22.1.2008
La arquitectura, el diseño y el urbanismo pueden y deben ser objeto de investigación
La propuesta, o mejor el pedido o deseo, del Dr. Barañao, actual (y primer) ministro de Ciencia y Técnica, de que las investigaciones en Ciencias Sociales tengan mayor rigor y no se parezcan a tratados de teología, afirmando verdades incomprobables, trajo debate.
Al cruce salió el ex vicerrector de la UBA, Dr. Atilio Borón, politólogo, haciendo una acendrada defensa de las investigaciones en Ciencias Sociales y Humanas, dando buenas razones para prestar atención a este campo del saber, que si bien ocupa lugares importantes en las universidades, el Conicet y la Agencia, aún no tienen el estatuto ni el reconocimiento social y cultural de las ciencias Exactas Físicas y Naturales.
Los criterios para los juicios de validación de las Cs.Ex.Fi.Nat. han variado desde sus inicios en la antigua Grecia y desde el Renacimiento se constituye como ciencia experimental: desde el Iluminismo a la fecha se consolidaron y produjeron cambios de diversa índole. Pero a partir de lo que llaman la matematización del mundo, las comprobaciones empíricas y las leyes universales necesarias, son entre otras, las bases del prestigio de las llamadas «ciencias duras».
Si en vez de hablar de ciencia, habláramos de producción de conocimientos especializados, que en definitiva es el objetivo de todas las investigaciones, sean las llamadas científicas, las ahora conocidas como ciencias humanas y sociales, las que giran sobre las artes y la arquitectura, de las que nos interesa hablar, creo que otro podría ser el estado actual del debate y la necesaria colaboración entre las mismas.
Cada práctica de producción de conocimientos, establece sus criterios de verdad, validación y eficacia, y para no caer en relativismos absolutos -sino tratando de sostener autonomías relativas- explicitan y discuten adentro y afuera del propio campo intelectual y hasta cultural de que se trate, sus principios que las constituye como saber.
Voy a bogar aquí, por la imperiosa necesidad de las investigaciones sobre el apretado entretejido del colectivo humano y no humano de los artefactos que posibilitan la vida social. De estos temas se ocupan la arquitectura, los diseños y el urbanismo, junto a otras disciplinas.
Comencemos por el origen, ¿qué origina que haya una investigación sobre cualquier campo?: la existencia de uno o varios problemas, que alguien (sea o no científico) pero con espíritu de investigador, detecta y lo formula como problema, lo describe e incluso encuentra sus puntos de no resolución (aporías) y luego propone soluciones o conjeturas de cómo resolverlo y finalmente elabora una teoría que respalda su hipótesis, en muchos casos propone métodos y técnicas para hacerlo.
¿Alguien puede pensar que sobre la ciudad, los edificios, los objetos de uso cotidiano, los sistemas de comunicación, no hay ningún problema digno de ser investigado, y de generar conocimientos para resolverlos? Creo que argumentar a su favor, resulta innecesario.
Se argumenta, que ya existen en este campo profesionales formados en las universidades para hacer frente a la resolución de los problemas que se presentan, y esto sucede no sólo en la arquitectura, sino en todas las prácticas profesionales, con cuerpos teóricos y sistemas de aplicación de estos saberes.
Efectivamente, los hay y no sólo trabajan con los conocimientos producidos, sino que «inventan» soluciones ad-hoc en muchos casos, pero el saber que se exige ante cada problema concreto que deben enfrentar y resolver, no siempre puede ser atendido por las creaciones en acto o los saberes constituidos, que alguna vez fueron innovaciones (o conocimientos) respecto a los existentes.
Se suele argumentar desde las autodenominadas ciencias «duras», que aquellas disciplinas, de fuerte connotación y exigencia práctica, no ofrecen sistemas de investigación con estructuras de validación confiables, ya que para ellos sólo hay conocimientos cuando lo pueden verificar con sus propios métodos. En este sentido afirmo que las investigaciones en ADU, tienen sus propios mecanismos de validación y que la producción de sus conocimientos tienen exigencias propias y son relativas a su propio campo de saber y producir, como lo tienen las demás, que son igual de provisorias y fragmentarias.
Dado que estas investigaciones son sobre las formas del habitar, la relación de estas con las formas del hábitat, con los artefactos producidos por ellas, con la manera en que las producciones materiales influyen sobre la constitución de la subjetividad, o el cuerpo social, su validez, puede ser argumentada, mostrada y demostrada, donde la objetividad se constituirá por intersubjetividad, con mecanismos específicos y precisos propios de estas disciplinas, y por el momento no existe una teoría del campo unificado que las comprenda a todas.
En la práctica institucional de la investigación, la UBA ha establecido un sistema de Comisiones Asesoras de Evaluación de las solicitudes de subsidios, becas, etc. que se han constituido por campos problemáticos, antes que por Carreras específicas. Así se ha constituido la de «Diseño del Hábitat Humano», integrada por arquitectos, diseñadores, urbanistas, geógrafos, psicólogos, médicos, ingenieros.
Aún en el Conicet y la Agencia, no se ha logrado este avance, gracias a muchos años de lucha y gestión de muchos de los que sostenemos el campo de investigaciones en ADU y las actuales autoridades de la FADU. Por último el actual Plan Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación Bicentenario (2006-2010) a establecido un Programa Transversal Integrador del Sistema Nacional de Innovación (PROTIS) una Área Problema Oportunidad: Hábitat, Vivienda y Asentamientos Humanos, donde se describen ocho ítems básicos de investigación. Creo que este es un avance considerable que abogamos para que tanto la Agencia como el Conicet incorporen a sus programaciones de subsidios y ayudas a la investigación.
Aceptamos, aunque no como únicos, los métodos de investigación para la producción de conocimientos científicos; la ADU los utiliza en buena medida, pero se vale también de los generados en el campo de las Cs. Hs. y Ss. Trabaja con ellas, pero nuestro campo produce sus propios conocimientos y sostiene una especificidad que es mucho mas que la suma de otros saberes que la pueden atravesar, cientos de años y el mundo construido, así lo muestran y lo demuestran.
No sólo de Ciencias duras o blandas, vive la producción de conocimientos, existen saberes y prácticas sociales legitimadas epistémica y socialmente, que requieren apoyo, atención y aceptación de su rol.
Director del Centro POIESIS (Investigaciones, Interdisciplinarias sobre Creatividad en Arquitectura, Diseño y Urbanismo), de la Secretaría de Investigación y Director del Programa de Actualización Proyectual de la Escuela de Posgrado, Facultad de Arquitectura, Universidad de Buenos Aires
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