14.7.2015

Las ciudades «en terapia»

Introducción a los conceptos de “resiliencia de la ciudad”, “urbanismo táctico” y “estrategias globales” y la necesaria retroalimentación entre ellos, de cara a la conferencia UN-HABITAT 2016.

La ciudad es, hoy, un gran problema para el planeta en el que vivimos. Al mismo tiempo, es el único lugar en el cual las soluciones son posibles de ser encontradas, planteadas e implementadas.

En un lado del espectro desde el cual mirar a la ciudad, nos encontramos cada vez más con la imagen de la pobreza y el “crecimiento desigual”, con una población urbana cada vez mayor y una capacidad de sostenerla que, si no es pensada de un modo empático con la naturaleza e inclusiva desde lo social, es cada vez menor. Desde otro lado del espectro, ligado puramente al consumismo, real y visual, y a la idea de la “ciudad como marca” y la del “ciudadano del mundo”, respectivamente enraizadas en los conceptos de marketing y globalización, algunas ciudades icónicas aparecen como la meca de la belleza urbana, el glamour, la tradición, las escenografías de los comerciales de perfume, destinos soñados y centros de poder económico y político.

Esta contradicción se retroalimenta con la realidad del crecimiento desigual, ya que esa otra realidad de la ciudad bella y soñada solo puede ser accedida por unos pocos. Sin embargo esta última existe como tal, afortunadamente, y aunque enmarcadas en la situación compleja y preocupante del presente, tanto desde lo ambiental como lo social, las ciudades bellas se despliegan, estoicas y sobrevivientes del mismo mal del que son gestoras.

El mal de la ciudad no es el ser ciudad.
El mal de la ciudad es que su éxito, aunque probablemente relativo, es su mayor riesgo.

La ciudad sigue atrayendo, absorbiendo y fomentando cada vez más habitantes, cuya dinámica de vida dependiente de la utilización de los recursos naturales del suelo, el agua y la energía generada en base a los mismos, hace que el paisaje natural que una vez fue origen de todo, se pierda, se transforme, se reduzca y se sature. Este crecimiento desaforado y nocivo y, en gran medida, no planificado, tiene que ver con el mercado y el desarrollo automotor e inmobiliario mayormente privado, con el aumento de la vivienda espontánea, refugio de la pobreza, y por supuesto con la falta de políticas del uso de la tierra. Paradójicamente, en algunos habitantes (los mismos pocos que acceden a la belleza de la ciudad) se va generando una idealización tal hacia la naturaleza, en datos reales cada vez menos prístina, que da origen a la creación y el avance casi ilimitado de proyectos de barrios cerrados “distantes y bucólicos” y, claro, exclusivos, así como de otros nuevos componentes urbanos tales como el “shopping mall verde”, todo lo cual atenta contra la supervivencia de aquel paisaje y lo convierte en mero objeto de nostalgia.

La pérdida, transformación, reducción y saturación de la naturaleza en donde las ciudades se originaron y crecieron trae además otras consecuencias más profundas y alarmantes por su efecto en los procesos climáticos. Cíclicamente, estos procesos afectan al desarrollo y supervivencia de las ciudades, sus bordes y sus estructuras predominantes.

Cambio.

Y entonces, nuevas medidas y nuevas prácticas, nuevos pensamientos y nueva conciencia.

Entre tanto nuevo, y superando el (ya viejo aunque para nada dejado de lado) concepto de sustentabilidad, tres conceptos complementarios entre sí aparecen como posibilidades de sanación urbana: la resiliencia, el urbanismo táctico y la estrategia global.

La resiliencia, sobre todo en relación a los eventos peligrosos generados a través del cambio climático, aparece como la capacidad de absorber cambios y adaptarse a ellos pudiendo mantener ciertas características intrínsecas. Un ejemplo claro son los nuevos bordes, conformados por áreas verdes y humedales, al sur de Manhattan, para contrarrestar los efectos de posibles huracanes, cambios en las mareas y en los niveles del mar.

El urbanismo táctico, en relación a problemas y necesidades específicos a escala barrial y local, es el conjunto de intervenciones mayormente llevadas a cabo por actores sociales, organizaciones no gubernamentales y la comunidad afectada, y cuya implementación si exitosa es posible de ser formalizada por los gobiernos. Es un proceso denominado “bottom-up”, entendido como lo que no surge desde la autoridad política. Ejemplo son las huertas urbanas realizadas por los vecinos de manera sistemática, para fomentar la producción de alimento, el contacto con el verde y la reducción de consumo energético del transporte, entre otras cosas.

La estrategia global –la más compleja, la que debe absorber a las dos primeras y la que aún lleva en sí misma la idea casi olvidada de la planificación– es definida y estudiada desde las grandes organizaciones mundiales e implementada de modo formal a escalas diversas. La convención UN-HABITAT (Naciones Unidas) realizada cada veinte años desde 1976 y que el año próximo tendrá lugar en Ecuador, busca tomar todas estas tendencias para la creación y sostén de un nuevo paradigma y una “nueva agenda urbana”. El modelo de un nuevo tipo de ciudad, compacta, inclusiva y conectada, se eleva como la solución más apta a un planeta cada vez mas habitado y urbano (no por eso urbanizado), con posibilidades para todos, incluyendo el medio ambiente. La ciudad como ecosistema en donde el hombre no es el único protagonista y modificador pero cuyas acciones se saben de consecuencias profundas.

Tal vez teníamos que, como seres creativos y destructivos, llegar a atestiguar los efectos que la naturaleza puede producir en las ciudades. El tiempo de verlo es el presente; los tiempos de la naturaleza son otros, lentos e imperceptibles, hasta que se hacen evidentes y transformadores. Ahora es la ciudad la que debe ser resiliente, y con ella sus habitantes, que solo viven si ella sobrevive; ahora la comunidad reemplaza, con sus tácticas, al laboratorio urbano académico y gubernamental; ahora la estrategia global es un nuevo modelo de ciudad cuya adaptación al que ya existe será un proceso largo.

Ahora, la ciudad.

Nota originalmente publicada en Arq. suplemento Clarín

 

Jimena Martignoni es arquitecta especializada en planificación del paisaje y desde 2004 se dedica a la curaduría y difusión de proyectos de ciudad y paisaje en Latinoamérica. Escribe regularmente para revistas especializadas de EEUU, China y Europa y ha publicado libros con editoriales de España, México, Chile y Holanda.

Es profesora del Posgrado de Paisaje en la Universidad Di Tella en Buenos Aires. Ha sido invitada a dar clases y conferencias en universidades de Argentina, Colombia y México y como jurado en la Primera Bienal Latinoamericana de Paisaje.

Visita cada proyecto sobre el que escribe y en este proceso ha recorrido lugares remotos y ha conocido grandes diseñadores latinoamericanos.

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