3.8.2006

Charles Jenks y el nuevo paradigma en arquitectura (2)

Copia superficial vs. Procesos fundamentales

Parece haber una confusión básica en el discurso arquitectónico contemporáneo entre procesos y apariencias finales. Los científicos estudian cómo las formas complejas surgen de procesos que son guiados por el crecimiento fractal, el surgimiento, la adaptación y la auto-organización. Todo esto actúa por un motivo. Jencks y los arquitectos deconstructivistas, por otro lado, ven sólo el resultado final de esos procesos e imponen esas imágenes a los edificios [11]. Pero esto es frívolo y sin razón. Podrían igualmente tomar imágenes de otra disciplina, puesto que esta aplicación superficial no tiene nada que ver con la ciencia.

Para mayor confusión, Jencks insiste en hablar de la cosmogénesis como de un proceso en continuo despliegue, un proceso emergente que va alcanzando siempre nuevos niveles de auto-organización. Esta es una descripción absolutamente correcta acerca de cómo surgen las formas en el universo y es precisamente lo que alcanzó a comprender Christopher Alexander a lo largo de su vida [4]. Cualquier atisbo de entendimiento por parte de Jencks de estos procesos se ve enturbiado cuando presenta el trabajo de Eisenman y Libeskind como ejemplos de la aplicación de estas ideas de emergencia en los edificios. Ninguno de estos edificios surge como resultado del despliegue, sino que representan en su lugar la excepción, formas tan desagregadas que ningún proceso generativo pudo nunca haberles dado origen.

Parece ser que los edificios deconstructivistas que tanto le gustan a Jencks son productos intencionales de la interrupción de los procesos de continuo despliegue. Habitan los límites externos del diseño del espacio arquitectónico, el cual no puede ser alcanzado a través de la evolución natural. Tenemos aquí un ejemplo interesante de manipulación genética. Al igual que en los casos análogos donde el desarrollo embrionario es saboteado, bien por medio del daño del ADN o bien por medio de químicos teratogénicos en el entorno, el resultado es una casualidad azarosa muchas veces disfuncional. ¿Deberíamos considerar a esos edificios como rarezas, monstruos y mutantes del universo arquitectónico? ¿No ha quedado fascinada la gente con los monstruos y con lo inhumano como parte de un entretenimiento efímero a lo largo de la historia conocida?

La clave aquí es la adaptación. He observado cómo es que actúan los procesos darwinianos en los distintos niveles de la arquitectura [3]. Un proceso de diseño que genera algo como un edificio deconstructivista debe tener un criterio selectivo muy especial. Nadie ha explicado ese criterio todavía. Lo que es obvio, de todos modos, es que no se adaptan a las necesidades humanas y que en su lugar están gobernados por inquietudes estrictamente formales. Algunos factores responsables del alto grado de desorganizada complejidad en esos edificios son: (i) una intencionada ruptura con la arquitectura tradicional de toda clase; (ii) una expresión de desequilibrio y de azar geométrico; y (iii) argumentos irónicos o ‘bromas’. Al intentar evitar esa región del diseño del espacio habitado por las soluciones tradicionales, las cuales son flexibles, uno se ve empujado hacia formas novedosas pero poco adaptables.

Fractales y formas rotas

Al emplear términos científicos de una manera tan liviana, Jencks menoscaba su credibilidad científica. Como ejemplo, él habla de ‘veintiséis formas florales similares’ usadas por Gehry en el Museo de Bilbao [1]. Según mi opinión, no hay formas similares utilizadas en ese edificio. Se supone que se asemejan a flores, pero no lo hacen, puesto que las flores se adaptan a funciones específicas al desarrollar color, textura y forma, todo dentro de una coherencia total que está ausente aquí. Hay una diferencia tremenda entre una apreciación meramente visual de los fractales y una apreciación funcional [11]. El Guggenheim es metálico y desarticulado, nada más lejano a una flor. Jencks se refiere a estas formas no-similares como ‘fractales fluidos’. No tengo idea de lo que este término significa, puesto que no es usado en matemáticas. Un tercer término que él utiliza para las mismas figuras es el de ‘curvas fractales’. Nuevamente, esas curvas perfectamente suaves no son fractales.

Me sentí confundido al leer un capítulo entero del libro de Jencks [2] titulado ‘Arquitectura fractal’ en el cual no hay ni un solo fractal (siendo las únicas posibles excepciones los azulejos decorativos). Sólo puedo concluir que Jencks está empleando mal la palabra ‘fractal’ para significar ‘roto’ o ‘dentado’, aunque se refiere al trabajo de Benoît Mandelbrot, aparentemente ha errado la idea central de los fractales, la cual trata de una periodicidad que genera una jerarquía anidada de conexiones internas. Una línea fractal es una estructura de un grano extremadamente fino. No es algo que simplemente zigzaguea; está interrumpido en todas las escalas (o sea, en cada magnificación) y en ningún lado es suave. Jencks mismo admite que: ‘La intención no es tanto crear fractales en sí, sino responder a estas fuerzas y darles expresión dinámica’ [2]. ¿Qué quiere decir esto? Él se refiere a un edificio que tiene un patrón superficial basado en los bloques de Penrose y los llama ‘fractales exhuberantes’ [2]. Sin embargo, el patrón a-periódico de Penrose existe precisamente en una sola escala y es debido a esto que no es fractal.

Jencks trata con admiración los proyectos irrealizados de Peter Eisenman, los cuales estarían, según ellos, basados en fractales. Pero luego, Jencks agrega reveladoramente: ‘Parece ser que Eisenman toma sus préstamos de la ciencia seriamente sólo a medias’ [1]. La ciencia, de cualquier modo, no puede ser tomada seriamente a medias; sólo se puede suponer que estamos tratando con un entendimiento superficial de conceptos científicos que habilita a cualquiera a tratar verdades fundamentales tan livianamente. Jencks cita al edificio de Eisenman para la Universidad de Cincinnati como ejemplo de lo que él propone como el nuevo paradigma en arquitectura. A pesar de todo, desde la perspectiva de un matemático, no hay una estructura evidente que demuestre los conceptos esenciales de la similaridad, auto-organización, estructura fractal o surgimiento. Sólo encuentro un desorden intencionado.

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