8.11.2019
A13 – Revista Arquitectura PUCP: Arquitectura y política: encuentros y desencuentros
Arquitectura y política son campos de acción y pensamiento imbricados desde un inicio, sea por su interdependencia en la creación y representación, por la necesidad del discurso, o por el poder del encargo —de una parte— o la reificación de las ideas —de la otra—, entre otros puntos de encuentro.
En este marco, A13 presenta proyectos de arquitectura vinculados de distintas maneras a la política, y artículos de reflexión y crítica que aportan a la discusión sobre las relaciones —e implicancias— entre la política y las prácticas de la arquitectura en el más amplio sentido.
En las últimas décadas, las políticas urbanas de la «Barcelona olímpica» o «la Curitiba de Jaime Lerner» dieron mucho que hablar sobre proyectos políticos de sociedades democráticas en busca de igualdad social mediante el uso del espacio público y el equipamiento para el desarrollo educativo, deportivo y recreacional, además del transporte colectivo y el ordenamiento urbano como un derecho social, en el camino de alcanzar una digna calidad de vida. Recientemente, políticas de ciudades como Medellín y Bogotá se convirtieron en casos reconocidos por el todo el mundo: para salir de la violencia urbana, aportan considerablemente aquellas iniciativas que producen una arquitectura integral, con la urbanidad como meta y la ciudadanía como objetivo preferente.
En el siglo XX peruano los acercamientos fueron de índole disímil y produjeron diversos efectos. Los programas de barrios obreros y fiscales; las unidades vecinales; las mutuales de vivienda; la Comisión de la Reforma Agraria y la Vivienda, y «su» Ley 13517 o Ley de Barrios Marginales; la Oficina Nacional de Desarrollo de Pueblos Jóvenes (Ondepjov); el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (Sinamos) y los pueblos jóvenes, entre otras tantas iniciativas, son solo la parte física, visible e incluso habitable de este entramado de relaciones e intersecciones disciplinares.
Por varias décadas, a mediados del siglo pasado entre 1940 y 1970, la vivienda fue la mejor expresión cultural de un país que buscaba superarse en lo físico y en social; la vivienda, espacio de interacción, marco para potenciar el desarrollo y estimular la creación de lazos entre personas y de ellas con el lugar de arraigo. La arquitectura reifica las aspiraciones sociales y políticas de las naciones; es un gran detonador de nuevas metas, al trazar nuevos caminos para nuevas formas de vida en realidades nuevas.
Como apuntaba Henry Pease hace unos años, la democracia en el Perú es joven y está poco arraigada en la cultura política del país. Nuestra sociedad aún duda de la capacidad de autorregulación y autogobernanza, y por ello busca la disciplina en los militares. No obstante, estos últimos dieciocho años, desde el gobierno de transición del presidente Paniagua en 2001, son el período más largo de continuidad democrática que ha tenido el país en los últimos cien años.
La arquitectura, en conjunción con la política, tiene una gran responsabilidad. En el Perú, las políticas urbanas normalmente son ejecutadas por organismos e instituciones estatales encargadas de llevar a la práctica las políticas de gobierno que les han sido asignadas. Hoy, cuando las políticas de vivienda son únicamente asuntos cuantitativos —y por ello paupérrimas en términos urbanos, dado que no hay una visión de país, ni mucho menos una política del hábitat urbano— tenemos que plantearnos una actitud política frente a la arquitectura y la construcción de la ciudad. Es necesario establecer una visión clara de lo que significa la práctica de la arquitectura en la sociedad y afrontarla. Como sostienen Josep M. Montaner y Zaida Muxi en su libro dedicado a este mismo tema, «la política es siempre un descubrimiento, y […] la primera decisión política —en cualquier actividad de teoría, historia y critica del arte y la arquitectura— radica en lo que se visibiliza y en lo que se ignora, en lo que se promueve y en lo que se oculta, en lo que se dice y en lo que se calla, y a quién se silencia».
El trabajo de los arquitectos —siendo ellos conscientes o no— produce espacios y formas que son políticos. El arquitecto contribuye a darle forma al espacio social, traduce necesidades en ideas, y esto revela y refleja una idea de sociedad, encarna las relaciones entre las personas y afecta la vida en común. Eso es, lo sepan o no, una cuestión política. Por ello, es importante mostrar proyectos, ensayos y documentos que ponen tales temas sobre la mesa.
Proyecto
8 Sede del Gobierno Regional de Moquegua,
Barclay & Crousse Arquitectos
14 Plaza Biblioteca Sur
Gonzales Moix Arquitectura
20 Proyecto sistémico MBR
Programa Nacional de Infraestructura Educativa
26 La política de la distancia
Christian Yarasca
32 Proyecto Fitekantropus
CITIO Ciudad Transdiciplinar, CCC Coordinadora de la Ciudad en Construcción
Ensayo
40 El proyecto público como acción política
Marta Morelli
44 Detrás de las formas urbanas
Conversación con Frederick Cooper
50 Bauhaus y la política
Arne Winkelmann
52 La buena arquitectura
Stephanie Delgado
60 Sistemas y políticas de vivienda pública
Josep Maria Montaner
Taller
70 Residencial Garcilaso, Lorena Pérez
74 Amazonía trans[tri]fronteriza, Fabiola Cruz
Archivo
80 El hogar del hombre moderno, Sharif S. Kahatt
82 Nuestra proposición al congreso del CIAM: La Carta del Hogar, Fernando Belaunde Terry
Post Scriptum #1
89 Post-scriptum, «pero eso no es suficiente», Teresa Stoppani
94 ¿Dónde habita la teoría?, Rodolfo Cortegana
97 … incluso eso, no es suficiente. El lugar de la teoría en la arquitectura, Marta Morelli
Actualidad
100 (De)construyendo el patrimonio, Renato Manrique
104 Un tiempo para Paul Linder, Sharif S. Kahatt
108 Taller interuniversitario PRONIED, Martín Montañez
110 Reseñas de libros