13.5.2015

Motorización y barbarie

Alquilé el verano pasado en la costa atlántica argentina una casa aislada tipo chacra en un lugar promocionado como un oasis de tranquilidad y respeto por la naturaleza, la no agradable sorpresa fue constatar que la playa es en realidad una pista donde circulan libremente todo tipo de vehículos a motor: camionetas, autos, quatriciclos, motos …

Motoriza y barbarie

El riesgo de ser atropellados (tenemos nenes de corta edad) generó una aprensión que nos arruinó las vacaciones, nos invadió la impotencia, bronca, indignación. Como un hombre primitivo colocaba cada día unos restos de troncos de alguna fogata, unos metros antes de nuestra carpita, a modo de precaria protección. Al final del día juntaba restos de envases de plástico de aceite o refrigerante para motores, abandonados en la playa. Algunos conductores aminoran la velocidad y hasta ensayan un saludo, pero otros circulan velozmente propinando miradas de desaprobación: será porque les estamos estorbando el camino?

En realidad circular por la playa estaría prohibido, pero los que deberían controlar -Municipalidad de la Costa, Prefectura- no lo hacen. Es estéril el argumento de algunos: “no nos compares con Dinamarca o Francia, no es justo!” en Uruguay por ejemplo está terminantemente prohibido circular por las playas, y existen controles estrictos y eficientes.

El hecho de que en nuestro país se deje que cada uno haga lo que le parezca denota de parte de nuestra sociedad y de la clase dirigente que la refleja y es reflejada por ella: ignorancia, insensibilidad hacia la naturaleza y hacia el prójimo además de evidenciar graves carencias culturales. Se dan cuenta que en una ruta existen separadores, indicaciones, y varias cosas que hay que respetar, mientras que en la playa es una tierra de nadie donde se circula sin reglas; es una barbaridad!

En Pinamar me acerqué a una joven policía, la cual me confirmaba  la prohibición y la evidente falta de controles, solidarizando y coincidiendo con mi punto de vista; se acercó un señor que estaba escuchando nuestra conversación, lo motivé para que se expresara: nos comentó que en la misma PiInamar la policía controla unos dos kilómetros, libres de vehículos a motor, pero que hacia el norte, superados esos dos kilómetros se llega a un lugar llamado “la frontera” comenta que allí se introducen diariamente todo tipo de vehículos, incluidos los quadriciclos: “el tema es que entra cualquiera que no sabe conducir, generando un peligro constante para los demás, pero mi hijo no! él maneja la camioneta desde los tres años (sic) y por eso estoy tranquilo porque sabe lo que hace!

Con la joven policía nos intercambiamos solamente una mirada de tristeza e impotencia, porque si este es el contenido social … no hay esperanzas. Las costas naturales deberían ser sagradas y un ejemplo de tutela ambiental porque es uno de los pocos sitios en el mundo libres del impacto humano. Por último se puede recordar el consumismo y el aumento de la huella de carbono para un país que firma y ratifica los acuerdos sobre Cambio Climático que propone justamente una reducción de las emisiones de CO2.

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