacio público de Nou Barris se constituye en ejemplar, ya que se ha hecho ciudad allí donde no existía. En este caso, el espacio público ha de ser un sistema concatenado de dimensiones generosas en diálogo y consonancia con los edificios preexistentes. Desde las primeras y emblemáticas actuaciones de Via Júlia y Rio de Janeiro, a la vez arterias de comunicación y espacio de encuentro, los diferentes proyectos de espacios públicos en este emblemático barrio, aunque resulta desconocido para muchos, han buscado la dignidad y la belleza propias de la ciudad central, superando el concepto inaceptable de periferia otorgado a los barrios populares, que se identifican con fealdad y no ciudad, dejando la exclusividad de ser ciudad a los barrios de centralidad histórica, simbólica, social y económica.

De las últimas actuaciones en Nou Barris, que incluyen el eje Layret-Pes-tanya con sus ramificaciones, es notable la realización del Parc Central proyectado por Carme Fiol y Andreu Arriola.
Un espacio de enormes dimensiones que relaciona el eje de Via Julia-Llucmajor con la base de Collserola atravesando la ronda. Un espacio de compleja geometría, llena de sorpresas y espacios para la estancia.
El parque es la puerta de acceso a un emblema político, la sede del distrito, que ocupa, compartiendo con una biblioteca pública, parte del antiguo hospital psiquiátrico. Casi lindero con este antiguo edificio se ha construido un vivero de empresas y un forum para las nuevas tecnologías. La colocación de un equipamiento de este tipo refuerza la construcción de ciudad que se refleja en el cuidado y proyecto del espacio público.
A través de sus gigantescos diapasones, unas singulares pérgolas curvas, inclinadas y translúcidas, el parque se hace visible desde varios puntos del distrito.
La construcción de estos hitos simbólicos va señalando el parque suavemente, sin abrumar; emiten luz por la noche y proyectan un damero de sombras sobre el césped o las solerías de colores durante el día.

Tenemos un parque del XIX en tanto que naturaleza domesticada, a la vez que un parque del XXI por la complejidad de las funciones que en él se desarrollan, por la estratégica situación urbana que articula y que no está segregada tangencialmente como los parques decimonónicos.
Un verdadero espacio público sin rejas ni puertas; un parque pensado para el ocio, para el descanso, para el juego y para largas caminatas, a la vez que alberga una serie de funciones representativas.
Los elementos que conforman el parque son muchos y diversos. Sin embargo, la unidad y coherencia del proyecto nos permite leerlo y disfrutarlo como un todo. El parque se articula subiendo suavemente la empinada cuesta y deja aparecer gradualmente los vivos colores de los azulejos que limitan los terraplenes.
El agua es otro material presente como remanso y como elemento de pura vitalidad en los gigantescos chorros que aparecen sorpresivamente en una vuelta de la empinada cuesta. Es un parque para todos, con espacios de relajación, de reunión, donde cada uno puede encontrar la situación adecuada, sin que por ello se divida el espacio. Desde cualquier punto se percibe la magnificencia de este gran parque, que es un verdadero privilegio para cualquier ciudad, incluida Barcelona.

ZAIDA MUXÍ
JOSEP MARIA MONTANER

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