3.8.2006

Charles Jenks y el nuevo paradigma en arquitectura (4)

Postmodernismo y reconstrucción

Los edificios modernos, posmodernos y deconstructivistas se distinguen por su bajo grado de complejidad organizada [3]. Los edificios que Jencks prefiere tienen todos un alto grado de complejidad desorganizada. Se llega a esta cualidad a través de métodos de diseño mencionados previamente. Se puede también incluir el uso de materiales high-tech para un cierto efecto, el cual es cuidadosamente manipulado para lograr un impacto psicológico negativo en el usuario. Esta última característica está muy bien expresada por Jencks mismo cuando describe un edificio paradigmático: ‘Se trata de un frenesí amenazante destinado, como en algunas de las obras de Eisenman, a desestabilizar al observador…’ [2]. No creo que nadie vaya a considerar que la complejidad desorganizada como tema común, es base suficiente para anunciar un nuevo paradigma.

Jencks quisiera hacernos creer que el viejo paradigma arquitectónico (el modernismo) ha sido (o está siendo) desplazado por un nuevo paradigma definido por los ejemplos de los edificios con los que ilustra su libro [2]. Esta primera presunción ya es problemática, puesto que mucha gente alrededor del mundo nunca aceptó al modernismo como paradigma arquitectónico. Yendo a lo dicho por Jencks, si se considera la cantidad de estilos de los que se supone que consiste el postmodernismo, es muy difícil ver alguna idea arquitectónica unificadora en ese contradictorio conjunto de trabajos. Más aún, el modernismo (dejando de lado su fundamental incapacidad para acomodar las actividades humanas) fue un estilo intelectualmente mucho más compacto que el postmodernismo o la deconstrucción. El shock se encuentra definitivamente en los estilos más nuevos (intencionadamente), ¿pero qué pasa con una concepción renovada de las estructuras?.

Jencks busca un tópico unificador con el objeto de poder declarar un nuevo paradigma arquitectónico, el cual incluiría de algún modo a todos los edificios que siempre ha defendido desde la primera edición de su libro [2]. Eso envolvería prolijamente y ayudaría a salvar la idea de que la arquitectura postmoderna es una entidad definida, algo que se ha derrumbado (o, de acuerdo a algunos, siempre ha sido un mito). Al decir que los edificios con los que ilustra su libro están relacionados con la nueva ciencia -lo que queda demostrado que no es cierto- lo que está haciendo en realidad es enlazar una moda con otra. Lo que es conocido como ‘la nueva ciencia’ es simplemente una colección de resultados científicos que casualmente han sido conocidos por el público sólo recientemente a través de la prensa y los medios científicos populares

Ciencia, tecnología y materiales

Jencks y los arquitectos deconstructivistas aman ciertos edificios. Ellos provocan un estremecimiento a partir de sus creaciones y eso no puedo negarlo. De cualquier modo, sí sospecho de una confusión básica entre ciencia y tecnología. El uso de avanzadas herramientas informáticas de modelización para el diseño y la producción lleva a algunos a una satisfacción intelectual y Jencks señala este factor como uno de los puntos notorios del nuevo paradigma que promulga. También hay una especie de fetichismo hacia los materiales high-tech. Los no-científicos notoriamente confunden a la ciencia con sus aplicaciones específicas. Esto es peligroso porque, mientras que la ciencia nos da una comprensión del mundo físico, la tecnología es meramente una herramienta que puede ser aplicada tanto para crear como para destruir [5].

Stephen Grabow resumió correctamente este error conceptual: ‘La imagen popular de la arquitectura del futuro (las fantasías espaciales de Hollywood, las tiras cómicas y la ciencia ficción) es básicamente incorrecta, un maltrato a la ciencia. Una teoría verdaderamente científica (opuesta a una tecnológica) de la arquitectura estaría mucho más involucrada con la apertura del proceso creativo que produce los edificios en lugar de ocuparse de la aplicación de las tecnologías científicas sobre los edificios ya producidos’ [12]. Jencks sugiere que deberíamos emocionarnos porque el programa de computación que se utiliza para diseñar los aviones de caza franceses es el mismo que se aplicó para modelar el Guggenheim de Bilbao.

También se espera que valoremos las burbujas (las cuales imitan los ectoplasmas de los espiritualistas del siglo XIX) como formas arquitectónicas relevantes simplemente porque son generadas por computadora.

Esta fascinación con la tecnología es heredada de los arquitectos modernos, quienes la mal interpretaron terriblemente. Cuando la tecnología es suficientemente poderosa, se puede llegar a pensar equivocadamente que la ciencia subyacente puede ser totalmente ignorada. Las personas más informadas saben que se puede modelar cualquier figura en una computadora; no es muy distinto que bocetar con lápiz y papel. Sólo porque algo es creado en una computadora no lo valida, sin importar la complejidad del programa que se usa para producirlo. Nos tenemos que preguntar: ¿cuáles son los procesos generativos que producen esta forma, son relevantes para la arquitectura?

Estamos ahora ante el umbral de una revolución del diseño, en la que las reglas generativas pueden ser programadas para evolucionar electrónicamente y luego cortar los materiales directamente. Existe un potencial extraordinario para el diseño computarizado y para la producción de edificios. Los arquitectos como Frank Gehry hacen eso con el software disponible, pero por ahora, ningún arquitecto de los que están de moda sabe acerca de las reglas fundamentales que dan origen a una estructura viviente. Algunos de nosotros, siguiendo la guía de Alexander, estamos descubriendo esas reglas y finalmente esperamos poder programarlas. Otros, trabajando dentro de la arquitectura tradicional, siempre han conocido estas reglas; ahora están listos para generalizarlas más allá de cualquier estilo específico.

Cuando las reglas científicas de la arquitectura sean universalmente adoptadas, los productos sorprenderán a todos por su innovación combinada con un intenso nivel de vida no vista en los últimos cien años.

En lo que respecta a los materiales, no hay nada de malo con el high-tech cuando es usado dentro de un contexto que crea una arquitectura que conecte con las sensibilidades humanas. En general, los materiales mismos afectan la naturaleza de las reglas generativas, puesto que las propiedades superficiales definen la escala más pequeña de la jerarquía estructural de un edificio. La naturaleza de los materiales ofrece, a través de sus diferentes características y propiedades, un rango de distintas posibilidades generativas dentro de la totalidad del proceso arquitectónico. La arquitectura del futuro empleará todos los materiales disponibles en su lugar apropiado. Al usar exclusivamente materiales high-tech, se define una arquitectura que constriñe la variedad de reglas generativas, algo que no es generalmente entendido hoy en día.

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