14.2.2006

A la muerte del gran maestro Sáenz de Oiza

Francisco Moral Moral, Arquitecto Plaza de la Constitución nº 12 de Jaén – Andalucía (España)
f.moral@wanadoo.es

Recuerdos de mi visita a SÁENZ DE OÍZA en junio de 1993.
Era sábado y a media mañana. Lo llamé antes por teléfono a su vivienda en C/ Núñez de Balboa de Madrid. Después de presentarme como antiguo alumno de la Escuela de Arquitectura, le pregunté: ¿Puedo ir a saludarlo?. «Si, vente».

Fuí y hablamos muy fluidamente durante más de una hora.
Hablamos de muchos y variados temas:

– De su esposa y de él en los años primeros de los 60, que ella estaba embarazada cuando se presentó el Proyecto de Torres Blancas en el Salón de Actos de la Escuela de Arquitectura de Madrid…

– De las pruebas públicas de su oposición a la Cátedra de Teoría del Arte. Donde dijo en una de ellas: «El hueco en los edificios es como los ojos en la cara de una mujer».

– De su antiguo domicilio familiar en una vivienda Social del Paseo de Extremadura de Madrid. Y del piso donde vivía ahora, con su despacho donde estábamos, de los patios del edificio…

– De la Escuela de Arquitectura de Madrid y del curso 1964-65, cuando fué mi profesor de PROYECTOS 4º. Del que recordé:

I.- Ante mi tablero, con el ejercicio de una «Residencia de Estudiantes en una Bahía de Tokio», las ideas del profesor OÍZA sobre el BARROCO ANDALUZ.

II.- En otra clase del mismo curso, sobre mi trabajo, aludió a De la Sota…

III.- También recordé que a su ejercicio de curso «Ermita en la Casa de Campo de Madrid», yo (que estaba tan motivado por él) le presenté dos Soluciones totalmente desarrolladas con dibujos y maquetas.

– El Maestro, en este encuentro de 1993, volvió a hablar del BARROCO ANDALUZ. También de Jaén y de su Arquitectura del Renacimiento, de su Catedral, de Vandelvira…

– De la situación actual de poco trabajo en la profesión: «Tengo 4 hijos arquitectos…».

– De POESÍA, dijo: «Estoy releyendo el Romancero Gitano». Maestro, cuando volví a Jaén para trabajar como Arquitecto, pregunté por los poetas y conocí y me integré en el «Grupo de poetas el Olivo».

– De la exposición del Museo Reina Sofía de Madrid de «Antoñito López». Así nombró al artista y después habló vivamente (como lo hacía siempre con todo) de él y de su exposición.

– De la Sala de Exposiciones en los Arcos de los Nuevos Ministerios. De su uso actual, seguramente no previsto por el Arquitecto autor: » la vida y usos imprevisibles de un edificio». Del valor de esta Sala de Exposiciones: «Me han pedido (con mucho tiempo) que prepare mi exposición».

– De televisión y de viajes. «Yo vi la otra noche una película de KUROSAVA, Los 7 Samurais, muy buena, hecha sin medios,…». El otro día vi un programa interesante sobre Egipto (le dije). «No he visto Egipto»; yo tampoco. «Si Estambul»; yo también. «Santa Sofía, donde Oriente y Occidente se encuentran,…»

– De mi padre, carpintero toda su vida y después (al jubilarse) pintor y tallista naïf …. «He estado en Sevilla hace unos días y me llevaron a la calle de los tallistas de imágenes. ¡Que maravilla! vi cómo hacían los candelabros: partían de un hierro cuadrado al que le liaban guita y sobre esa capa pegaban la madera que después tallaban». ¡El Maestro, siempre joven para aprender y para enseñar!

– Siguieron otros muchos temas, música, escultura…

– Al final. D. Francisco, le traigo un detalle. Es un encargo que hace varios meses hice a un artista de Úbeda (Paco «Tito»). Le dí una idea y él la ha interpretado así: Un plato de cerámica vidriada en color verde donde se leía «A Sáenz de Oíza, Maestro de Arquitectos». «Estoy en deuda». No, por favor, sólo es un pequeño detalle.

– Y ya de pié, saliendo. Maestro, entre sus (o «tus», pues relajado, confiado, a gusto, en algunas ocasiones le hablé de tú), repito, entre tus aficiones, ¿te gustan los toros?. «Sí, mucho; y no admito a esos que están en contra. Este año solo he podido ir a dos corridas». Le dije que para mí, los toros es un arte vivo dende además no se simula la muerte (como en el teatro), sino que en los toros la muerte es de verdad. Yo mañana iré a ver los Victorinos. Lo invité a él y a su esposa, pero dijo que no podían ir.

– El día siguiente por la mañana fuí a la exposición de Antonio López en el Museo Reina Sofía y compré una postal con reproducción del cuadro «Madrid desde Torres Blancas» y escribí en ella:

Querido Maestro, muchas gracias por haberme permitido reanudar los diálogos (tan sabrosos…) de sus clases de PROYECTOS en 1964-65. Ha sido como continuar el curso desde «ayer» (así dijo Unamuno), aunque han pasado casi treinta años.
Un alumno, Paco Moral.

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