23.11.2007
Laboratorios urbanos: México DF
publicado en el suplemento Culturas de La Vanguardia La ciudad de México es muchas ciudades a la vez: lo más terrible junto a lo más placentero. Este laboratorio urbano, para algunos una pesadilla, que por su extensión desborda lo que sería una ciudad convencional y que por su complejidad parece casi imposible intervenir en ella, posee interesantes ejemplos de arquitecturas alternativas. Y es que, tal vez, en su monstruosidad reside su fortaleza, atractivo y esperanza.
Es en la diversidad de esta ciudad de múltiples personalidades donde encontramos proyectos arquitectónicos y urbanos que, desde la escala de intervenciones en el distrito o barrio, podrían trasladarse a mayores escalas dentro de esta inmensidad, aplicando verdaderas políticas de mejora urbana.
Milpa Alta es una de las 16 delegaciones en que se divide el Distrito Federal. Situada al sur, en una zona en contacto con el mundo agrario, que mantiene sus propias costumbres, es un área que dista mucho de la imagen de megalópolis a la que nos acostumbra la gran urbe. Hacia 2002, el gobierno del distrito decidió realizar una red de equipamientos comunitarios atendiendo a distintas necesidades de la población; entre ellos, la reforma de un mercado, la realización de los talleres municipales de la delegación y un espacio deportivo múltiple. La serie de proyectos fue encargada al arquitecto Mauricio Rocha, y las características del encargo –su situación dispersa por el territorio, la premura de tiempo y la economía de medios– le llevaron a inventar un sistema arquitectónico basado en volúmenes modulares, de formas directas y de síntesis, que pudiera ser aplicado a los distintos casos. Una arquitectura que no recurre al lugar de manera obvia, sino que sintetiza su esencia: volúmenes simples articulados que permiten la entrada de luz entre sus juntas; materiales de fácil mantenimiento y con reminiscencias tradicionales e históricas, como los muros de piedra; estructuras de acero claramente moduladas y ensambladas; elementos livianos y efectivos de cubrición, como la chapa ondulada. En definitiva, equipamientos que mejoran la vida cotidiana de las personas, que componen un nuevo paisaje sin alterar la esencia de lo existente y que benefician las actividades sociales, laborales y deportivas de la población.
Mauricio Rocha es un arquitecto que, influido por artistas como Gordon Matta-Clark o John Cage, ha destacado por sus intervenciones artísticas y sus proyectos museográficos, demostrando siempre una gran cultura, un gusto exquisito y un innato saber para la composición y el espacio. No en vano es hijo de arquitecto y su madre es una de las mejores fotógrafas contemporáneas de México. Y al mismo tiempo, tiene una enorme capacidad para crear obras anónimas, neutras y discretas, para que sean los usuarios y el lugar los que las caractericen y se apropien de ellas; en definitiva, para crear sistemas arquitectónicos.
El mercado consiste en un sistema modular escalonado, con una estructura de 6 por 6metros y unos locales en el interior que son cubos de 3 por 3 metros. Esta estructura tan clara potencia la máxima flexibilidad de uso y de transformaciones y el escalonamiento de los módulos facilita la entrada de luz natural. El nuevo mercado queda totalmente inscrito en la estructura de las calles y respeta la preexistencia de las tiendas perimetrales. El conjunto polideportivo se basa en la articulación de dos grandes volúmenes en el paisaje: uno más cúbico, horizontal y cerrado, dedicado a pistas de básquet, y otro más prismático, alargado, alto y transparente, dedicado a gimnasio y otras actividades deportivas.
Los talleres públicos, realizados entre el 2002 y el 2006, una serie de naves donde se producen y reparan todos los elementos de los espacios y edificios públicos de la delegación, se adaptan al trazado curvo del canal contiguo, junto a un campo de maíz. Las formas de los volúmenes que van girando, en punta en planta y en volumen, con el contraste de la cubierta ligera que se dibuja en el cielo sobre los gruesos muros tradicionales de piedra, los convierten en una obra maestra en el paisaje.
El otro caso a reseñar es una ciudad dentro de la ciudad, ya que las 300.000 personas que diariamente utilizan el magnífico campus universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México hacen de su gobierno y gestión un laboratorio urbano inigualable.
El campus de la UNAM fue declarado patrimonio de la humanidad en este año 2007, sin duda un mérito incuestionable, ya que es uno de los mejores conjuntos arquitectónicos de la arquitectura moderna, expresión de la cultura y el lugar, al tiempo que realización de los ideales de la democracia universal a través de un espacio educativo ideal. Tras la convocatoria de un concurso nacional en 1946, fue proyectado por Mario Pani y Enrique del Moral en 1947, inspirándose en la propuesta presentada al concurso por un grupo de estudiantes de arquitectura de la UNAM, formado por Teodoro González de León, Armando Franco y Enrique Molinar. El proyecto de cada uno de los edificios se encargó a diferentes arquitectos mexicanos contemporáneos. Inaugurado en 1952, este magnífico ejemplo de campus moderno está caracterizado por la gran escala de los espacios abiertos, que rememoran las plataformas y escalinatas de monumentos precolombinos como Teotihuacán o Monte Albán. El repertorio de edificios es amplísimo –torres, bloques, edificios pantalla, pabellones, estadios, frontones–, todos compuestos según criterios de equilibrio y separación entre ellos, con un fuerte predominio del cielo abierto y de la naturaleza, que en la inmensa plataforma central sigue el diseño original de Luis Barragán para el paisajismo. El conjunto articula naturaleza y artificio, inmensidad y reductos aptos para la concentración y la estancia, para el diálogo y el trasiego.
Patrimonio cultural
En los últimos cuatro años, bajo la dirección de los arquitectos Felipe Leal y Daniel Escotto, la oficina de proyectos especiales de la UNAM, situada en la magnífica casa Max Cetto en el fraccionamiento Jardines del Pedregal, ha tenido el encargo de gestionar y actualizar el patrimonio cultural, arquitectónico y urbano de la ciudad universitaria. Ello significa tanto ir rehaciendo y ampliando los edificios existentes como ir introduciendo mejoras en el funcionamiento general del campus. Entre las nuevas obras arquitectónicas sobresale el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, que ha proyectado Teodoro González de León y que está a punto de inaugurarse.
Entre las obras generales destaca la apuesta por los trayectos peatonales y en bicicleta, venciendo el habitual dominio del automóvil, que ocupaba abusivamente calles y aparcamientos. Como todo México, esta zona al sur de la ciudad estaba saturada de tráfico y los peatones sufrían las consecuencias. Para ello se ha restringido el paso y el estacionamiento de coches y se ha creado una línea interna de autobuses –el puma bus, inspirado el nombre en el quipo de fútbol de primera división de la propia UNAM– y se ha establecido una red de ciclopistas. Dicha red, basada en un sistema compartido de usos de bicicletas entendidas como prolongación del transporte público, dispone a lo largo y ancho de la universidad de una serie de cubos para el aparcamiento de las bicicletas. Se inicia en el Bicicentro de la Ciudad Universitaria (2007), junto a la terminal del metro y autobuses metropolitanos, que es un magnífico pabellón que funciona como autoservicio de bicicletas. El volumen de forma prismática con rampas y puentes de acceso y conexión tiene una fachada con pixelazo de tonos verdes, de evidentes resonancias ecologistas, sobre una chapa horadada que permite la relación visual interior exterior y viceversa.
De esta manera, un campus universitario sirve de lugar de pruebas para procesos urbanos que se podrían trasladar a escalas mayores, algo que en la época del alcalde López Obrador se había iniciado tímidamente con una red de autobuses segregados, llamada metrobus, y con una mejora de las infraestructuras y del espacio público, especialmente del distrito central. Es realmente gratificante y esperanzador que sean la arquitectura y el urbanismo de un recinto universitario los que puedan dar pautas para una futura ciudad mejor.