17.11.2009

Mi Viaje a Tolar Grande, aventura en la Puna

Mi experiencia me llevó de la mano de turismo Socompa a recorrer Tolar Grande y el Paso de Socompa. Cuanto viaje en la buena compañía de Sebas del Val, mi guía ilustrado de la Puna, cuanta música de fondo, cuantas paradas para fotografiar el paraíso y para hacer pis (ya sin pudores en un lugar que te invita a la desvergüenza).

La salida de Salta estuvo programada para una hora cómoda, las 9.30, rumbo a Campo Quijano, el «Portal de los Andes». Luego paralelo al recorrido del Tren a las Nubes y salimos a lo largo de la pared policromada de la Quebrada del Toro. Visitamos Tastil y de allí pasamos por el primer paso andino, el Abra Pampa de más de 4.000 metros. Y ahí, guau, la primera vista de la Puna, el altiplano de 3.550 metros que se extiende desde el centro de Bolivia hasta el Norte de Chile y Argentina. Una visión hasta ese momento, desconocida para mí, extensa, suave, desdibujada, árida, con unos yuyos que acompañan el camino en todo su recorrido. Nos detuvimos en San Antonio de los Cobres para almorzar. El restó de La Hostería de las Nubes tiene una buena carta de platos típicos aggiornados, buena la lasagna vegetariana, el pollo sobre calabazas con crema de mostaza y la ensalada de rúcula, cherries y croquetas de quinoa, muy interesante la crepe de dulce de leche y maní.

Después de un excelente almuerzo y ya dispuestos a seguir, fuimos rumbo al Abra de Chorrillos a 4.500 metros, luego de Pocitos, entramos en un ambiente mágico y único. Cruzamos por el desierto del Laberinto, constituido de arcilla, tierra rosa y cristales de yeso. Luego, frente a nosotros, la inmensidad de la enorme extensión del Salar de Arizaro, IMPRESIONANTE, increíble, interminable, blanco. Lo más parecido a una visión en la que no se reconocen límites, en donde el salar parece un mar que se funde con el cielo, y una de las vistas más impactantes de la Cordillera Andina. Solo faltan pocos kilómetros para Tolar Grande…

Y llegar a Tolar Grande es otro cuento. El blanco del salar se entremezcla de a poco hasta desaparecer y dar paso a lomadas, lomadas y lomadas rojas que se abrazan y entreveran entre si. Al llegar a Tolar, casas bajas, corrales abiertos, complejos de viviendas y la nada por las calles. Calles casi desiertas.

Nos espera el refugio Afapuna de la Municipalidad de Tolar Grande, donde pasaremos parte de la tarde y la noche. Este lugar representa una cómoda, limpia y bien manejada opción. Posee 2 habitaciones, de 10 camas cuchetas cada una. Hay sábanas y frazadas. Hay agua y ducha caliente. El Refugio es calentado con 6 estufas a leña. Dos baños (Hombres y mujeres), servicio de Internet satelital (que hace meses no funciona). La cena y el desayuno son preparados y servidos en casas de familia.

Cenar y desayunar en lo de Marta, a la vuelta del refugio, fue un placer, y yo tuve la suerte de comer casi lo que más me gusta: MILANESA A LA NAPOLITANA con ensalada. De allí a tratar de conciliar el sueño después de un día agotador.

Mañana será otro día…

Próximo: Rumbo al mismísimo Socompa

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