6.7.2009

Un experimento varias veces positivo

Acabamos de culminar una experiencia cuyas características y alcances la colocan en el lado del superávit, y me pareció interesante darla a conocer para superar algunas depresiones propias de la época.

Un colega argentino, el arquitecto Leonardo Zylberberg (a quien a partir de este momento llamaremos «Lalo»), dicta clases de arquitectura en el California College of the Arts (CCA) de San Francisco, USA. En uno de sus periódicos viajes a Buenos Aires, cuando vino a visitarnos al Casco Histórico, nos contó una práctica que suele hacer con una parte de sus estudiantes.
Se trata de un ejercicio que consiste en venir a la Argentina (una vez lo hizo a las provincias del Noroeste) y desarrollar un anteproyecto previa una recorrida con el reconocimiento del sitio y un análisis de su realidad.
Me pareció que se presentaba la situación ideal para abordar un tema que aparece como impostergable en el territorio que abarca el Casco Histórico, y es el proyecto de uno o varios Centros Juveniles. Es decir, remedar en lo posible algunas realizaciones que pude ver en el exterior y que además de provocar admiración me dieron eso que se suele llamar «envidia sana».

En efecto, tanto Diana Agrest y Mario Gandelsonas como Laureano Forero, los primeros en Nueva York y el segundo en Medellín, lograron diseñar y construir sendos conjuntos dedicados a la juventud con criterios modernos y programas semejantes. En todos los casos los resultados fueron más que buenos, ya que los destinatarios asumieron con entusiasmo y con vigor un sentido de pertenencia que superó las expectativas de los gestores de la idea y de sus proyectistas.
No hace mucho, y con motivo de la disertación que hubo en la Sociedad Central de Arquitectos, comenté mi paso por el edificio de Aranjuez, en Medellín, y las expresiones que allí recogí de un encargado y de varios de los jóvenes usuarios. También conservo en la memoria un comentario de Mario Gandelsonas a propósito de las críticas que provocó el frente de cristal de su primer proyecto en Brooklyn. «Cuando se produjo la primera pedrada y un vidrio roto, los compañeros del autor del atentado lo corrieron y, cuando lo capturaron, le dijeron que era la primera y la última vez que tolerarían algo así, porque el edificio ‘era de ellos’ y la próxima vez iría preso por dañarlo».

Para paliar las adicciones malsanas que atacan a la adolescencia y la juventud del vecindario, contar con centros donde se produzcan encuentros deseables, que apunten a la salud física, mental e intelectual en un ambiente divertido, es un objetivo que me parece esencial. Ésta era la premisa del programa que se elaboró como base para la ejercitación planteada a Lalo y sus estudiantes.

El desarrollo
Un grupo de 12 alumnos de ambos sexos llegó a Buenos Aires el 30 de mayo. Su profesor había arribado una semana antes y coordinó con los arquitectos del Casco Histórico la preselección de terrenos que sirvieran como escenario real para el ejercicio. Se eligieron 6 para que los alumnos pudieran a su vez decidirse por cuatro.
En efecto, a los 12 norteamericanos se agregaron 4 alumnos del Taller de Jorge Sarquis en la FADU de la Universidad de Buenos Aires, los que se repartieron en los 4 equipos, de manera que en cada uno de los grupos iban a trabajar 3 estudiantes de San Francisco y uno local. Durante una semana se empezó con una clase dictada en el CH, primero por quien esto escribe y luego por la arquitecta Graciela Labato.
Hubo recorridos por el barrio de San Telmo, que fue elegido como base por los estudiantes y su profesor, con el asesoramiento de los expertos del CH encabezados por el arquitecto Juan Canz, con quien visitaron una casa de apoyo a los jóvenes en situación de calle en Paseo Colón 1366.
Durante las semanas siguientes, los equipos trabajaron en un taller de la Universidad Di Tella, donde elaboraron sus propuestas en forma gráfica y en sendas maquetas.
El lunes 22 de junio se hizo la presentación de los 4 anteproyectos ante un Jury que integró el profesor Lalo Zylberberg conmigo, el arquitecto Jorge Sarquis y tres docentes de la Di Tella. Fue una jornada muy estimulante y positiva por las expresiones vertidas, tanto por los miembros del tribunal a cargo de las evaluaciones como por los estudiantes autores de los trabajos.

Supongo que en corto plazo daremos a conocer los proyectos realizados. Entre tanto, el experimento ha sido a todas luces positivo. Para el profesor Zylberberg y sus alumnos resultó muy entusiasmante trabajar en un tema tan real como necesario, en terrenos reales y con perspectivas de ser concretado a mediano plazo. Para nosotros, que impulsamos la idea a partir del interés que despierta en el vecindario y en la sociedad en general una iniciativa que debe dejar de ser una utopía, es el comienzo de una etapa de realización efectiva.
Ahora, sobre la base de los mejores proyectos, buscaremos los medios para lograr su concreción.

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