24.7.2013

Manifiesto para un “Nuevo urbanismo acorde al siglo XXI”

El urbanismo ha impuesto no sólo el medio donde las personas se mueven, sino también el modo de vida que se les establece. El modo de producir y planificar ha supuesto un método de generación de las plusvalías necesarias al amparo de la legislación para la financiación del Estado de Bienestar, controlando los deseos de la población hacia la propiedad y el consumo.

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Imagen del barrio de El Puche, en Almería

Esto ha generado una zonificación de usos y segregación social, además de acabar con la cultura urbana identitaria de cada lugar y desproteger cualquier toma de decisiones por parte del usuario. El descenso de los instrumentos urbanísticos (normativas y estándares numéricos) a la realidad urbana (acciones y procesos de abajo a arriba, en la calle, en la red y con los vecinos) es revelador y plantea algunas cuestiones:

a. La primera, acerca del cuestionamiento claro de las fórmulas urbanísticas heredadas de una legislación que nos precede en varios siglos y que tiene bastante dificultad para regenerarse; además de estar claramente influenciada por el sector político y económico, sobretodo en nuestro país y en los últimos tiempos.

b. Otra, la del papel del arquitecto urbanista cercano al poder (político y/o económico) sin necesidad de abordar otras disciplinas -y sin contacto alguno con los futuros usuarios- para desempeñar el trabajo de la planificación de las ciudades en base a unos números y líneas que imprimen en papel el futro de las mismas.

c. La tercera, la capacidad que tiene el lugar en cuestión, su gente, actividades y necesidades, para desmontar cualquier tipo de fórmula urbanística global.

d. Por último, la apuesta de una participación y gobernanza real en la toma de decisiones, que implica incorporar las nuevas tecnologías como una herramienta más del urbanismo para posibilitar la transparencia en un nuevo modelo de producción y gestión y de trabajo compartido y en Red.

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Imagen de Javier Aldarias para la Red La Ciudad Viva

A partir de estas consideraciones, planteo la siguiente introducción del Manifiesto hacia un “Nuevo urbanismo acorde al siglo XXI”:
a. Respecto a la primera, partimos de que los instrumentos urbanísticos existentes son herencia de otras épocas, con condiciones higiénicas, culturales, mediáticas o económicas muy diferentes a del siglo XXI. Asumimos la obsolescencia de los instrumentos urbanísticos (leyes del suelo, normativas o legislaciones sectoriales), anunciándose como necesario el replanteamiento de los mismos hacia un nuevo marco legal para la disciplina del urbanismo en el actual contexto global, que incorporará las nuevas tecnologías como instrumentos potenciales de participación y gobernanza.

b. Sobre la revisión de la figura del arquitecto y urbanista, se parte del convencimiento del error de la figura del hombre planificador de la ciudad más cerca del poder político y económico que de la sociedad, y se propone incidir en la producción de transferencias y actuaciones fronterizas a la profesión de la arquitectura y del urbanismo, mediante la redefinición del encargo del proyecto urbano, mostrando la posibilidad de nuevos procesos y relaciones de trabajo viables; más colaborativas, transdisciplinares e inclusivas. Descentralizar la producción, planificación y gestión de las decisiones en materia urbana, implicará incluir nuevos actores partícipes de los procesos.

c. Se parte de una visión sostenible (desde el punto de vista social, ambiental y tecnológica) desde perspectivas como el género, la inclusión social, la salud o el medioambiente. Las visiones y herramientas procedentes de otros ámbitos y disciplinas ayudan a comprobar la capacidad que tiene la suma de múltiples visiones para transformar la realidad actual. Como diría Donna Haraway en su obra Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza, una especie de “Conocimiento situado” aplicado al urbanismo.

d. Tras la explosión de la crisis actual, tanto del sistema financiero, político y social, se abre el debate sobre si las nuevas tecnologías y sistemas información son capaces de abrirse a la participación de nuevos agentes que puedan tornarse protagonistas de la gestión urbana a partir de otras sensibilidades. Urbanistas, médicos, sociólogos o geógrafos pueden comenzar a trabajar en constante comunicación con los ciudadanos, “compartiendo” con ellos su “poder” de decisión.

Es una oportunidad para generar una especie de “control social” que mejore la transparencia y transforme los modos de producción “de abajo a arriba” que den lugar a nuevos devenires urbanos más inclusivos, sostenibles y democráticos.

“La cuestión de qué tipo de ciudad queremos no puede divorciarse de la cuestión de qué tipo de personas queremos ser, qué tipo de relaciones sociales buscamos, qué relaciones con la naturaleza mantenemos, qué estilo de vida deseamos o qué valores tenemos”. Henri Lefebvre

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Esta necesidad de replanteamiento de la disciplina e instrumentos del urbanismo ha quedado ya reflejada en una larga lista de documentos, cartas y recomendaciones.

Por su parte, el Documento del Cambio Global España 2020-50 –Energía, economía y sociedad- (Febrero 2011) pone atención en las políticas adecuadas para el cambio, dedicando un capítulo al papel del urbanismo, y concretamente, la concepción de un nuevo urbanismo a partir de un nuevo marco institucional que favorezca la renovación del tejido urbano consolidado y nuevos parámetros para un urbanismo sostenible. El Documento acaba con la demanda al papel de la sociedad ante las nuevas políticas para el cambio.

Propuesta también en este sentido la del reciente Proyecto de ley de Transparencia en Andalucía, y en el Congreso de los Diputados ( bajo el subtítulo de“Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno”).  El Libro Blanco de la Sostenibilidad en el Planeamiento Urbanístico Español, publicado en el año 2010, también alude al necesario cuestionamiento de las bases del urbanismo, evidenciando la obsolescencia de los instrumentos de planeamiento y atendiendo a las tres problemáticas siguientes:

– La casi inexistencia de planificación territorial en el marco español, que hubiese actuado como marco coordinador y puesta en valor de cuestiones ambientales (El planeamiento vigente aún arrastra vicios de la primera ley del suelo española del 1956)

– La injusticia y corrupción urbanística generadas por dos enfoques principales para el régimen urbanístico del suelo: uno, la preocupación por el nuevo territorio urbanizable, y el otro, el derecho a la propiedad y el valor del suelo como garante de la rentabilidad del planeamiento.

– El planeamiento basado en la nueva extensión de suelo más que en la rehabilitación de lo construido. “El entramado organizado alrededor de los planes urbanísticos es tan potente que incluso cambios que parecen obvios y relativamente sencillos son muy complicados de abordar y tropiezan con resistencias poderosas: económicas, sociales y políticas”.

En dicho Libro, y tras un el Análisis de la Normativa española, Andaluza y del resto de Comunidades autónomas, se establecen los resultados y criterios de actuación a perseguir hacia una sostenibilidad en las Políticas de Planeamiento relativos al entorno natural de la ciudad, al ámbito urbano, a temas de transporte, recursos, residuos, cohesión social y gobernanza.

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Además de las normativas estatales y autonómicas, se analizan otros documentos como el Programa de Sostenibilidad Ambiental Urbana –Ciudad 21- (Andalucía 2002) o el Plan de Indicadores ambientales (Sevilla, 2007) entre otros. Se establece así la estructura de bloques, estrategias y criterios para incorporar como medidas alternativas o complementarias.

El trabajo se completa con un decálogo o una decena de temas que organizan las conclusiones, entre las que se enuncian: 
– La necesidad de cambiar las características del plan de urbanismo, “haciendo imprescindible plantear unos sistemas más adecuados de participación ciudadana”.

– El seguimiento del plan y observatorios territoriales y la participación ciudadana, con “capacidad de decisión respecto a las determinaciones concretas para lo cual estarían en relación directa tanto con los agentes políticos y sociales como con la propia sociedad. Esto significaría la necesidad de introducir formas de participación social en los mismos, de modo que las decisiones no fuesen exclusivamente técnicas.”

– Sobre la Información y participación ciudadana, “que parecen el elemento básico para conseguir un planeamiento más sostenible. Debería invertirse en la organización de campañas y grupos de trabajo encaminados a recuperar la pérdida de conciencia ciudadana que se ha producido en los últimos años debido a múltiples factores entre los que destacaría el escaso interés general en su fomento. También habría que recuperar el gran déficit de cultura participativa a base de incentivar la implicación de la ciudadanía en la toma de decisiones, en vez de burocratizarla, como ha ocurrido en bastantes ocasiones. Se trata, en suma, de sustituir el consenso reservado y organizado en torno a las “operaciones” urbanísticas, por un consenso amplio y transparente. Por otra parte, la participación necesita un soporte imprescindible que es el de la información. Sin una información adecuada y fiable la participación en el planeamiento no tiene sentido. Por eso son tan importantes los sistemas permanentes de observación del territorio planificado, así como que funcionen adecuadamente y en relación con la ciudadanía.” ([1])

Todos estos motivos expuestos parecen más que suficientes para plantear una “Exposición de motivos” del marco legal urbanístico que permita el desarrollo de un urbanismo acorde al siglo XXI, sostenible física y socialmente, y que cuente para ello, con las suficientes herramientas facilitadoras de un empoderamiento ciudadano tanto en la gestión urbana como en la normativa urbanística.

Propongo mediante este artículo introductorio de un futuro Manifiesto, comencemos a discutir en Red sobre estas cuestiones, a mi juicio tan interesantes, que serán también objeto de trabajo y de debate durante las Próximas Jornadas de La Ciudad Viva, a celebrar en Sevilla durante los días 7-11 de Octubre de 2013, y se concretarán en torno a una posible nueva gestión de la ciudad del siglo XXI: sus espacios públicos, equipamientos, servicios y viviendas.

[1] Texto del resumen de las conclusiones del Libro Blanco del planeamiento en el blog de José Fariña (muy recomendable).

Fuente > http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=18053

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