20.11.2009

El Fin de la Arquitectura

El presente artículo es una síntesis del trabajo "El Fin de la Arquitectura - La Estética de la Desaparición en la Arquitectura y el Diseño Contemporáneo" presentado en el Premio Bienal del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires, y que obtuviera el Primer Premio en la categoría "Ensayo Teórico, Investigadores Independientes", Año 2005.

El fin de la arquitectura ha llegado.
No de la manera apocalíptica pregonada por los futuristas, ni tampoco como ruina en la visión de Piranesi. Probablemente menos dramática y poética que estas posiciones, la arquitectura ha elegido en las últimas décadas un camino de desarrollo que auspicia su propia desaparición y que va en contra de los conceptos e ideas que hasta hoy manejábamos para hablar de lo arquitectónico.
Esta desaparición está unida a diferentes posturas que proponen la fragmentación, la desmaterialización y la estructuración biomórfica como conceptos principales del hacer constructivo, esquivando los principios básicos que conformaron la idea de la arquitectura desde su nacimiento hasta la modernidad.
Los nuevos modos de pensar y hacer la arquitectura atentan contra el concepto constructivo y dan por resultado edificios, que si bien sirven de albergue a las actividades humanas, no cuenta con la idea clásica de destacar las variables formales de la construcción.
Este ensayo propone el estudio de una de esas variables, la de la desaparición de la arquitectura a través de su desvanecimiento, entendiendo desde ya que el proceso de desmaterialización se completa con las otras condiciones enunciadas. Sin embargo, de las variables comentadas, la idea de una «materialidad que se desmaterializa», resulta paradójica y a la vez atrayente en el sentido de aquello que representa: el titánico esfuerzo de construir un objeto que lucha invariablemente por deshacerse de su propia constructividad.

ARQUITECTURA MODERNA Y CONTEMPORANEIDAD
A principio de la década del ’80 el arquitecto y pensador Paul Virilio acuña la idea de una «Estética de la Desaparición»1, que si bien no está directamente referida al ámbito del diseño, asombrosamente profetiza el modo de ver y pensar gran parte del mundo objetual y arquitectónico contemporáneo. Esta visión, que define y caracteriza la arquitectura y objetos actuales, apela al concepto de captar y entender la forma, no por medio de su materia y geometría, sino fundamentalmente a través del desvanecimiento de la misma.
Los términos desmaterialización, fragmentación, transparencia, y disolución, se usan hoy corrientemente para definir edificios, gráficas y objetos, y se han vuelto características irrenunciables a la hora de explicar el fenómeno cultural contemporáneo.
Todo el universo objetual parece en vías de extinción, y nuestros espacios tienden a transformarse cada vez más en no-lugares, con la ausencia y nulidad que tal propiedad infiere
La «desmaterialización» es probablemente una de las características más notorias de la contemporaneidad, no sólo por su evidencia tangible en el campo arquitectónico, objetual y urbano, sino por el cambio conceptual que supone en aquello que conocemos como nuestro entender del mundo y la vida.
Esta proceso de desaparición, no es sólo el desvanecimiento de la forma, sino también su fragmentación, y como bien explica Virilio, la captación del mundo en un esquema secuencial que establece un modo distinto de captar la realidad, y en última instancia, construye una nueva forma, alejada de la visión convencional.
Estos modos de proyectar, construir y percibir la arquitectura son íntimamente dependientes de una concepción de diseño contemporánea, nacida de la modernidad pero liberada de ella ya hace muchas décadas.
Hoy los edificios se transforman, transvisten y desaparecen tras enormes vitreas evitando cualquier referencia a lo que eventualmente conocíamos como arquitectura. Tal autorreferencialidad es el rasgo más distintivo de la arquitectura contemporánea, y se asocia a conceptos como la indefinición, indelimitación y neutralidad, todas particularidades propias de los procesos de globalización.
Vivimos un tiempo superador de la modernidad, deudora de esta modernidad pero que ya no comparte los objetivos y caminos que construyeron el movimiento moderno.
Esta Supermodernidad o Sobremodernismo ,se construye sobre la base de la subversión y es esta misma subversión el motor que alimenta el desarrollo de la arquitectura contemporánea, que intenta alejarse desesperadamente de si misma en un afán por no repetirse y caer en la autocomplacencia.
Así, el Movimiento Moderno como construcción estilística termina de delinearse alrededor de la década del sesenta4, y a partir de allí, siguiendo el pensamiento de Clement Greenberg, se abren dos caminos: una arquitectura que descansa en el uso de métodos ya característicos a su disciplina para hacer de la autocrítica el modo de su autoafirmación, y otra que escoge la crítica en su forma de subversión, inaugurando de esta manera el sendero del diseño contemporáneo.

DESAPARICIÓN MATERIAL
En la arquitectura del Supermodernismo, la «estética de la desaparición» se construye a través de diferentes caminos, y en la mayoría de los casos el diseño contemporáneo hace uso de más de uno de estos canales para lograr y afirmar el efecto desmaterializador.
En primer lugar asistimos a una desaparición del objeto de tipo material.
Tal desaparición a veces se realiza a través del uso de tecnologías que reducen la masa y el tamaño de los elementos (por ejemplo la desaparición gradual de las carpinterías y su sustitución por las pieles de vidrio; o la extensión del uso de un material en aplicaciones no tradicionales), como así también por los procesos acelerados de informatización del medio físico. Esto es notorio, por ejemplo en el campo del diseño industrial donde la informática hace desaparecer objetos a través de los procesos de miniaturización o los reemplaza por otros virtuales como los faxes, ahora dentro del sistema del ordenador o el mismo contestador telefónico que se reemplaza por el contestador de la compañía5.
Pero el modo más extendido de desaparición que presenciamos es la utilización de materiales con capacidades de transparencia y reflejo como el vidrio o los plásticos los cuáles a través de lo translúcido, lo reflectante y lo borroso producen una desmaterialización concreta del objeto obligando a procesos de captación que permitan la significación de lo etéreo.
En la Fundación Cartier, de Jean Nouvel, esta característica es sumamente clara. El edificio posee sus fachadas de vidrio, como otros muchos que conocemos. Sin embargo estas fachadas exceden el límite de la interioridad encerrando a la vez el interior y los espacios exteriores. Así, el edificio, que además se encuentra en medio de un parque, se disuelve en el paisaje, dejando ver a través de sí; se hace suave a la vista, sus límites se desvanecen y termina por construir una estética de la desaparición7, donde lo confuso y lo ilusorio definen la arquitecturaIII. El mismo Jean Nouvel dice: «En la Fundación Cartier uno nunca sabe si ve cielo o el reflejo del cielo, en general ve los dos, y es esa ambigüedad la que crea un juego de apariencias múltiples, mientras el edificio juega con la función mas trivial de la transparencia…»
A la transparencia se le suma la propiedad del reflejo. La utilización del vidrio como una superficie espejante promueve la desaparición del objeto, ya no por la posibilidad de ser atravesado por la vista sino por la materialización de una imagen otra que construye una segunda realidad. Lo reflejado desmaterializa el objeto arquitectónico, y a su vez edifica otro límite, imaginario y bidimensional que no es mas que un espectro de aquello que refleja. Ejemplo de esta operatoria es el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de Lille, de Ibos y Vitart, donde una gran fachada-pantalla duplica la imagen del palacio de bellas artes existente, concretando una doble acción: recupera el proyecto original de 1895 que planteaba un edificio el doble de grande, y desvanece la intervención contemporánea.
El tercer modo en que el vidrio construye la forma de la desaparición es el «blur» o lo borroso. Los tratamientos producidos a la superficie del vidrio permiten obtener grandes planos de material blanquecino que dejan entrever figuras y cosas como si fueran fantasmas, y a su vez desdibujan las coordenadas de la constructividad y de la escala
Pero esta desaparición material no se logra solamente a través de las propiedades del vidrio. Otro de los medios usados es el de transformar el volumen en verdaderos planos bidimensionales, hacer perder espesor al objeto constructivo.

La transformación de las fachadas de los edificios en grandes paños de lectura de información, destruyen la idea constructiva y desmaterializan el edificio en el modo de su transfiguración. Ya sea a través de la proyección de imágenes como por medio de la propia aplicación de figuras o letras, el plano de fachada, antes muro con masa, o si se quiere plano geométrico en la modernidad, se transforma ahora en simple soporte de otro nivel de lectura que desvanece definitivamente el carácter constructivo del elemento y lo hace aparecer como simple soporte de información, desvinculado generalmente a la esencia arquitectónica de la obra.
En el Kunst und Medienzentrum para la ciudad de Karlsruhe del grupo OMA, la fachada se transforma en una gran pantalla donde se proyecta constantemente imágenes que evitan la percepción de la misma como parte de un edificio. Pero a su vez, si las imágenes dejaran de proyectarse, el edificio desaparecería en su vacuidad, presentando una pantalla negra, nula, muerta, ya que su existencia está directamente ligada a la capacidad de mostrar imágenes.

Los trabajos tipográficos o de imagen aplicados a las fachadas focalizan la atención en lo representado y anulan los canales de percepción propios de la arquitectura, haciéndonos preguntarnos si tal fachada debe ser evaluada por el camino de la constructividad o de la gráfica.
Ya sean grandes tipografías aplicadas o imágenes naturales, todas estas aplicaciones parecen reiterar el concepto de lo superado arquitectónico.
La fachada ya no tiene signos constructivos que esgrimir y se transforma en un simple soporte de otra forma de información.
Asi nuevamente toda la idea arquitectónica se desvanece dando lugar a un objeto de significado borroso y disperso.

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