13.10.2008
Arquitectura e ingeniería: forma y sentido
Si los edificios construidos como hitos urbanos exigen un debate amplio acerca de los modos de producción de cultura, en particular focalizan la relación entre arquitectura e ingeniería inmersa en su historia de encuentros y distancias: el Dr. Ingeniero Estructuralista Hugo Corres Peiretti, especialista en hormigón armado y presidente de Fhecor Ingenieros Consultores, resuelve las estructuras y los procesos constructivos del Pabellón Puente Expo Zaragoza que fue proyectado por la arquitecta Zaha Hadid, a partir de la metáfora de un gladiolo posado sobre el cauce del río Ebro; y que el jurado, por unanimidad, avaló considerando su impacto visual acorde a las necesidades artística y original requeridas para la ciudad.
Sin embargo ese trazo gestual define una geometría que se aleja de la racionalidad y su viabilidad constructiva depende del conocimiento de la ingeniería y la disponibilidad de la tecnología. Así, un segundo concurso permitió al equipo de Fhecor corregir la propuesta estructural de Ove Arup y resolver el puente mixto de dos vanos y su proceso constructivo de lanzamiento. En una entrevista reciente el ingeniero Hugo Corres Peiretti, experto y catedrático de la Universidad Politécnica de Ingenieros de Madrid, aclara «el trabajo ha sido difícil porque hemos tenido que adaptarnos a una geometría muy condicionada por ideas previas que no eran adecuadas; desde una cierta cota hacia arriba no pudimos modificar las dimensiones exteriores». En efecto, las bases consideraban la necesidad de una alternativa estructural que mejorara el anteproyecto pero sin modificar su arquitectura; así la solución se concentró en la parte no visible del edificio; y el desarrollo del lanzamiento sin apoyos intermedios del vano de mayor longitud, a construir sobre la margen sur del río, uniendo posteriormente las piezas en su posición definitiva. Un proceso dificultado por los movimientos múltiples de una geometría curva y asimétrica que exigía determinar el desplazamiento del centro de gravedad y los esfuerzos a los que sería sometida durante las distintas fases del trayecto .
En cambio, la pasarela sobre el río Carrión en Palencia presenta la confluencia entre forma, racionalidad y uso. Aunque los programas y escalas difieren -el pabellón puente es también un edificio de exposiciones- es necesario destacar ciertas diferencias que desde la ingeniería involucran la ciudad: para unir las márgenes del río con cotas de nivel diferentes se proyectó una curva que extendiera la longitud de la pasarela y llegar a la pendiente peatonal correcta; así la forma adquiere sentido geométrico y de uso. Esta actitud ante el diseño estructural que caracteriza a Fhecor se distancia de lo que el ingeniero Hugo Corres llama «la ingeniería tecnicolor, una ingeniería sin pensamientos; nadie comprende los problemas, ni las posibilidades de diseño; la tendencia es trabajar con el ordenador y calcular sin saber lo que es necesario lograr». Y Esta pasarela de 70.68 metros de luz, tres de ancho y un radio en planta de 45º; que se rigidiza por medio de un mástil de atirantamiento de 18 metros, con cables delanteros y traseros que funcionan como tirantes y retenida respectivamente; compone una pieza urbana donde el tablero curvo y las líneas verticales y oblicuas cumplen funciones estética y de uso trasmitiendo las cargas racionalmente por medio de dos sistemas de micropilotes y vigas riostras.
Pero quizá el Monumento a las víctimas del 11 de marzo reencuentra a la ingeniería y la arquitectura cuando nos conmueve en la extrema racionalidad de la forma. Sobre el proyecto del estudio de arquitectura FAM y para el Ayuntamiento de Madrid, Fhecor proyecta la estructura de apoyo de un cilindro cerrado y transparente de bloques de vidrio, que se eleva sobre el nivel peatonal de la ciudad, albergando en su profundidad una sala iluminada por un óculo que horada la losa maciza de hormigón pretensada y que, acústicamente asilada, sólo penetra en su interior la azulada variación de los reflejos del sol: no hay una metáfora, ni una disciplina al servicio de otra sino la confluencia donde forma y técnica recobran su sentido: la belleza que en su silencio conmemora la inenarrable experiencia de la muerte.