4.3.2008

César Ruiz-Larrea, Arq.

cesar_ruiz_larrea3.jpgCésar Ruíz-Larrea proviene de una familia de ingenieros, cosa que le ha dotado de una decisiva formación técnica. Es un gran defensor de uso de la palabra como instrumento para las ideas, las palabras le ayudan a reflexionar el proyecto, a defenderlo y a cuajarlo. Se formó en un período en el que nuestro país vivía un veloz cambio político en el que la universidad jugaba un papel importante. Y, pese a ser consciente de la realidad social que vivía, también tuvo en cuenta su formación. Por este motivo y por su inagotable energía, en los periodos en los que la universidad estaba cerrada y le sobrevenía el tedio, iba a los estudios de arquitectura a completar su formación.
Para César Ruíz-Larrea el proyecto es un instrumento de conocimiento a través de una determinada posición en el mundo, intelectual, afectiva, personal, de alianzas. Por ello, siempre busca una pregunta a la que buscarle la mejor respuesta. Mediante esta pregunta, el arquitecto puede volver al juego dialéctico por el cual logra nuevos conocimientos. Debido a este espíritu curioso que le gobierna, a César Ruíz-Larrea le gusta fijarse en la naturaleza y en la arquitectura local, que ha seguido una evolución equiparable a la de la flora. Su insaciable hambre de conocimiento le ha llevado a trabajar en muchas ocasiones en equipo, siempre teniendo en cuenta que muchas veces la personalidad se impone y, por tanto, es importante trabajar con gente que tenga criterios afines.
De los concursos en los que ha participado, que componen el 90% de su obra, ha resultado un currículum ecléctico, que ha transformado la realidad dando prioridad a la solución de los problemas sociales y manteniendo la buena arquitectura. Desde de 1995, César Ruíz-Larrea comienza a experimentar soluciones que superen las arquitecturas de prótesis energéticas que pretendían dar una solución mediocre a la problemática del medioambiente. En cada proyecto busca una solución que apunta la voluntad de conseguir organizar todos los factores que inciden en un proyecto, ya que se lo plantea desde un punto de vista técnico, no estético. Tal vez por ello, César Ruíz-Larrea no aprecia la arquitectura que tiene una epidermis bella, pero en la que no se puede vivir.

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