23.12.2019
La frontera, mecanismo artificial e inventado
De esta manera cuando la barrera natural (el accidente geográfico) usado artificialmente para proteger el ecosistema interior, es insuficiente, inadecuado o inexistente para el uso económico o social deseado, entonces el hombre desarrolla no sólo la artificialidad sobre lo natural sino que da un paso más y construye una frontera ex-novo.
Es un invento que salva a la deficiencia natural, y entorno a la mejora de esta deficiencia el concepto de recinto protector artificial irá variando, adaptándose también al progreso y mutación de la posible agresión que proviene del exterior. Resultado de ello, son la valla, la empalizada, la muralla como limites artificiales, recintos protectores, contenedores de funciones que no deben desarrollarse fuera de ese medio controlado y que así se mantienen a salvaguarda. Es aquí donde el límite artificial se descubre a sí mismo como arquitectura original1 que demarca ámbitos, que delimita espacios vitales.
La interpretación más básica y tradicional que el hombre hace sobre la idea de frontera (ahora ya entendida como barrera fabricada) se concreta en dos sencillas formalizaciones: la de empalizada (objeto interpuesto de manera que solo es posible acceder por su rotura o por salto) y la de foso (vaciado pensado de forma que el acceso solo es posible por vadeo). Ambas estrategias de interposición tratan de crear un desequilibrio de fuerzas, concretado en el propio límite, entre lo exterior que intenta acceder y lo interior ya establecido, derivando su formalización de la noción de convexidad o concavidad que la naturaleza ejemplifica a través de las diferentes orografías que se concretan en la cresta, montaña o cordillera y en el valle o cuenca, contenedor pasado o presente del paso de las aguas.
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