22.3.2018

El minimalismo, mucho más que un estilo decorativo

Minimalismo significa, ni más ni menos, reducir los elementos de una obra o estructura a su más mínima expresión, dejando sólo lo estrictamente necesario. Busca una representación de la realidad en su estado más puro, sin adornos ni accesorios que por no tener una función indispensable, se suprimen.

La frase “menos es más”, que adoptó en 1947 el célebre arquitecto Ludwig Mies Van der Roche como leit motiv para describir el minimalismo arquitectónico y que fuera posiblemente robada del poema de Robert Browning titulado “Andrea del Sarto”, resume muy concisamente el concepto intelectual detrás del movimiento.

Origen y alcance del minimalismo

El minimalismo en el arte tiene sus más tempranos orígenes en Occidente hacia los años 60 con una instrucción muy clara: “el objeto es el objeto” y uno de sus fines más caros fue brindarle al espectador la posibilidad de explorar una obra de una manera más proactiva, ya que al presentar una pintura o escultura en su estado más básico, le permitía a quien la observaba elucubrar desenlaces basados en su imaginación. Siempre se trató de un movimiento mucho más complejo y completo en su contenido intelectual y prueba de ello es que el término “minimalismo” no fue acuñado por un artista, sino por el filósofo británico Richard Wollheim en 1965 para describir la obra de Ad Reinhardt. Es más, la palabra minimalismo comenzó a usarse para denominar la práctica del ascetismo, con lo cual queda evidenciado el amplio contexto que el movimiento dominaba, no sólamente en el ámbito físico, sino también como una forma de entender la espiritualidad.



El minimalismo y la arquitectura

El minimalismo arquitectónico toma premisas modernas prestadas y las lleva a otro nivel. El uso de líneas puras y simples, la supresión de lo superfluo y el uso de la geometría no son originales del minimalismo, aunque se utilizan como una reacción a la explosión de color y adornos que supuso el arte y la cultura pop. El minimalismo abraza una paleta en claroscuro que va desde el uso generalizado del blanco, pasando por la gama de los grises, hasta llegar a detalles en negro. Contemplar un edificio o recinto diseñado y decorado dentro del minimalismo es justamente como poner la mente en blanco, dejándose invadir por la paz que la interrupción del hilo de nuestros pensamientos nos trae.

Elementos del diseño japonés

En un minimalismo bien ejecutado, nos tropezaremos con influencias que lo han ayudado a definirse, como el diseño japonés. El arquitecto y diseñador que maneja este estética con maestría, es capaz de crear estructuras y muebles que hasta nos recuerdan al arte japonés del origami, siempre manteniéndose dentro de los estrictos límites que reclaman pureza en todas sus formas, incluyendo un respeto por los materiales en su estado original.

Poner la mente “en blanco”

Explorando más en detalle lo que busca el creador minimalista en el espectador minimalista es, en primer lugar, limpiar nuestra mente y consciencia. Una vez en este trance, permite que nos empapemos en esa pureza que nos hace levitar, metafóricamente hablando, y nos lleva a ver y apreciar detalles que pueden o no estar allí desde siempre, ya que en muchos casos somos nosotros mismos los que descubrimos algo que, o bien el arquitecto escondió hábilmente, o que ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí. De ahí que la participación y comunión con el diseño de quien observa, sea mucho más proactiva que la que se puede experimentar con otros movimientos.

El minimalismo como movimiento filosófico y espiritual

Desde que se asoció al minimalismo con el ascetismo, la evolución estética va de la mano con la filosófica. ¿Cuántas posesiones no se convierten en elementos innecesarios, haciendo que la acumulación de cosas materiales vaya en franca contradicción con las premisas minimalistas? ¿Necesitamos acaso tantas cosas para ser felices?

Desde el punto de vista religioso, la arquitectura siempre ha sido un reflejo de mucho más que edificios y estructuras. Como esas altísimas torres de catedrales góticas que subían al cielo como si quisieran alcanzar la vida eterna, el minimalismo también tiene un fuerte contenido espiritual. Y es que muchas religiones y culturas predican que hay que vaciar la mente y acercarse a Dios por medio de la meditación y la oración.

Vigencia del minimalismo como estilo arquitectónico y como forma de vida

El minimalismo continúa teniendo en este milenio algunos fieles exponentes y seguidores. Renombrados arquitectos permanecen seducidos por sus conceptos y algunos individuos han adoptado el minimalismo como una forma de vida que les permite encontrar un poco de cordura en un mundo hiper acelerado e hiper conectado. “Los Minimalistas” como se hacen llamar, predican una existencia con poquísimas pertenencias materiales y una pureza y simplicidad que les ayuda a encontrar la felicidad en este plano y elevar el espíritu preparándose para el siguiente.

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