14.2.2006

La Miranda, ventana al mundo

El Nacional, Caracas
02.10.00

Las calles buenas son las que atienden por igual al peatón y al tráfico, en ellas las vías y sus intersecciones, marcan la calidad del espacio público, en ellas no hay cambios de niveles, ni pasarelas, ni elevados, ni mojones, ni estorbos. Justamente por ello -en este momento de incertidumbre- en Caracas, sólo la Avenida Francisco de Miranda y la Principal de Las Mercedes, representan la única oportunidad de abrir el espacio público y en consecuencia, la «ventana de la ciudad» al mundo; su oferta corresponde a una intervención, en cierta medida tan importante, como aquella que permitió, en España, abrir Barcelona al mar. Su desafío neutraliza un proceso de densificación impune, feamente iniciado en los
años noventa por inaceptables edificaciones como el volumen descomunal de 35 pisos, ferozmente impuesto sobre una de las esquinas de la Plaza Altamira.

Remover una estructura de servicios, redistribuir sus paradas y kioscos, dar fuerza a una peatonalidad alterna a tanto «vialismo», negociar la inversión privada como una oportunidad razonable para obtener buena arquitectura, marca la historia de la Nueva Generación de Proyectos Urbanos para el siglo XXI. La Miranda abre la posibilidad de desarrollar esa visión realista del urbanismo, la posibilidad de regenerar la ciudad mediante proyectos tangibles; una filosofía interventora, para frenar la labor depredadora de especuladores y promotores sobre el espacio potencialmente público, una visión más interesada por la estructura volumétrica de la ciudad que por el trazado de su vialidad, esto es una visión de arquitecto antes que de planificador urbano.

A lo largo de un kilómetro de la Francisco de Miranda (los cinco kilómetros restantes hasta Petare, corresponden a otro tema), especialmente entre las 10 cuadras comprendidas entre la calle El Muñeco y la Plaza Altamira, se hace inaceptable el desbarajuste de sus calzadas, continuamente alteradas. Los cambios abruptos de sus dimensiones (cuatro, tres, cinco, dos canales de lado y lado) insisto, sostienen una situación caótica y de paroxismo en la que el habitante peatonal es sometido injustamente a un tránsito humillante a través de una calle de desecho y de inminente «hoyadización» (siete kioscos frente al edificio Pequiven, son el mejor ejemplo). Esta temible situación resulta inaceptable porque la Francisco de Miranda es un lugar desencadenado desde un afortunado pero confuso preámbulo marcado entre Chacaíto, el acceso al Country y la entrada a Campo Alegre; a partir de allí, se construyen sucesivamente dos espléndidas perspectivas curvas en las que presenciamos la escena de un paredón monumental (único en Caracas) que enclaustra completamente el paisaje urbano; presenciamos además, como desenlace, una perspectiva lineal y abierta a la montaña y al Parque del Este como epílogo y telón de fondo. En consecuencia, su poderosa potencialidad paisajística, soportada en los dos sinuosos paredones
urbanos, que paulatinamente se transforman en edificios aislados, señalan el recinto prodigioso de lo que se podría llamar la gran calle de Caracas y seguramente, insisto, la «ventana de la ciudad al mundo». Aspiramos una reglamentación urgente: tres canales de lado y lado, podrían recuperar el esplendor de esta poderosa y necesaria acera sinuosa, extendida desde el Country hasta el Parque del Este. La Miranda representa el desafío que se impone como ejemplo a toda la ciudad: recuperar el «tiempo lento» a lo largo de un espacio que neutralice (también) el abominable efecto que generan los gigantescos centros comerciales, «huecos negros» que se tragan la energía y vitalidad que debe florecer en la calle abierta. Por ello, el enfrentamiento implícito en torno a la Miranda escenifica también la actual polémica propuesta entre dos filosofías extremas de lo caraqueño que inciden en la ciudadanía: el uso de esos huecos negros: grandes centros comerciales sumergidos en descomunales edificaciones, los cuales consumen toda la energía y los modos de vida de la ciudad contemporánea; y la recuperación del espacio público, única estrategia capaz de desarrollar a lo largo de calles, galerías y espléndidas terrazas públicas el sentido de una ciudadanía tolerante y atemporal.

Monumentalizar: 1. Preámbulo (Chacaíto, Campo Alegre), resolver el nodo de mayor conflicto vial; dar escala visual (actual escala doméstica) como remate heroico al escuálido Monumento a Martí y despejar visualmente el paisaje hacia el Country y hacia la Plaza Brión. 2. Acceso (Campo Alegre, calle El Muñeco) resolver una plaza aérea en la conexión sobre el espacio residual de la Av. Libertador y el eje peatonal de Campo Alegre. 3.Trama, dos sinuosas perspectivas en «S» (calle El Muñeco-Bello Campo, Bello Campo-Altamira); a lo largo de siete cuadras los dos paredones curvos y urbanos, encierran un escenario único por su escala, orden, proporción y medida; la garantía de un basamento de tres niveles podría neutralizar la necesidad inminente de una densificación injusta. A lo largo de este tramo de 7 cuadras desplazadas entre aceras de 8 a 12 metros de ancho se podrían sembrar dos ejes de Washingtoneas, Palmas Reales, Chaguaramos, lo cual garantizaría a lo largo de sus amplias aceras, repitiendo el viejo espíritu de las haciendas Blandín, La Floresta y San José el espíritu, arqueología o memoria del lugar. Esta intervención reproduciría un paredón virtual a escala heroica, entre 15 y 25 metros de altura, planteado bajo una composición «berninezca», que demarcaría paisajísticamente el recinto de la peatonalidad, (neutralizando así, el ranchificante efecto Sambil), promoviendo el uso de la calle como la patria misma de la belleza.

Hace falta demoler el paredón del Jardín la Floresta e incorporar un cerramiento transparente a la manera del Parque del Este, volcando esta imagen a la escena pública, hace falta conservar los edificios Sucre (D. Hatch) , Humboldt (N. Barcenas); hace falta demoler todas (6) las feísimas y duras entradas del Metro y construir unas muy sencillas a la manera de Foster en Barcelona. La Francisco de Miranda es la más importante reflexión teórica y práctica sobre los nuevos espacios urbanos y debe asumirse como un ensayo general para acometer los grandes proyectos que finalmente ambiciona Caracas.

William Niño Araque
nignoaraque@cantv.net

Para poder subir obras es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder solicitar la creación de un grupo es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder guardar en favoritos es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder valorar obras es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder agregar a este usuario a tu red de contactos es necesario que acceder con una cuenta ARQA

Para poder enviarle un mensaje a este usuario es necesario que acceder con una cuenta ARQA

Ir a la barra de herramientas