28.5.2021
Distancias
He insistido mucho en las distancias entre nuestro espacio cultural y el de los centros donde se produce la arquitectura más divulgada. Nuestro mundo sigue estando en muchos aspectos asediado por múltiples dificultades de convivencia.
En el Delta del Orinoco hoy, arquitectura con raíces y deseo de mundo. Foto Juan Tenreiro
Esa carga se proyecta junto a muchas otras en nuestras posibilidades de dar forma a una arquitectura. Por ejemplo, no es posible discurrir sobre la vida doméstica tropical, marcada por la apertura, el espacio intermedio (interior-exterior: el corredor, el balcón), la comunión con un ambiente grato, la vivencia de un clima, hacer de ello doctrina o premisa para la concepción de la casa, si la realidad urbana de todo el país nos obliga al encierro, al límite, a la cerca electrizada, a la protección permanente. Recuerdo en mis tiempos de estudiante (nuestro crimen urbano es de vieja data) que en Caracas toda idea de ventana exigía la superposición de rejas protectoras. Eso, en tiempos de la “Glass House” de Philip Johnson en Connecticut, y en California las viviendas de Richard Neutra y las “Case Study Houses” de Craig Ellwood. Referencias de una arquitectura abierta al ambiente inmediato, al paisaje, que circulaban en la Facultad.
Eso era un simple detalle en ese entonces porque había una actividad muy vigorosa, y parte importante de nuestro sector dirigente veía en la arquitectura “moderna” un medio para sumarse a una prevaleciente idea colectiva de avance y progreso. Desde aquí, pensábamos, podía decirse una palabra válida en la escena arquitectónica universal. Podían reinterpretarse para relanzarlos, hallazgos de otros medios, aunque las restricciones negativas del proceso social, como ese temor al crimen, actuasen, como siguen actuando hoy, como un peso incómodo.
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