6.6.2013

¿Hacia una arquitectura libre?

Cuando montamos en el 2003 la web del estudio de arquitectura lapanaderia, licenciamos todo el contenido con una licencia creative commons, probablemente influidos por nuestros compañeros informáticos y artistas.

Era algo que veíamos coherente con nuestra intención de mostrar y compartir de la manera más abierta posible el trabajo y los procesos del estudio. Más recientemente empezamos a utilizar el término de una arquitectura de código abierto (1) para referirnos de caracterizar de manera metafórica las prácticas que defendemos para desarrollar procesos colectivos de vivienda. Veíamos analogías entre los principios del software libre y las propuestas de vivienda adaptable y ampliable que estábamos proponiendo. Pero realmente era eso, una metáfora, un juego optimista de lenguaje. Actualmente le estoy dando muchas vueltas a eso (inmerso en el proceso de tesis).

¿En qué medida estas importaciones conceptuales reflejan una ampliación y enriquecimiento de las prácticas arquitectónicas, o responden más a esa tendencia fashion tan típica de la maquinaria mediática arquitectónica a importar términos de otras disciplinas? Obviamente en este caso creo más en la primera opción, pero no está de más ir con precaución. En los últimos años se están empezando a dar algunas condiciones para quizás plantear estas traslaciones conceptuales de manera más concreta y práctica.

No obstante hay una gran cuestión de fondo sobre la que creo que gira todo, ¿en qué medida son estos avances y nuevas posibilidades desarrolladas sobre la inmaterialidad del software y el contenido exportables a la práctica arquitectónica tan marcada por la materialidad? Y no me refiero simplemente a analizar si el uso de metáforas puede ser más o menos acertado o coherente, sino a que las prácticas de gestión, diseño, producción y uso de vivienda puedan verse afectadas por estos valores y posibilidades tecnológicas.

Durante la década pasada hemos asistido a grandes cambios en los modos de creación e intercambio de la información, el conocimiento y la cultura. En este nuevo paradigma digital y tecnológico, el movimiento del software libre ha conseguido desarrollar y hacer viable un nuevo modo de producción basado en el compartir y en la cooperación. A partir de ahí, a través de las licencias creative commons, se ha desarrollado y consolidado el movimiento de la cultura libre. Fruto de estos avances y de la infraestructura existente de la red, se empieza a consolidar lo que se ha denominado la producción entre iguales (P2P).

Sin querer desarrollar estos temas, sí me gustaría rápidamente indicar que todos estos cambios están poniendo sobre la mesa valores y conceptos como la importancia de lo común, lo compartido, la colaboración, la cooperación, el valor de uso sobre el de la propiedad y el cuestionamiento de los modelos jerárquicos de producción.

“Open source” se está convirtiendo en el imaginario colectivo en sinónimo de “democratización”, y el uso del término se está dispersando entre múltiples disciplinas y prácticas (entre las cuales la arquitectura con sus peculiaridades es otra más).

Partiendo de estos valores me parece de lo más natural hablar de una arquitectura libre, ya que éstos han guiado históricamente las prácticas de lo que se ha denominado arquitectura comunitaria (2) desde los años 60. Pero creo que es importante tener en cuenta que gran parte de la reflexión y debates existentes sobre lo que puede ser una arquitectura “open source” se están planteando como una innovación total.

Para no caer en un determinismo tecnológico (la tecnología por sí misma no va a solucionar los problemas) pienso que sería positivo analizar las posibilidades que las nuevas tecnologías pueden abrir a la práctica arquitectónica comunitaria, enraizadas en la corriente de la arquitectura comunitaria en la producción de vivienda.

De la misma manera que creo necesario (y quizás es un tema generacional) recuperar y revisitar la memoria (3) de la arquitectura comunitaria en todas sus vertientes y modalidades culturales desde los años 60. Creo que es fundamental engarzar todos estos nuevos debates en torno al open source architecture con esa tradición y ese conocimiento y experiencias previas. Creo que sería necesario repensar y actualizar las prácticas participativas en el ámbito de la vivienda colectiva a la luz del nuevo paradigma digital.

Mi interés se centra en las posibilidades de interacción que abren las nuevas tecnologías, en el sentido de abrir los procesos de vivienda colectiva. Este es un viejo problema, para nada nuevo. De hecho es uno de los ejes de toda la tradición de arquitectura comunitaria y participativa. Aquí creo que es importante centrar el debate, en el modo que entendemos y hacemos viable esa “apertura”. Esa “apertura” que caracteriza el fenómeno del “open source” sobre todo en torno a la reflexión de qué aportan los nuevos contextos tecnológicos a esa apertura, en qué medida nos enfrentamos a nuevos o viejos problemas y cuáles son los nuevos matices y condicionantes fruto de los nuevos contextos tecnológicos.

A la hora de imaginarnos que sería una práctica de arquitectura libre en un proceso de vivienda, ¿qué mejor ejemplo de propiedad P2P que el modelo de cooperativa de cesión de uso de la FUCVAM?, ¿qué mejor ejemplo de producción entre pares que los procesos de autoconstrucción de la FUCVAM?, ¿no podríamos decir que la planta de prefabricados de hormigón que montó la FUCVAM es un enorme Fablab a escala de producción de vivienda?, ¿podemos pensar en procomunes urbanos sin tener en cuenta las experiencias cooperativas de vivienda autogestionada?

Por ejemplo a nivel de producción y cooperación, se plantea un debate sobre cómo moverse entre la definición cerrada de la cooperativa de viviendas y el compromiso necesario de sus miembros y la responsabilidad difusa de la producción entre pares (P2P). Quizás en la posible actualización o hibridación de estos dos polos pueden abrirse nuevas opciones y modos de producción colectiva de vivienda en nuestros contextos.

La construcción de esa memoria colectiva de prácticas y procesos colectivos de vivienda hasta nuestros días es una gran tarea pendiente. Y reflexionar sobre el papel de la tecnología (y nuevas tecnologías) como elemento “democratizador” también. Partiendo de los principios y prácticas de la arquitectura comunitaria, sería fundamental analizar y repensar la práctica arquitectónica en vivienda a la luz de las nuevas prácticas y herramientas digitales.

(1) El debate sobre la diferencia entre software libre y software de código abierto se escapa de la escala de este post, pero es fundamental. Ver el texto de Richard Stallmann “Por qué software libre es mejor que open source”.
(2) Para los objetivos de este post agrupo aquí bajo este término las diferentes corrientes y enfoques en torno a lo que se ha venido a llamar diseño participativo, diseño comunitario, arquitectura comunitaria o arquitectura social. Prácticas que se han desarrollado desde los 60 con matices según el contexto cultural, en el reino unido, los países nórdicos, EEUU y sudamérica.
(3) Esto es algo que se esta haciendo, se nota hace años ya la necesidad de revisión de las propuestas participativas y enfoques sociales de los 60 y 70. En este contexto de la ciudad viva son un buen ejemplo los posts de Santiago de Molina.

Fuente > http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=17702

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