1.10.2013
Nuevas viviendas proyectadas crean dos ciudades en el mismo barrio en São Paulo
El problema habitacional en Brasil es uno de los más serios enfrentados por las gestiones públicas en todos los niveles de gobierno.
Decir eso es difícil sin caer en el lugar común de lo que ya se ha dicho sobre el tema, más aún por tratarse de un país que alcanzó este año 200 millones de habitantes (1). De ese número, 80% aproximadamente, vive en áreas urbanas, 10% de ellos en la Región Metropolitana de São Paulo y casi 11 millones de habitantes en la ciudad. Sin embargo, esa población no se encuentra igualmente distribuida en la región y en la ciudad de São Paulo.
Cuando se vive en una ciudad con esa población, es muy difícil tener la dimensión de los problemas existentes. Pero basta recorrer algunos de los muchos barrios de la ciudad para darse cuenta de que se trata de muchas ciudades (otro lugar común), como pasa en otras grandes capitales latinoamericanas. Por lo tanto, sería pretensión analizar todos los condicionantes que explican el contexto actual de la gestión de los problemas de la ciudad y por ende ese texto no se propone eso. Por otra parte, sería difícil entender las imágenes que siguen al final del texto sin una explicación sobre algunos de los problemas estructurales de la construcción y la gestión de la ciudad. Entonces, pienso que sí, es posible hablar de forma más sucinta de la esencia de los problemas al demarcar los contrastes existentes, del punto de vista económico, social y cultural y sus huellas en la ocupación del territorio urbano y metropolitano, siendo la localización habitacional uno de sus aspectos más relevantes y evidentes.
Hubo una clara distinción en la forma de ocupación de las áreas más centrales y consolidadas y de las periféricas en la ciudad de São Paulo. Por razones históricas, hasta la década de 40 la población de alta renta se concentró en los sectores más centrales o en los barrios del entorno del centro de la ciudad, en barrios residenciales exclusivos y proyectados, de alta calidad de urbanización, algunos realizados por la Compañía City (2) y ocupados por viviendas de familias tradicionales (grandes hacendados de café o nuevos industriales enriquecidos), mientras la población operaria de bajos ingresos se acumulaba en las colmenas (o conventillos), en las áreas próximas a las industrias o estaciones de ferrocarril y más tarde, a partir de los años 40, en la periferia más lejana gracias a las nuevas líneas de transporte, formando poblados y suburbios-estación (3) accesibles por tranvías y autobuses.
Ese escenario se tornó característico del proceso de crecimiento en extensión de la ciudad, invadiendo el campo, consolidando el padrón precario de urbanización de la periferia, cuya culminación se dio a mediados de los años 80.
No obstante, también la población de altos ingresos fue se desplazando para nuevos barrios residenciales más lejos a medida que el centro se tornaba predominantemente ocupado por los usos del terciario, de forma de configurar el vaciamiento del uso residencial encontrado hoy. Con la desvalorización inmobiliaria, decurrente de las transformaciones en los usos y de la obsolescencia funcional de las construcciones y espacios centrales, agravada por la falta de inversiones públicas, se fue conformando un conjunto de áreas de colmenas, ocupando las mansiones abandonadas o construcciones en los fondos de las parcelas urbanas en sectores de los barrios centrales. En los años 60 y 70, a estes se adjuntaron los que ocuparon las construcciones que habían sido afectadas por la desvalorización decurrente de la proximidad a obras de infraestructuras urbana, como viaductos y autopistas para la circulación de coches y del transporte público, transformando el centro en área de pasaje o cruce de ejes viarios de conexión de un extremo al otro.
Ese proceso llevó a la ocupación de áreas cada vez más periféricas y ha sido facilitado por la topografía plana de las grandes avenidas de acceso a los barrios, construidas al largo de los cauces de los ríos que cortan la ciudad y la región metropolitana, entonces, ya consolidada.
En la década de 80 había poca perspectiva de revertir o cambiar ese proceso, aún más agravado con el período de dictadura militar (1964-1985) y la centralización de los planes y programas a nivel federal, siendo aprobado el primer plan de ordenación de la ciudad durante ese período en 1968.
Por tanto, el tema de la vivienda, como problema municipal solo resurge a partir del final de los años 80, con la aprobación de la nueva carta constitucional, en 1988, cuando los municipios ganaron competencia para planificar y manejar sus territorios.
Los primeros gobiernos democráticos municipales aún se resintieron del periodo de dictadura y muchas de las políticas de vivienda anteriormente adoptadas permanecieron hasta el final de los años 80.
A partir de los años 90, la producción de viviendas en São Paulo ganó un nuevo impulso con el cambio significativo de visión sobre lo que deberían ser los diseños de los programas habitacionales. Se inaugura una serie de experiencias de planificación y gestión con la realización de concursos de arquitectura para áreas de viviendas sociales en parcelas vacías de las áreas centrales y en los nuevos barrios periféricos ya consolidados. El resultado vino al encuentro de las reivindicaciones que emergieron ya en el régimen dictatorial, como la afirmación de la necesidad de permanencia de la gente en el mismo barrio y la apuesta en el diseño de los programas de rehabilitación de edificios y conjuntos de viviendas.
Además del reconocimiento del derecho de permanencia, la regularización de la situación jurídica de esas áreas se tornó una condición de los nuevos programas de construcción de viviendas, por presión de la propia población involucrada. Los programas pasan a tener diseños específicos para distintas condiciones de las viviendas: actuación en colmenas, regularización de parcelaciones periféricas o urbanización de favelas, atendiendo no solamente la población residente sino también la potencialmente necesitada, como los individuos que viven en condición de calle y otros excluidos.
Del punto de vista técnico, las iniciativas públicas exigieron una revisión de las reglas de edificación para que fuese posible la redefinición de áreas mínimas para las unidades, para atender los distintos perfiles de familias y al mismo tiempo las exigencias de instituciones de financiamiento. Eso implicó una serie de discusiones importantes sobre el padrón mínimo de calidad de las viviendas. También la población, que desde el periodo de la dictadura ya había se organizado en torno del tema de la vivienda ganó fuerza y voz en las gestiones democráticas.
Tanto para los nuevos asentamientos informales periféricos o “aglomerados subnormales” (término utilizado por nuestro Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) que se extienden a lo largo de los ejes de desarrollo regionales de las metrópolis como para las viviendas subnormales en las áreas centrales, hay proyectos, respectivamente, de rehabilitación de viviendas o de urbanización de favelas, que aún no se constituirán en políticas públicas integradas y que se quedan como intervenciones puntuales, a veces sólo como experiencias piloto de una gestión.
En el caso de la rehabilitación de edificios vacíos en el área central de São Paulo, por ejemplo, hubo una serie de discontinuidades en la metodología de actuación de los programas, además de tratarse de una rehabilitación que se quedó sólo con su componente física. Del punto de vista social, no se consolidó una forma de operar con las demandas y conflictos de una población que es formada por personas de bajos ingresos y sin empleo formal.
La alternancia de gestiones con posiciones ideológicas distintas hizo que también se operase una discontinuidad en las acciones para la solución de la vivienda social. En ese sentido, se identifican por lo menos dos sesgos de la cuestión que sirven tanto para las intervenciones en las áreas centrales como en las periféricas. El primero parte de la visión de que la población involucrada no es sólo el objeto de las propuestas habitacionales sino también tiene el rol de articular y elegir las formas de operar con el territorio, junto con los técnicos y los financiadores, en programas que se basan en la autogestión del proceso por los vecinos, organizados en cooperativas o asociaciones (4). De esa forma, los programas serían diseñados casi caso a caso (para distintos territorios), y cada solución se tornaría una experiencia singular para pensar nuevos programas y posibilidades de operar de forma sistémica. El segundo, más pragmático y emprendedor, toma la cuestión en su conjunto, privilegia el efecto e impacto de la intervención constructiva calificadora y apuesta en su poder de cooptar los vecinos, de atraerlos por el efecto demostración de las transformaciones operadas por las mejorías a medida que son concluidas las obras y que se evidencia el cambio del modo de vida de una parte de los vecinos. En ese contexto, los proyectos de arquitectos y renombradas oficinas contribuyen con la operación de convencimiento. Se invierte más, por tanto, en el proyecto como elemento calificador.
Este último es el contexto en que se insieren las actuaciones de las dos últimas gestiones municipales y las imágenes que siguen son de dos áreas de intervención del programa de urbanización de favelas (5), cuyo propósito era la implementación de mejoría en los espacios públicos y la construcción de nuevas unidades de viviendas. Tras las intervenciones en las primeras áreas, el programa tuvo continuidad con el concurso Renova São Paulo (6) que se extendió para más 22 áreas de la ciudad, realizado en 2011. El proceso también movilizó la comunidad afectada para la discusión de los proyectos.
Aunque considerando los matices de dichas abordajes, y que las intervenciones actuales fueron basadas en la experiencia del programa “favela barrio” (7), muy reconocido, que sigue en su tercera versión aplicado en las favelas del Rio de Janeiro, en los barrios periféricos de São Paulo se hizo una serie de intervenciones de nuevas construcciones a partir de invitaciones a oficinas de arquitectura, que se quedaran con un área cada y a veces actuaron en conjunto, como en la barriada de Água Espraiada, dónde 11 equipos desarrollaron proyectos (8).
El resultado acabó por configurar dos ciudades distintas en un mismo barrio: la ciudad conformada por las construcciones informales, donde se hizo intervenciones de mejoría en los espacios públicos en el marco de un cambio de visión y aceptación de la informalidad de eses territorios como parte del diseño de la ciudad; y la ciudad conformada por barriadas, organizadas racionalmente, sólo para las familias que tuvieron que desplazarse de áreas de risco urbanístico (cauces de los ríos, pendientes, etc.) con nuevos edificios construidos con materiales, morfologías y forma de vivir distintos.
Aunque los proyectos resultantes sean de alta calidad, como es posible constatar en algunos casos, la esencia de la idea de barrio que es la de un territorio que tiene una identidad y evoca el sentido de pertenencia a la gente no es un proceso que se logra solo con su componente física o con una concepción del urbano a partir de fragmentos.
En ese caso, ¿cómo conciliar esas áreas de excepción con la predominancia de la morfología informal existente? ¿Qué consecuencias podrán tener esos nuevos emprendimientos en la valorización del suelo o para la identidad de las personas con su barrio, con el paso del tiempo, si el patrón no es igual para todos? ¿Cómo garantizar la conservación del edificio y el mantenimiento de los usuarios elegidos sin ejercer un control sobre la vida del barrio? O sea, ¿con qué instrumentos se podrán gestionar territorios tan cercanos y a la vez distintos en su constitución y diseño?
Más que en las respuestas, pienso si nosotros sabemos hacer las interrogantes correctas.
Notas
(1) IBGE – Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística. ESTATÍSTICAS, 2013. Disponible en: http://downloads.ibge.gov.br/downloads_estatisticas.htm?caminho=Projecao_da_Populacao/Projecao_da_Populacao_2013/#.
(2) City of São Paulo Improvements and Freehold Land Company Limited, fundada em 1912.
(3) LANGENBUCH, Juergen R. A estruturação da Grande São Paulo. Rio de Janeiro: Fundação IBGE, 1971.
(4) BONDUKI, Nabil. Habitar São Paulo: reflexões sobre a gestão urbana. São Paulo: Estãção Liberdade, 2000.
(5) SEHAB – Secretaria Municipal de Habitação de São Paulo. Programa de urbanización de favelas. In HABISP.plus, disponible en: http://www.habisp.inf.br/programa/01b8d3b8-13cb-3b38-816f-70712573bf20/urbanizacao_de_favelas.
(6) SEHAB – Secretaria Municipal de Habitação de São Paulo.Concurso Renova São Paulo. In HABISP, disponible en: http://renovasp.habisp.inf.br/concurso/info/apresentacao.
(7) Secretaria Municipal de Habitação do Rio de Janeiro. Programa Favela Bairro: http://www0.rio.rj.gov.br/habitacao/favela_bairro.htm
(8) SERAPIÃO, Fernando. A guerrilheira urbana. In Revista Monolito. Edicão nº7. São Paulo: Editora Monolito, fev/mar 2012.
Más información > http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=18817