14.2.2006

En el Malba de Buenos Aires

Publicado el 23/07/2003 en La Vanguardia – Barcelona
La capital argentina cuenta con un nuevo centro dedicado al arte contemporáneo, obra de tres jóvenes arquitectos del país. El resultado es un edificio de visita agradable, que permite ver bien las obras y consigue articular la variedad de influencias cosmopolitas.

Mientras que algunos países latinoamericanos, como México o Brasil, tienen una fuerte tradición de nueva y cualificada arquitectura de museos, en Argentina, en cambio, la construcción de un museo de nueva planta, como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), es un hecho totalmente singular. Además, se ha conseguido realizar en medio de una larga polémica sobre su legalidad urbanística y se inauguró en septiembre del 2001, dentro de una grave situación de crisis económica. En estas circunstancias, este museo es como una isla de arte y cultura, un estímulo positivo en un contexto hasta hace poco marcado por el desánimo. Ante la complejidad de los programas museísticos actuales y en consonancia con la condición contemporánea de la fragmentación, una de las soluciones formales que el museo ha adoptado es la del collage de diversos fragmentos, subdividiendo la diversidad de los requerimientos en distintos cuerpos. Ello es genuino de la manera de hacer que se consolidó en los años ochenta, en los llamados ‘museos de la última generación’, cuando dentro de la condición posmoderna se otorgó un papel tan representativo a los edificios para la cultura. Este proceso se ha producido en un contexto cultural que en arquitectura y urbanismo quedó legitimado y teorizado en el libro ‘Ciudad Collage’ (1978) de Colin Rowe y Fred Koetter. El museo contemporáneo es expresión del triunfo de la industria cultural: de bastión de la alta cultura ha pasado a ser un potentado de la cultura para las masas; se ha convertido en un edificio cada vez más hedonista y popular, divertido y comunicativo; se ha establecido como el elemento clave de muchas ciudades: hacia el interior y lo local, para recomponer la cohesión social y el orgullo de la ciudadanía, y hacia el exterior y lo global, para reforzar la imagen urbana y turística. El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, promovido por el hombre de negocios y coleccionista Eduardo Constantini y proyectado por los jóvenes arquitectos argentinos ganadores del concurso internacional convocado en 1997 Gastón Alemán, Martín Fourcade y Alfredo Tapia, es un híbrido que podríamos incluir tanto en la forma del museo fragmentario como en aquel que se basa en ir anudando todos sus espacios en torno a sí mismo. En el jurado del concurso estuvieron Sara Tolpelson, Enric Miralles, Norman Foster, Mario Botta y Kenneth Frampton. En el proyecto realizado confluyen muchas influencias, aunque la más dominante sea la de las formas anudadas de Álvaro Siza Vieira. De hecho, la planta del Malba tiene una estrategia muy similar a la planta del Centro Gallego de Arte Contemporáneo en Santiago de Compostela: una macla de formas rectangulares y triangulares que se anudan sobre sí mismas y que se abren al entorno. Todo ello se realiza con el lenguaje tardomoderno y liviano de los contenedores de Richard Meier, poniendo énfasis en las placas de piedra caliza, los grandes paramentos de cristal y los detalles high tech. El resultado es una estructura espacial que se anuda mediante el uso de formas geométricas recortadas, con profusión de grandes ventanales horizontales. Sacar buen partido En los espacios interiores, especialmente en el vestíbulo, patio central de distribución, y en las escaleras, se ha sabido sacar un buen partido del precedente del atrio central del Ala Este de la National Gallery of Art de I. M. Pei en Washington (1969-1978), con sus formas triangulares y dinámicas que sirven para entrar en el museo, orientarse dentro de él y acceder a los distintos niveles y usos. La visita a la colección permite disfrutar de la gran calidad e imaginación del arte latinoamericano contemporáneo: las obras de los mexicanos Frida Kahlo y Diego Rivera, los argentinos Xul Solar y Antonio Berni, el uruguayo que vivió tanto tiempo en Cataluña Joaquín Torres-García, el venezolano Armando Reverón, los brasileños Tarsila do Amaral y Cildo Meireles, el colombiano Fernando Botero, el cubano Wifredo Lam o el chileno Roberto Matta. Estos jóvenes arquitectos, naturales de la ciudad de Córdoba, que ganaron de manera imprevista el concurso internacional de este museo de 8.000 metros cuadrados, han luchado durante estos años para hacer real una obra de tanta responsabilidad, mejorándola, resolviendo los detalles técnicos, dejándose la vida para que el museo se hiciera de la mejor manera y no terminara engulléndolos o expulsándolos. Para ello contaron con el apoyo desinteresado de diversos colegas argentinos, más la asesoría técnica de especialistas como el italiano Piero Castiglione para la iluminación y los británicos de Ove Arup para la ingeniería de las fachadas de cristal. Al final, el resultado es muy significativo; un museo de visita agradable, que permite ver bien las obras y que consigue articular en su forma tal variedad de influencias cosmopolitas; un museo que de manera acertada e inteligente se basa en la cualidad de los espacios, en la calidad de la luz natural, matizada en las salas, y en las características del gran espacio público del patio interior de planta triangular que actúa de hall, distribuidor y foyer. Un pabellón liviano, de piedra y cristal, a la vez cerrado y abierto, con la cafetería dando directamente a la plaza. En ella existía una escultura laberíntica del artista y paisajista brasileño Roberto Burle Marx que fue destruida y que podría haber sido recuperada y posteriormente cuidada por el mecenas de esta colección como parte de la operación museística, algo que aún queda pendiente. En definitiva, más allá de su eclecticismo, el Malba es una preciosa isla platónica en Buenos Aires, desde la cual disfrutar del arte contemporáneo latinoamericano. Le queda, sin embargo, una responsabilidad pendiente: integrarse más a la comunidad local y enriquecer más su entorno urbano.

Para poder subir obras es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder solicitar la creación de un grupo es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder guardar en favoritos es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder valorar obras es necesario acceder con una cuenta ARQA

Para poder agregar a este usuario a tu red de contactos es necesario que acceder con una cuenta ARQA

Para poder enviarle un mensaje a este usuario es necesario que acceder con una cuenta ARQA

Ir a la barra de herramientas